Alivio del superávit comercial alemán

Las exportaciones alemanas perdieron dinamismo en abril y cayeron un 2,9% respecto al año anterior

Puerto de Hamburgo (Alemania) EFE

ROSALÍA SÁNCHEZ

Tras el nuevo récord registrado el pasado mes de marzo, las exportaciones alemanas perdieron dinamismo en abril y cayeron un 2,9% respecto al año anterior, según datos publicados esta mañana por la Oficina Federal de Estadística (Destatis). Para cualquier otro país se trataría de una mala noticia, pero para Alemania, criticada en el mundo entero por su superávit comercial , supone cierto alivio en la presión de sus socios.

Alemania vendió en abril mercancías al exterior por valor de 101.000 millones de euros , pero sus ventas a la zona euro cayeron un 6,3% respecto a hace un año, descenso que pesa sobre el total. Además, la economía alemana compró bienes y servicios por valor de 83.000 millones de euros, un 5,4% más en términos interanuales y un 1,2% más que el mes anterior, por lo que el superávit se redujo a 18.100 millones de euros, frente a los 25.300 millones de euros en el mismo mes del año anterior. Corregidos los efectos estacionales y de calendario, el superávit se sitúa en 19.800 millones de euros.

Los factores tras estas cifras pueden estar relacionados con un descenso de la competitividad del que ha hablado esta semana el Instituto de Investigación del Mercado Laboral (IAB) con sede en Núremberg, que alerta sobre las crecientes bajas laborales. Los alemanes trabajaron durante el primer trimestre de 2017 más que durante el mismo periodo del año precedente pero su productividad descendió. Concretamente, entre enero y marzo de este año fueron trabajadas en el país un total de 15.300 millones de horas , un 3,2% más que durante el mismo trimestre de 2016, pero la productividad descendió un 0,3%, lo que lleva al IAB a hablar en su informe de un nivel de productividad “bastante flojo”, dado el momento que vive el mercado laboral.

Hasta ahora, Alemania achacaba un superávit considerado excesivo por socios clave como EE.UU. o Francia a la política monetaria ultra expansiva del BCE., que el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha comparado con la adictiva Coca-Cola. Incluso la canciller Merkel ha declarado públicamente que la cotización del euro está actualmente “demasiado débil” debido a la política de Mario Draghi. Pero nada ha cambiado en este último mes en esa política y el dato de exportaciones podría dar la razón a economistas como Marcel Fratzscher, director del Instituto Aleán de Investigación Económica (DIW), que en un encuentro con la prensa extranjera de Berlín esta misma semana ha defendido que “el culpable del superávit alemán no es el BCE sino la propia política alemana”. Fratzscher considera que los responsables no son ni las exportaciones ni el euro, sino la falta de inversiones en Alemania provocada por un marco económico ineficiente para la inversión privada, una burocracia excesiva, falta de mano de obra cualificada e inversiones deficitarias en materia de educación, innovación e infraestructuras.

“Alemania saldría beneficiada con la reducción del superávit comercial a través del aumento de la inversión, porque mejoraría del crecimiento, los ingresos y el bienestar de sus ciudadanos”, defiende, “para mejorar su política económica y emprender reformas en Europa, Alemania tendría que bajarse del pedestal y terminar con esa doble moral. Puede exigir reformas a sus vecinos mientras respete la regulación, pero hacer responsables a otros del superávit como hace el gobierno federal con el BCE no solo es falso, sino también perjudicial para Europa”.

La política del BCE, por otra parte, debería contribuir a la mejora de ese marco para las inversiones. Miremos por ejemplo las posibilidades de la inversión pública. La flexibilización de las reglas para ampliar el abanico de activos ha retrasado la llegada de la escasez de bonos alemanes. Con el superávit fiscal esperado en Alemania de unos 20.000 millones de euros, el gobierno tendrá que emitir sólo 152.000 millones para renovar una parte de la deuda que va venciendo y queda más margen para invertir. En este sentido, Fratzscher advierte que los riesgos de un cambio prematuro son más altos que los de cambios a posteriori . “El BCE ya tuvo experiencias similares en 2008 y 2011, cuando subió los intereses y fue arrollado por las crisis. Actualmente, el BCE no puede ignorar los riesgos del brexit y la política económica del presidente Trump, la mala situación de algunos bancos o los riesgos geopolíticos. Una política monetaria expansiva conlleva sin duda peligros para los pequeños ahorradores alemanes y muchas instituciones financieras. Pero también es cierto que el BCE actúa en nuestro propio interés con su política monetaria, tratando de superar la crisis y, por tanto, asegurando el crecimiento y el empleo en Alemania a largo plazo”, dice.

A fin de cuentas, lo que mantiene ese superávit récord es que los alemanes en conjunto gastan menos de lo que producen, y la diferencia se muestra necesariamente como exportaciones netas. Alemania tiene un ahorro alto porque población está envejeciendo más rápidamente que la mayoría y ahorra para la jubilación, por lo que, mejor que juguetear con la moneda sería abordar el ahorro y la inversión directamente. Y en esto difieren los dos principales partidos que compiten a las próximas elecciones Merkel sugiere un recorte de impuestos (el Gobierno alemán es un enorme ahorrador neto, con un superávit en el presupuesto de 2016 de 23.700 millones de euros), mientras que el socialdemócrata Martin Schulz promete elevar el gasto público en infraestructuras.

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