Banca: vacas flacas, pero no será para siempre
El economista Carmelo Tajadura cree que el «presente bancario es complicado» pero «lo peor ya ha quedado atrás»

Estamos en el ecuador de la presentación de resultados bancarios de 2016, cuya cifra estimada de beneficios para este ejercicio ha ido revisándose a la baja a lo largo de todo el año. Así, a principios de 2016, se pronosticaban más de 16.000 millones para los siete bancos del Ibex y últimamente la previsión disponible se quedaba en sólo unos 10.500 millones. Más de la mitad de esta diferencia es imputable a las pérdidas que dará el Popular, pero el beneficio previsto para los otros seis también ha ido reduciéndose significativamente.
Las dificultades abundan. Así, los tipos de interés siguen por los suelos, lo que afecta a la capacidad para generar margen financiero. Y el BCE tardará aún quizás un par de años en subir tipos. En teoría, el contagio de EE.UU. eleva los tipos a largo y beneficiará al sector, pero en la práctica son más relevantes en el negocio con la clientela los tipos a plazos medios y, por ejemplo, el Euribor a un año sigue marcando mínimos absolutos en el -0,1%. Qué decir de los volúmenes de crédito, la partida más rentable del activo bancario. El último dato publicado (de noviembre) muestra que el crédito a familias y empresas desciende un 4,8% interanual, lo que nos lleva al séptimo año consecutivo de sequía crediticia. Las entidades necesitan desesperadamente rentabilizar su negocio, sobre todo aquellas que tienen mucha renta fija tras las operaciones de recapitalización o traspaso a la Sareb. Pero no es fácil que en 2017 veamos crecimientos en el stock de crédito.
O del insuficiente desalojo de activos improductivos. El legado de la crisis lo tenemos aún tanto en forma de activos dudosos como de adjudicados, cuyo importe conjunto no anda muy lejos de la sexta parte del total balance en el sector y, lógicamente, más aún en casos individuales. Aunque, menos mal que los tipos reducidos hacen que su coste de oportunidad no sea todavía mayor.
El futuro
Para colmo, la exigencia de auto-rescate impuesta por la autoridad bancaria a las entidades implica que van a tener que cargarse, en los próximos meses/años, de pasivos susceptibles de soportar pérdidas o convertirse en acciones. Ese riesgo hace que sean instrumentos con alto tipo de interés, imposible de rentabilizar. Hasta la autoridad bancaria parece consciente del «roto» y permite «chapuzas» como la de no incluir ese coste en la cuenta de resultados, en algunos casos.
«El sector está haciendo sus deberes, aunque por el momento tenga poca traducción en resultados»
Y, con este panorama, ¿qué cabe esperar para este sector? Pues resulta evidente que los niveles de rentabilidad de antes de la crisis no vamos a volver a verlos ni de lejos, al menos en el horizonte aprehensible. Pero también es verdad que los bancos se enfrentan actualmente a tal cúmulo de circunstancias negativas, y tienen un nivel de reputación corporativa tan bajo, que no resultará muy difícil mejorar. Además, aunque, por el momento, tenga poca traducción en resultados, el sector va haciendo sus deberes: mejora de la productividad y eficiencia, con reducción del exceso de capacidad e inversión en tecnología; saneamiento por un importe de nada menos que el 30% del PIB desde 2008; y mejora en los desequilibrios de balance. Aunque quede ajuste aún.
Lo que falta ahora es que acompañe el entorno. Desde luego, el final de la ultra-relajación monetaria, y en definitiva de la crisis, no están aún a la vuelta de la esquina, pero acabarán llegando y los tipos que marca el mercado lo reflejarán con anticipación. Un poco de crecimiento de crédito y de elevación de tipos puede tener mucho impacto en la banca. Por lo que, partiendo de muy abajo, el potencial que tienen los resultados bancarios cuando el entorno mejore es importante.
Así que el presente bancario sigue siendo bastante complicado pero lo peor ha quedado atrás. La banca siempre ha demostrado su capacidad de adaptación y tiene instinto de supervivencia, más necesario que nunca para superar este reto del que saldrán reforzados, como siempre, los más fuertes de la especie.