En busca del heredero perdido

El rastreo de beneficiarios de patrimonios sin testamento ha abierto una vía de negocio en España, pero solo pocos despachos y empresas están especializados

FABIÁN SIMÓN

MIGUEL RUIS DE ARCUATE

Coloquialmente se les ha apodado como «cazadores de herederos» o, peor aún, de «herencias». Desde hace varios años, despachos de abogados y particulares han encontrado una nueva vía de negocio. Consiste en la búsqueda de los descendientes de personas fallecidas cuyo patrimonio queda en un limbo legal al no haber testamento que acredite los herederos legítimos.

El modelo de negocio, aún con poco arraigo en España y hasta hace poco totalmente desconocido, unido a la desconfianza inicial que la impactante noticia genera en los beneficiarios ha provocado el afloramiento del apodo. Ellos reniegan de la etiqueta. «Quién nos llama así demuestra una falta de conocimiento de la profesión absoluta», lamenta Marco Lamberti, quien además de ser el director de Coutot-Roehrig (CR) en España, firma líder del sector, acostumbra a involucrarse en una labor de comunicación y divulgación para dar a conocer la materia y acabar con el concepto erróneo que se tiene de ella.

La diferencia de CR, que cuenta con 44 delegaciones en todo el mundo, respecto a otros despachos es su especialización exclusiva en genealogía sucesoria. Para ello, cuentan en sus filas tanto con abogados como con historiadores. Esto, explica Lamberti, les permite tener un mayor conocimiento y recursos a la hora de llevar a cabo la búsqueda. Fundada a finales del siglo XIX y con base en Francia, CR es la más añeja de Europa, donde la disciplina está mucho más afianzada.

En 2012 echó raíces en territorio español con una oficina en Barcelona y, posteriormente, otra en Madrid. El éxito ha sido mayúsculo: 350 expedientes abiertos y un crecimiento anual de casi el 100% desde su aterrizaje, lo que se traducirá en la próxima apertura de sucursales en mercados importantes como País Vasco, Comunidad Valenciana o Andalucía.

Cómo funciona el negocio

Pero, ¿cómo funcionan exactamente? «Lo primero que tenemos en cuenta antes de hacer cualquier otra cosa es la rentabilidad de la operación», explica. CR cuenta con la colaboración de otros bufetes, que les suelen transmitir aquellos casos en los que detectan que hay herencias vacantes. Con la información sobre la mesa, comprueban el grosor de la masa hereditaria y, si en última instancia certifican que la operación es jurídicamente viable y lucrativa tanto para el heredero como para ellos en términos de «honorarios», se ponen manos a la obra. La cuota de beneficio de CR varía en función de diversos aspectos, como el volumen del caudal relicto –el conjunto de bienes que componen la herencia– y la dificultad del trabajo, pero, según Lamberti, no suele superar el 30% de comisión –una participación similar a la de otras empresas especializadas–.

En cuanto a los herederos, deben cerciorarse de que el pasivo que podía acumular el fallecido o la deducción por el impuesto de sucesiones no acabarán suponiendo un agravio económico para ellos, sino que podrán sacar rédito. A partir de ahí, escarban en el pasado hasta dar con la persona que rastrean. Registros, partidas, hemerotecas, archivos y cualquier otra fuente que les pueda llevar a otra más cercana.

«Es muy habitual que el registro civil de un municipio donde buscamos se haya quemado durante la Guerra Civil»

Mueven cielo y tierra para ir acotando el perímetro de búsqueda en un proceso que puede prolongarse durante varios años dependiendo del paradero de los herederos, los movimientos de la familia o las huellas que hayan dejado. «Un problema habitual es encontrarnos con que el registro civil del municipio donde buscamos pistas se quemó durante la Guerra Civil, lo que alarga sustancialmente el procedimiento», señala. Finalmente, al localizarlo y convencerlo de que no se trata de un timo sino de un hecho real, se encargan del resto hasta completar la adjudicación.

El interés comercial del modelo de negocio se explica con un dato revelador: cada año, siete de cada diez herencias quedan sin adjudicar en España al no haber sido escrituradas. Nada menos que el 40% de los españoles muere sin dejar testamento, lo que el director de la delegación española atribuye a un factor cultural de los pueblos latinos. Sin ir más lejos, la Generalitat de Cataluña explicó de manera reciente que espera ingresar al menos 2,8 millones en la subasta de 32 fincas de personas que murieron sin testar.

Con un 95 por ciento de casos exitosos, Lamberti explica que el 5 por ciento restante que CR no consigue se debe a situaciones en las que, por falta de documentación, les ha sido inviable seguir la búsqueda: «Si CR dice que es imposible, es que es imposible. Pueden intentarlo, pero ningún otro despacho lo conseguirá tampoco», sentencia.

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