El porqué de la dependencia de la PAC
El nuevo Gobierno quiere aminorar las protestas y diluir las concentraciones demostrando una intención clara de blindar estas ayudas, aunque los líderes europeos discutirán en la cumbre que arranca este jueves un recorte a la PAC del 14%
La mayoría de los agricultores españoles sobrevive gracias a la PAC , que bien podría concebirse como un balón de oxígeno que les permite respirar pese a la asfixia que les ocasiona la demoledora desproporción entre los costes que soportan, actualizados a 2020, y los precios a los que venden, vigentes desde los años 80 y 90 . Y ahora, como si de una cuestión de vida o muerte se tratara, asisten ojipláticos a la negociación política de la que dependerá su futuro y, por ende, el de miles y miles de españoles que, teniendo en cuenta toda la industria del complejo agroalimentario asociado, aportan cerca de 200.000 millones de euros a la economía española.
El nuevo Gobierno quiere aminorar las protestas y diluir las concentraciones demostrando una intención clara de blindar estas ayudas, aunque los líderes europeos discutirán en la cumbre que arranca este jueves un recorte a la PAC del 14% , es decir, de unos 53.000 millones con respecto al periodo 2014-2020.
En este sentido, la lupa del presidente Sánchez parece situarse sobre el tamaño de las explotaciones para reformular el reparto y premiar a las pequeñas frente a las grandes, dejando al margen el número de hectáreas.
Si es cierto que en un par de años la potestad corresponderá a los Estados miembros y no a la Comisión Europea , como ocurre actualmente, la realidad es que no constituye una cuestión de tamaño. La clave, más bien, se encuentra en el tipo de cultivo. Y es que, pese a que hoy en día todos dependen de las ayudas comunitarias, son los de interior y esa agricultura denominada continental los que más necesitan los fondos de la PAC , puesto que a sus números que tiñen de rojo los desequilibrios de la cadena alimentaria habría que añadir la feroz competencia -y muchas veces desleal- de países con irrisorios precios de mano de obra y que no reciben ningún tipo de exigencias de calidad.
¿Por qué? Porque en política sucede como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal, que dejó para los anales de la historia Edward Moore Kennedy . Y la PAC, al fin y al cabo, no deja de ser una razón política que en ningún caso debería contaminarse ni utilizarse con podredumbre ideológica como moneda de cambio para acuerdos y convenios internacionales sobre asuntos tan delicados como, por ejemplo, la inmigración.
Desgraciadamente los agricultores siempre terminan pagando los platos rotos a través de subidas de aranceles o bajadas de las ayudas para sacar adelante sus cultivos , de los que a la postre depende la alimentación de una creciente población mundial, que ganará más de 2.000 millones de habitantes en los próximos 30 años y entre la que más de 800 millones de personas ya sufren desnutrición.
En este sentido, reforzar la competitividad de la agricultura de regadío -la única que puede garantizar la seguridad alimentaria mediante un incremento del 40% en la producción hasta 2030 - precisa del apoyo de Bruselas para poder cumplir con los altos estándares de calidad que se les exigen a los productores comunitarios en los acuerdos de libre comercio.
Por ello hay que conseguir que los recursos europeos compensen la brecha de ingresos de los regantes, logrando al mismo tiempo un adecuado nivel de renta que también incentive el relevo generacional en un momento en el que los jóvenes no encuentran aliciente en este sector por su precariedad. Como prueba, los datos, ya que son menos del 6% de los agricultores europeos los que tienen edad inferior a 35 años, mientras que más de la mitad supera los 56 años. A este ritmo; ¿quién va a quedar en el campo dentro de unos 15 años?
En este contexto, los países, sobre todo los del norte de Europa que sufren menos problemas de agua, deben interiorizar la importancia de tener recursos garantizados para poder regar. Y ello exige el desarrollo de una estrategia conjunta que permita un diálogo más directo y eficaz con las instituciones internacionales. De cualquier modo, se comprenderá mejor esta situación cuando comiencen a sufrir las consecuencias de las inundaciones y sequías derivadas del posible cambio climático los países que hoy gozan de una adecuada pluviometría.
En la política comunitaria se encuentran los aperos, también los presupuestarios, para combatir la fragmentación de la oferta , la dimensión de las explotaciones, las exigencias de calidad e incluso la insuficiencia de la renta que ponen contra las cuerdas a los agricultores españoles.
Porque sin PAC no habría agricultura y prácticamente desaparecerían todos los cultivos de interior. Ancha es Castilla, pero bien podría estrecharse si comienzan a menguar los fondos que sostienen nuestros cultivos. Un peligro de extinción que también se extendería a las poblaciones rurales amenazadas por ese vaciado de España, que -en palabras de Guerra- «no la reconocería ni la madre que la parió» , porque nuestros campos abandonados, lejos de convertirse en un bosque mediterráneo, pasarían a ser -por nuestra deficiente pluviometría- un inhóspito desierto o el basurero de la ciudad más próxima.
Andrés del Campo, presidente de Fenacore (Federación Nacional Comunidades Regantes de España)
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