El Banco de España tumba el optimismo del Gobierno: inflación cercana al 10% hasta julio y riesgo de recesión

Revisa a la baja el crecimiento previsto para 2022 y 2023 y avisa de que la economía sufrirá más si se suben salarios y márgenes o si se cierra el comercio con Rusia

Vídeo: El Banco de España recorta al 4,5% el crecimiento de 2022 por la guerra - EP

Bruno Pérez Vázquez

Hasta hace apenas unas semanas la posibilidad de que España pudiera caer en un cuadro de recesión económica – entendida como el encadenamiento de dos trimestres consecutivos de caídas del PIB – como consecuencia de la guerra en Ucrania y de las tensiones en los mercados energéticos, que el conflicto ha exacerbado, se consideraba despreciable. Hoy, constatada ya la prolongación del conflicto armado, con los indicadores de incertidumbre sobre la economía de nuevo disparados y la inflación coqueteando con el 10%, el escenario ha cambiado.

Así lo advirtió ayer el Banco de España en la presentación de la actualización de sus proyecciones sobre la economía española. La entidad que gobierna Pablo Hernández de Cos no contempla la entrada de España en recesión como su escenario central para los próximos meses, pero admite que es un escenario que «no se puede descartar» en caso de que se materialicen alguno o algunos de los riesgos que amenazan el desempeño de la economía española en el corto plazo. ¿Cuáles? Una eventual prolongación de las tensiones de precios en los mercados energéticos, un posible cierre del tráfico comercial de Rusia con Occidente en respuesta a las sanciones económicas o, ya a nivel local, que las empresas y los trabajadores optaran por compensar el impacto de la inflación de forma urgente elevando los precios, en el caso de las empresas, o elevando sus demandas salariales por encima de la inflación subyacente en la negociación colectiva, los trabajadores.

En tanto eso no ocurra, la previsión central del Banco de España es que la economía española crecerá menos, pero crecerá. Lo hará este año por debajo de lo que el propio organismo había estimado en diciembre, un 4,5% frente al 5,4% de su última previsión y frente al 7% que todavía constituye la previsión oficial del Gobierno, a la espera de la revisión comprometida para finales de abril. Y también lo hará por debajo de lo previsto en 2023, un 2,9% frente al 3,9%, estimado hace apenas tres meses. En 2024 la economía recuperaría parte del terreno perdido con un crecimiento del 2,5%, frente al 1,8% calculado en diciembre.

Las cifras de crecimiento pueden resultar algo engañosas. El nuevo director de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán , ha advertido que aún sin crecimiento real en 2022 el PIB experimentaría un crecimiento interanual del 3% simplemente por la inercia de crecimiento de 2021. En este contexto, el crecimiento del 4,5% previsto para 2022 revela un cierto estancamiento del crecimiento en este ejercicio.

La conclusión del nuevo panorama económico difundido ayer por el Banco de España es que la guerra afectará a la economía española no sólo este año sino también en 2023 y que la recuperación de los niveles de PIB anteriores a la pandemia no solo no se producirá este año, como lleva anunciando el área económica del Gobierno desde septiembre, sino que no llegará hasta el tercer trimestre de 2023 .

Inflación del 10% hasta julio

La clave de este oscurecimiento general del panorama es la inflación. En apenas tres meses, la institución ha pasado de estimar una inflación media anual para 2022 del 3,7% a prever un 7,5%. «Creemos que la inflación se mantendrá en el entorno del 9% o el 10% hasta el verano y a partir de ahí iniciará un descenso gradual», que debería conducirla al entorno del 2% en cosa de año y medio o dos años, ha explicado Ángel Gavilán.

Las medidas adoptadas hasta ahora por el Gobierno, principalmente el abaratamiento de 20 céntimos del precio del litro de carburante, apenas lograrán rebajar entre cinco y ocho décimas la tasa de inflación , según los cálculos de los analistas del Banco de España, que no han tenido en cuenta el eventual efecto que puedan tener las medidas que se adopten para rebajar el precio con el que el gas entra en el mercado eléctrico, la célebre ‘excepción ibérica’ arrancada por Pedro Sánchez en el Consejo Europeo de hace un par de semanas.

Acorralados por los riesgos

Pese a los esfuerzos del Gobierno, el Banco de España ha empeorado de forma significativa sus expectativas de normalización de la inflación. Si en diciembre preveía una gradual reducción de las tensiones inflacionistas desde principios de año hasta volver a niveles del 2% antes de 2023, ahora sus proyecciones apuntan a que el techo del IPC no se dejará hasta el verano mientras que el regreso al 2% no llegará hasta mediados de 2023.

Esto si no ocurre nada. Si los precios de la energía se mantienen durante más meses en los niveles actuales, si el pulso Rusia-Occidente empeora o si se consolidan los efectos de segunda ronda que se han empezado a apuntar la inflación se mantendría en niveles elevados durante más tiempo, la economía crecería menos aún e incluso saldría damnificado el empleo.

Hasta ahora lo que el Banco de España sí ha observado es que la inflación ha deteriorado entre un 4% y un 10% el poder de compra de los españoles, lo que ya ha empezado a lastrar el consumo y lo continuará haciendo en los próximos meses; que una parte no pequeña del tejido empresarial ha empezado a presentar cierto deterioro en su facturación; y que incluso el impulso público de los fondos europeos muestran síntomas de fragilidad y amenazan con dilatarse en el tiempo.

En este contexto, el Banco de España entiende que el crecimiento del empleo se detendrá de manera brusca, del 7% registrado el año pasado al entorno del 2%; que el descenso de la tasa de paro será más suave y continuaremos en niveles cercanos al 13% en 2024; y que algo similar sucederá con la reducción de los niveles de déficit y deuda públicos, que se quedarán al final del periodo 2022-2024 en el entorno del 5% y del 113%, respectivamente.

El Gobierno confía en el vigor de la recuperación

El baño de realismo aplicado por el Banco de España a las previsiones oficiales de crecimiento económico que el Gobierno aún mantiene contra viento y marea no ha variado un ápice el discurso que la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño , viene manteniendo desde que ya se hizo evidente el fuerte impacto de la guerra en la economía española, poco expuesta de forma directa a Rusia pero muy sensible a cualquier ‘shock’ de precios en los mercados energéticos.

Calviño subrayó ayer que las nuevas proyecciones de la institución subrayan algo que el Gobierno ya da por descontado y es que la guerra reducirá el crecimiento de 2022 y agravará las tensiones inflacionistas, pero ha asegurado también que esto no impedirá que la economía española prosiga la senda de recuperación que viene siguiendo desde hace meses.

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