El campo se ahoga y sopesa unirse a la huelga de los transportistas en diciembre
El clima de malestar social aumenta de intensidad mientras Sánchez sigue defendiendo que ‘España va mejor’
El descontento social aumenta de intensidad mientras el Gobierno sigue defendiendo que «España va mejor». Si la semana pasada fueron los transportistas los que anunciaron huelgas los días 20 y 22 de diciembre , ahora es el campo el que sopesa esta semana si se une a la protesta por el daño que la subida de precios está haciendo a su negocio. Todo apunta a que así lo harán, según fuentes consultadas por ABC. Se está gestando así un auténtico 'tsunami' de malestar social que sacude la España idílica de Pedro Sánchez en un momento en el que la economía frena en seco, los salarios pierden poder adquisitivo y los precios asfixian a los hogares a las puertas de la Navidad. Y es que el IPC de octubre cerró con un alza interanual del 5,4%, el nivel más alto en 29 años.
Tras los transportistas , es ahora el campo el que está sopesando dar el paso y unirse a las protestas de diciembre. Según fuentes del sector, se está barajando también otras acciones como la convocatoria de una concentración frente al Ministerio de Agricultura en Madrid el 24 de este mes por parte de los sectores más afectados por la inflación, como el lácteo o el frutas y hortalizas. Las principales organizaciones agrarias (Asaja, COAG y UPA) enviaron una carta al ministro de Agricultura, Luis Planas, el pasado 11 de noviembre en la que pedían una reunión urgente para poner en marcha plan de choque para aliviar esta situación. Unos días antes, Asaja, ya remitió otra misiva solicitando una cita con el titular de Agricultura. Fuentes de este departamento han relatado a ABC que se está haciendo «un seguimiento constante de la situación. La interlocución es fluida y continuada» En este sentido, han añadido, que se recibirá a las organizaciones agrarias «en cuanto haya oportunidad» y han recordado que «el ministro se reunió presencialmente con ellas en el mes de octubre».
Todo ello se produce en un contexto en que agricultores y ganaderos temen que la aplicación de las nuevas condiciones sean adversas. Según estimaciones de Asaja con datos de octubre, solo los fertilizantes han visto su precio dispararse durante el último año entre el 239 y 307%. Lo mismo sucede con las semillas, que en el caso del trigo pasaron de un precio de 335 euros/tonelada a 400 euros/tonelada, un 19% más, según esta organización de productores. Por su parte, el gasóleo agrícola se ha encarecido casi un 73% mientras que los piensos para el ganado se han disparado entre octubre de 2020 y el mes pasado un 27%. La energía eléctrica, según Asaja, se ha encarecido para los agricultores y ganaderos un 270%, los plásticos un 46%, un 33% el agua y entre un 10 y 25% la maquinaria.
También la pesca puede dar algún que otro dolor de cabeza a Sánchez si Bruselas pone sobre la mesa un nuevo recorte en los días de pesca de la flota de arrastre del Mediterráneo. En juego, la actividad de unos 600 barcos y los 17.000 empleos directos e indirectos generados. El sector amenaza con un paro durante la celebración del último consejo de Pesca europeo del año los días 13 y 14 de diciembre.
La mayor movilización desde 2020
Si finalmente las principales organizaciones agrarias optan esta semana por unirse a la huelga de transportistas de diciembre, estaríamos ante la mayor agitación del campo desde las movilizaciones de inicios de 2020, que forzó la actual reforma de la Ley de la Cadena y a las que la irrupción del Covid puso fin.
En cualquier caso, las motivaciones de aquella ola de protestas permanecen intactas : el aumento de los costes de producción y unos precios en origen (remuneraciones) insuficientes para cubrir los primeros, con una caída de la renta agraria. Una situación que ha agravado el repunte de la inflación que afecta a materias primas importantes para las explotaciones agrarias y ganaderos como los fertilizantes, el gasóleo, los plásticos y, sobre todo, la electricidad. A ello se suman otras políticas que han venido ensanchando la brecha entre el campo y el Gobierno . Tal es el caso de la polémica alrededor del lobo, por ejemplo.
Manifestaciones en el sector lácteo
Un ejemplo sangrante de lo anterior es el sector lácteo y los problemas alrededor de los precios que reciben los productores lácteos y que tiene muy dividido a esta actividad. En concreto, la reunión de la semana pasada en el Ministerio de Agricultura terminó sin avances. Ante la aspiración de algunas organizaciones agrarias de que el valor de la leche se remunere a 40 céntimos el litro para el ganadero teniendo en cuenta el repunte de los costes de producción, Industria y Distribución no dieron señales de abrirse a un eventual incremento de precios . En paralelo, estas últimas semanas, el sector ha desplegado un calendario de movilizaciones en lugares como Galicia, Cantabria y Castilla y León.
«Abandono del Gobierno»
A la espera la decisión del campo, la convocatoria de los transportistas ya está marcada en rojo en el calendario. El colectivo presiona así al Gobierno «tras años de abandono» del sector , que lleva meses pidiendo el apoyo de la Administración en temas como la implantación de los peajes en las autovías, la aplicación obligatoria de la cláusula de revisión del coste del combustible (que supone el 40% de los costes del sector) o la construcción de áreas de descanso seguras para los profesionales.
Las amenazas de movilizaciones llevan meses subiendo de intensidad también a cuenta de la exigencia reformista que impone Bruselas en el mercado laboral y de pensiones . La decisión de que la ministra de Economía, Nadia Calviño, esté representada en la mesa que estudia los cambios laborales no ha sido acogida con entusiasmo entre los sindicatos, que insisten en exigir la prometida derogación de la reforma. Amagan con salir a la calle en caso contrario, igual que si se recortan las pensiones. Un viaje en el que tienen de su lado a Yolanda Díaz, empeñada en derogar la reforma de Rajoy y contraria a tocar cualquier pieza del sistema de pensiones que merme las cuantías.
Como ya informó ABC, l a inflación no da tregua y empobrece también a los hogares , que ya pagan un 62,8% más cara la luz que hace un año. Un mayor coste que suma al alza de la gasolina en un 26,5% y del diésel en el 30,5%, según el INE. A la escalada de la luz y del combustible, se suman los problemas del transporte marítimo y, ahora, su traslado a los precios de venta directa. Todo ello ha provocado que la cesta de la compra se esté convirtiendo en un lujo para las familias. A la subida de las legumbres y los huevos se suma el de algunos pescados, que en el mercado mayorista ya se pagan entre un 30% y 50% más caros.
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