La banca se enfrenta a su nueva prueba de fuego
El sector ha mejorado su solvencia tras el crack del 2008, pero la pandemia lastrará sus beneficios en un entorno de bajos tipos
La irrupción del coronavirus amenaza con asestar un nuevo revés al negocio bancario, inmerso desde hace años en una lucha contra la escasa rentabilidad derivada de los bajos tipos de interés. A pesar de las heridas de la última gran recesión –con escándalos como las claúsulas suelo o las preferentes– y frentes judiciales más recientes como el índice hipotecario IRPH , que abre la puerta a otro aluvión de litigios, las entidades de nuestro país encaran el impacto de la pandemia desde una mejor posición, con mayores niveles de liquidez y de solvencia de los que tenían antes del estallido de la crisis del 2008. Un punto de partida más favorable que, según los expertos, permite descartar un escenario tan dramático como el vivido en 2012, cuando la falta de liquidez llevó a la banca española a cerrar el grifo del crédito y, en última instancia, a recibir 61.495 millones en ayudas públicas.
Ahora todo es diferente. La presión regulatoria de la última década ha dado sus frutos: los bancos están bien capitalizados y han aplicado unos criterios de concesión de créditos más rigurosos, que ha redundado en unos balances más saneados. Uno de los datos que invitan al optimismo es la solvencia. La ratio de capital de máxima calidad (CET1) de las entidades de crédito se situó en el cuarto trimestre de 2019 en el 12,79%, superando así el nivel registrado al cierre del ejercicio anterior (12,46%), según las estadísticas del Banco de España.
Sin embargo, no todo son buenas noticias: la rentabilidad sobre el patrimonio neto cayó al 6,84% en 2019 (frente al 8,17% de 2018), por debajo del coste de capital, que se sitúa entre el 8% y el 10%. «Ahora mismo la banca tiene las armas para hacer frente a una crisis de morosidad. Es mucho más solvente y eso es prioritario. También cuenta con instrumentos monetarios, pues el Banco Central Europeo está apoyando y, por lo tanto, el problema de liquidez que hubo en la crisis anterior no lo va a haber. Eso sí, en términos de rentabilidad, se encuentra en una situación un poco más débil», apunta Fernando Rojas, consultor del Área de Banca de Analistas Financieros Internacionales (Afi).
Menos ingresos
Los riesgos a los que se enfrentan los bancos de nuestro país como consecuencia de la pandemia son múltiples y están vinculados sobre todo a su generación de ingresos. «La caída del PIB merma el volumen de negocio, y la mayor laxitud monetaria asegura tipos en mínimos, todo lo cual redunda en escaso margen. El desplome de los mercados disminuye el valor de los patrimonios administrados y afecta a las comisiones, aparte de que obliga a ajustar el precio de los activos del propio banco», explica el economista Carmelo Tajadura. E incide en una cuestión: «A medida que la crisis se prolongue, los impagos se dispararían, lo que exigiría crecientes provisiones. Ya antes de la emergencia sanitaria el Banco de España alertaba de un repunte de la mora en consumo. Ahora el riesgo es de una subida generalizada, que sería absolutamente dañina para el sector e incluso quizás casi letal para alguna entidad». La ratio de morosidad cerró 2019 en el 3,14%, su nivel más bajo desde el segundo trimestre de 2015, cuando comenzó la publicación de las series temporales.
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Pero ante la previsión de un aumento de los impagos y las medidas adoptadas por las autoridades públicas para paliar la actual situación, como las moratorias del pago de las hipotecas, el BCE ha entrado en acción. El pasado mes de marzo anunciaba que, de manera temporal, flexibilizará la clasificación de los préstamos dudosos cuando esa deuda esté bajo garantías públicas y también la de aquellos que se vean afectados por las moratorias aprobadas por los Gobiernos como consecuencia del coronavirus.
Por su parte, el Ejecutivo español ha activado una línea de avales por 100.000 millones, que gestionará el Instituto de Crédito Oficial (ICO), con el fin de garantizar la llegada de fondos al tejido productivo. «Hay que tener cuidado. El ICO cubre el 80% del riesgo de impago, pero la banca también está asumiendo su riesgo. Aun así, con la ratio de capital que tiene actualmente se podría aguantar un alza de la morosidad», sostiene Jon Frías, profesor de Economía en la Universidad Europea de Canarias, que piensa que, en esta crisis, los bancos no son parte del problema, sino la solución, ya que «se han convertido en un canalizador de la política monetaria y de la política fiscal».
Incertidumbre
A pesar de que los bancos españoles están mejor preparados, el sector no será inmune al mazazo del Covid-19. Los analistas de Barclays auguran una caída del 48% del beneficio para 2020, del 51% para 2021 y del 33% para 2022, mientras que Bank of America estima que el resultado bruto de este ejercicio podría bajar casi un 16% para las seis entidades analizadas (Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell y Bankinter). «El impacto a corto plazo va a ser muy intenso en la banca, pero por todas las medidas que ha tomado el BCE y otras instituciones como el Banco de España, y también por la situación de partida de mucha más solvencia se hace difícil prever que sea una situación similar a 2012», señala Rojas, de Afi.
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Fernando Gómez-Bezares , catedrático de finanzas de Deusto Business School, defiende que el impacto va a depender de la duración de la crisis: «Si es relativamente corta, es decir, si en octubre-noviembre el aparato productivo español se encuentra en una situación similar a la del año pasado, se podrá superar bien. Si se prolonga, tendremos un escenario más complicado en la economía en general y la banca tendrá problemas porque le aumentará muchísimo la morosidad y le disminuirá el negocio como consecuencia de la menor inversión».
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Sobre las recetas que pueden aplicar los bancos para contrarrestar los efectos negativos del coronavirus en su actividad, Fernando de la Mora, director general de la consultora Alvarez & Marsal, habla de tres frentes: «En el riesgo de crédito, están tomando todas las medidas para tratar de garantizar liquidez a las empresas y apoyo financiero a los particulares, tendrán que ir gestionando los impactos y sus carteras. En el ámbito del volumen de negocio, el reto fundamental es seguir acelerando la digitalización y cambiar el modelo de distribución porque todavía hay muchos bancos que dependen de una red de sucursales que generan altos costes y que no es necesaria. Y en el ámbito de la conducta, han de controlar su imagen y sus prácticas comerciales para que estén acordes con su papel de transmisión de liquidez en el entorno de la crisis actual».
Fusiones en el horizonte
En este contexto, las fusiones vuelven a estar encima de mesa, sobre todo en el caso de la banca pequeña y mediana. Ya en 2019 Unicaja y Liberbank negociaron la suya, aunque fracasó. «Cuando las dificultades arrecian, las exigencias mínimas que fija cada uno se debilitan. Desde luego, parece bastante factible que las doce entidades actualmente supervisadas por el BCE se queden en una cifra de un dígito con esta crisis», asegura Tajadura. Desde Alvarez & Marsal también creen que puede haber procesos de concentración . «No por necesidad imperiosa de buscar sinergias de negocio o de incrementos en ingresos, sino por necesidad de viabilidad en el futuro, este tipo de shock en cualquier sector empresarial va a generar oportunidades de consolidación y, por lo tanto, pensamos que no de una forma inmediata, pero sí que a medida que el sector bancario rebalancee su posición en el entorno de la crisis actual, se produzcan necesidades de mayor consolidación», explica Fernando de la Mora, director general de la firma.
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