Reencuentro
El autor defiende la necesidad de «mantener «vigente a medio plazo la provisión incremental de estímulos por parte de las autoridades monetarias y fiscales» para entrar un nuevo ciclo económico
![ALFONSO GARCÍA YUBERO, DIRECTOR DE ESTRATEGIA SANTANDER PRIVATE BANKING: Reencuentro](https://s2.abcstatics.com/media/economia/2020/11/29/banco-central-europea-kuoB--1248x698@abc.jpg)
Para cualquier estudioso de la pintura renacentista del siglo XV, ingresar en la primera sala de la exposición que alberga en la actualidad el Museo Nacional del Prado bajo el nombre de «Reencuentro» supone la sublimación «ipso facto» de este movimiento pictórico, al participar el visitante del diálogo invisible que se entabla entre dos obras maestras del Renacimiento –«La Anunciación», de Fra Angelico y «El Descendimiento», de Van der Weyden–, enfrentadas no sólo en lo físico, por su ubicación, sino también en lo formal (escuela italiana vs flamenca) y lo argumental (el anuncio de la Concepción de Cristo y el desenlace de su Pasión).
Y, para cualquier analista económico, haber asistido este año a un estímulo conjunto de la política monetaria y la fiscal equivalente al 20% del tamaño de su PIB en las economías OCDE, de acuerdo con datos publicados en fechas recientes por el FMI, también supone contemplar una convivencia colaborativa casi inédita en las últimas décadas, y especialmente en la última, en pos de un mismo objetivo: paliar las consecuencias de la pandemia. Estas dos herramientas, coetáneas en su génesis como instrumentos de suavización de los ciclos económicos, también han estado enfrentadas con recurrencia a lo largo de la historia en ámbitos como su flexibilidad y rapidez de respuesta (mayor en el caso de la política monetaria) o su atomización (mayor por lo que respecta a la política fiscal).
Tan justo es ponderar el relativo éxito de la actuación coordinada de bancos centrales y gobiernos en esta crisis, por haber evitado aparentemente una suerte de depresión económica, como irresponsable sería albergar una complacencia excesiva al respecto, pensando que todo el trabajo está hecho. Nada más lejos de la realidad. Si la cristalización de una vacuna exitosa en todas las fases del proceso (fabricación, almacenamiento, distribución e inmunización) permite concebir la gestación de un nuevo ciclo económico, primero en el estadio de recuperación, y con posterioridad en el de expansión, su verdadera natividad sólo será realidad si en paralelo se mantiene vigente a medio plazo la provisión incremental de estímulos por parte de las autoridades monetarias y fiscales. La alternativa, como nos demostró el siglo pasado tras períodos tan o más convulsos que el actual, por haber cantado victoria antes de tiempo o haber retornado a una descoordinación entre ambas políticas, sería con alta probabilidad la vuelta de la economía global a su particular vía crucis, con riesgo de descender otra vez al abismo de la recesión.
¿Qué hubiera pasado, por ejemplo, si, tras el New Deal -basado en un completo plan de inversiones públicas, desplegado por Roosevelt en 1933 para contrarrestar las demoledoras consecuencias del crack bursátil de 1929-, la Reserva Federal no hubiera subido de manera precipitada los tipos de interés en 1937 o no se hubiera empezado a reducir aquel mismo año de forma gradual el gasto público? Aunque en apariencia la economía estadounidense estaba recuperada tras casi ocho años de crisis, en realidad sólo era un espejismo proyectado por los estímulos monetarios y fiscales aplicados. La precaria situación subyacente de la economía salió a la luz cuando, al retirarse las medidas de apoyo, el desempleo se elevó del 14% al 19%, la producción industrial se desplomó un 37% o los ingresos familiares cedieron un 15%. Esta recaída de la economía en una nueva crisis no se produjo por un choque externo o por una burbuja. Se produjo por una retirada excesivamente temprana de los estímulos que habían sostenido a la economía estadounidense durante los años que duró la Gran Depresión.
Por lo susodicho, los meses venideros se antojan decisivos para extender la duración de la provisión de estímulos -más recomendable que una intensificación notable de la misma- como mejor receta para apalancar la gradual recuperación sin generar riesgos de potencial inestabilidad financiera. La predisposición pública de la Fed y el BCE a hacerlo, la porfía de las instituciones europeas para movilizar los fondos del Plan de Recuperación frente al bloqueo de algunos países, o el nombramiento de Yellen al frente del Tesoro de EE.UU., son noticias en el sentido correcto. «Jan Van Eyck estuvo aquí», rubricó otro gran maestro flamenco en El matrimonio Arnolfini. Esperemos poder decir nosotros también en el futuro que fuimos testigos del éxito de un matrimonio bien avenido entre la política monetaria y la fiscal.