¿Una buena medida para la economía española?

«Si no embridamos nuestras cuentas públicas y estabilizamos nuestra deuda cuanto antes, se acabarán pagando las consecuencias»

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo REUTERS

Juan Carlos Martínez Lázaro

El anuncio del BCE de finalizar el programa de estímulos monetarios el próximo diciembre y no empezar a subir los tipos de interés, en principio, hasta después del verano de 2019, no ha cogido por sorpresa a los mercados, que descontaban algo muy parecido. Por tanto, no se esperan sobresaltos y se descuenta un periodo largo y tranquilo para ir normalizando la política monetaria. La noticia es buena, pues aleja un escenario de subida brusca de tipos que afectaría, sin duda, al ritmo de crecimiento económico de la Eurozona y asegura un euro débil, lo que ayudará a mantener el ritmo exportador.

También es una buena noticia para la economía española porque prolonga el escenario de financiación abundante y barata, algo necesario para consolidar la recuperación de nuestra economía. Pero lo que ha dejado claro el BCE es que los tipos de interés empezarán a subir y que, aunque lo hagan gradualmente, la era del crédito muy barato y de un Euribor negativo llegará en algún momento a su fin.

¿Tenemos los deberes hechos?, es decir, ¿está preparada la economía española para afrontar esta futura subida de tipos? Vayamos por partes. Una parte sustancial del sector privado se encuentra mejor preparado que hace una década para afrontar el nuevo escenario. Familias y empresas han reducido sus niveles de endeudamiento en casi 60 puntos de PIB (más de 600.000 millones de euros ) situándolo en niveles cercanos a la media de la Eurozona. Por tanto, al tener menos deuda, el encarecimiento del crédito debería afrontarse en mejores condiciones, aunque debemos ser conscientes que restará algunas décimas al crecimiento del PIB.

Los mayores riesgos se atisban en el sector público. Las administraciones españolas se endeudaron desaforadamente durante lo más duro de la crisis y lo siguen haciendo de manera notable, a pesar de que la economía lleva tres años consecutivos creciendo por encima del 3%. El año pasado el déficit público fue del 3,1% del PIB, el más alto de los 28 países de la UE. Es decir, Estado, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y Seguridad Social en su conjunto se gastaron casi 36.000 millones de euros más de lo que ingresaron. Como consecuencia de estos abultados déficits, nuestra deuda pública se ha triplicado, al pasar de unos 384.000 millones de euros en 2007, a 1.161.000 en el primer trimestre de este año.

Es verdad que gracias al programa de compras de deuda del BCE que ahora toca a su fin nos estamos financiando muy barato. El coste ponderado de nuestra deuda pendiente de pago ronda el 2,5% , un nivel desconocido en toda nuestra historia hacendística, pero, aun así, genera una inmensa carga financiera. Para este ejercicio, están presupuestados más de 31.500 millones de euros en el pago de intereses, lo que prácticamente duplica la cantidad dedicada en 2008.

También es verdad que seguimos consolidando nuestras cuentas y que este año el déficit debería cerrar en el 2,2% del PIB, aunque Bruselas insiste en que alcanzará el 2,7%, debido a las medidas incluidas a última hora en los Presupuestos para lograr su aprobación. Pero independientemente de que Bruselas tenga o no razón -y suele tenerla- no está previsto obtener superávit público hasta 2021, teóricamente del 0,1%. Y eso suponiendo que mantengamos hasta entonces ritmos de crecimiento en torno al 2,3%, lo cual no deja de ser un ejercicio de voluntarismo. ¿A cuánto ascenderá nuestra deuda pública entonces? ¿Cuánto tendremos que dedicar al pago de intereses cuando empiecen a subir los tipos?

Hasta ahora, el discurso oficial ha sido que nos financiábamos muy barato, como si eso fuese algo positivo, como si gastarnos lo que no tenemos estuviese justificado por el bajo coste de la deuda. Es más, nuestra clase política aboga sin excepción por aumentar los niveles de gasto, espoleados por periodo preelectoral en el que hemos entrado. El nuevo Gobierno también quiere incrementar el gasto social para reparar el daño causado por la crisis. ¿Y cómo vamos a pagarlo? De eso se habla poco .

El BCE acaba de confirmar que la financiación va a ser más cara en el futuro. Por tanto, si no embridamosnuestras cuentas públicas y estabilizamos nuestra deuda cuanto antes, la economía española acabará pagando las consecuencias de un excesivo endeudamiento público más temprano que tarde.

Juan Carlos Martínez Lázaro es profesor de Economía del IE Business School

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