«Un acuerdo sobre salarios con la CEOE daría señales de estabilidad en el país»

Entrevista con el secretario general de UGT, José María Álvarez

El líder sindical, en su despacho, durante la entrevista con ABC IGNACIO GIL
Javier González Navarro

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El secretario general de UGT recibe a ABC en el mismo despacho que ocupó durante 22 años Cándido Méndez y en la fecha en la que se conmemora el 40 aniversario de la legalización de los sindicatos en nuestro país. Al cumplir un año en el cargo hace un repaso de los principales temas que interesan a esta organización. También destaca su buena relación con la ministra de Empleo, Fátima Báñez.

-Estamos en mayo y aún no hay un acuerdo sobre la revisión salarial para 2017. ¿De quién es la culpa?

-Visto desde fuera, la culpa es tanto de la CEOE como de los sindicatos. Pero en mi opinión, la responsabiliad es de la patronal. No ha habido una mesa de negociación seria. Hemos hecho reuniones en función de si me llamas tú o te llamo yo y creo que la CEOE está esperando a ver si el IPC baja porque son conscientes de que este acuerdo les saldría más caro ahora que en noviembre, ya que hay una subida de la inflación. También hay un clamor popular de que hay que repartir los beneficios que están obteniendo las empresas. En estos momentos, la prueba evidente de que la CEOE no está en el tema es que cualquier persona que tenga una mínima noción de cómo se negocian los convenios sabe que no se hace ni por carta ni informando primero a la prensa de su propuesta.

-¿Admitirían que las mutuas puedan dar altas y bajas, como pide la patronal?

-Hay margen para subir los salarios, pero no lo hay para la propuesta de que las mutuas puedan dar las bajas y las altas. Sobre el absentismo, tenemos unos porcentajes similares al resto de Europa. No somos más absentistas que los alemanes o los franceses. Hay una parte del absentismo en nuestro país que tiene que ver con los accidentes no laborales. Las listas de espera generan unas dificultades tremendas para hacer la rehabilitación y volver al puesto de trabajo. La propia atención en los servicios de urgencias, sobre todo en fines de semana, generan a veces situaciones graves, como un trauma mal solucionado que alarga la baja al margen de la voluntad del trabajador. Por eso, y como las mutuas tienen unas instalaciones de primer nivel y se utilizan muy poco, habría que proponer que se usaran más ya que, además, tendrían un menor coste.

-¿Cree que la CEOE está retrasando el acuerdo para que los sindicatos no puedan sacar pecho en el Primero de Mayo?

-Circulan varias interpretaciones. Lo nuestro no debe de ser la escenificación pública. Eso lo dejamos para la política. Puedo perfectamente convocar a los trabajadores para este Primero de Mayo sin que haya un acuerdo porque si somos capaces de movilizar a mucha gente las cosas van a cambiar. Nunca ha habido una cultura económica, política y social tan favorable a los cambios como existe ahora y solo hace falta que encendamos la chispa. Y esa es un Primero de Mayo potente. Algunos pueden hablar incluso de reconciliación entre los trabajadores y los sindicatos. El acuerdo hay que firmarlo cuanto antes. El tiempo se agota. Es una experiencia que solo existe en España y creo que sería muy bueno mantenerlo con la CEOE porque daría señales de estabilidad en el país.

-Qué piensa de los innumerables casos de corrupción que asolan el país?

-En primer lugar, tengo que decir que no todos somos iguales. Al César lo que es del César. En las organizaciones sindicales no hay dirigentes imputados con responsabilidades. No hay ninguna imputación que tenga visos de convertirse en sentencia negativa, salvo una, la de Soma-UGT. A nosotros que no nos incluyan con los que tienen cuentas en Suiza o los que han saqueado empresas públicas para llevárselo a su casa. No es ni justo ni decente. Por mucho que la UCO asalte la sede de UGT de Asturias y que luego llamen para consultar si hemos puesto media hora más en un curso de formación. Esto no tiene nada que ver con la corrupción que estamos viviendo. La sensación que tiene el ciudadano es que este país es un río de mierda, con todos mis respetos. Que no hay por dónde cogerlo. España necesita una refundación ética, de gestión y de independencia. Y también de la Fiscalía. Hay una petición de siete años de cárcel para varios compañeros de UGT por participar en un piquete. Es una desmesura tan brutal que puedo pensar que alguien ha llamado para decir que hay que ejemplarizar. Huyo de quien dice que la justicia tiene que ser ejemplar; tiene que ser es justa.

-El sindicato se ha visto también salpicado por algunos casos turbios, como el del histórico sindicalista de la minería Fernández Villa, que supuestamente se habría apropiado de dinero de Soma-UGT.

-En este caso no podemos ser acusadores y que a la vez se nos acuse. Si Villa se ha sentado en el banquillo es como consecuencia de las denuncias del propio sindicato. Quien ha aportado pruebas de que había detraído recursos ha sido UGT. El resto entra dentro del paquete de la amnistía fiscal del Gobierno de Rajoy. Se nos puede decir efectivamente que debemos mejorar los controles. Debemos tener un sindicato en el que no haya liderazgos que impida la transparencia y el control democrático. A veces, si interviene la dirección se nos vuelve en contra porque nos acusan de intervencionistas.

-Como sindicato próximo al PSOE, ¿quién cree que ganará las primarias de este partido?

-La primera apreciación no es menor. Somos un sindicato de orientación socialista o socialdemócrata, con afiliados que tienen diferentes pensamientos y, sobre todo, independientes. Lo ha sido siempre y, mientras yo sea secretario general, lo seremos plenamente de los partidos y de todos aquellos que no sean afiliados y trabajadores. Ese es un signo de identidad de la nueva UGT. En cuanto a las primarias del PSOE, son ellos quienes las tienen que resolver.

-Tras el drástico recorte en un 70% de las subvenciones, los sindicatos deben de financiarse con las cuotas de sus afiliados, pero su número sigue estancado.

-En cuanto a la afiliación, ya estamos saliendo del pozo. Al terminar 2016 había 931.558 afiliados y en 2017 vemos una tendencia positiva. Además de otras cuestiones, la afiliación está directamente relacionada con el paro. Cuando crece el desempleo, bajan los afiliados. Incluso, hay trabajadores que, por la temporalidad, se han afiliado hasta tres veces en el mismo año. Sobre la autofinanciación tenemos dos objetivos: uno, ir a una gestión administrativa tan transparente que nos permita demostrarle al país hasta qué punto los afiliados al sindicato financian y subvencionan la acción de defensa global de los trabajadores. Porque un afiliado paga la cuota esencialmente para aquellos temas que recibe él como afiliado. Pero aquellos que tienen un carácter general, como la negociación colectiva y la representación institucional, que son comunes a todos los trabajadores, no deben estar incluidos en su cuota. La negociación colectiva tiene un coste y, como es universal porque lo dice la Constitución, o se cobra a los beneficiarios o lo paga alguien. No pueden pagarlo solo los que están afiliados. Sucede lo mismo con la negociación con las administraciones. Si lo hacemos, conseguiremos que la gente nos valore por lo que somos y estaremos en condiciones de exigir que se nos pague el trabajo realizado, no que se subvencione. Lo importante es sanear las cuentas del sindicato, ajustarlas, y hoy puedo decir que UGT es libre y no debe nada a nadie. Esto es lo que nos va a garantizar no depender de ningún partido ni de ningún Gobierno y poder decir lo que estimemos oportuno.

-¿Qué le parece el proceso seguido por su amigo Toxo para designar a su sucesor en CC.OO. mediante una lista oficial?

-No sabía nada hasta que él me llamó la misma mañana en la que informó a su comité. Tenemos que tener un respeto escrupuloso entre los sindicatos y CC.OO. está en un proceso que hace lo que cree que tiene que hacer y que culminará en el congreso de junio. Nosotros tendremos que entendernos con la dirección que elija ese congreso. Cada organización sindical tiene su idiosincrasia y a veces las mismas en diferentes momentos. Tampoco se puede decir que lo que ha sucedido en CC.OO. no vaya a suceder en UGT, o al revés. En nuestro caso, las bases del sindicato fueron conscientes hace un año no tanto a quién votaban sino que querían que la organización hiciera cambios en profundidad. Y pensaron que era mejor plasmarlo con alguien que no venía de la mano del equipo de la dirección que llevaba 22 años con el mismo secretario general. En cualquier caso, la unidad de acción no peligra.

-Acaba de cumplir un año al frente del sindicato tras sustituir a Cándido Méndez. ¿Cúal es su balance?

-Por la coyuntura política, el país lleva un año casi paralizado. Las cosas van bien porque tenemos el viento de cara, aunque sea a costa de la vida de otros, como sucede con el turismo. También el petróleo y la moneda única europea tienen un valor muy importante. Pero en los temas de fondo es muy difícil entrar porque el Gobierno aún no está situado en que no tiene mayoría y necesita acuerdos sociales. Ha sido muy difícil sacar adelante cada tema que tocamos. Creo que podemos felicitarnos del acuerdo sobre la función pública, pero hay diversas expectativas que no acaban de concretarse, sobre todo en el Ministerio de Empleo. En el fondo, al país le está costando mucho entrar en las cuestiones que son ineludibles y que tienen que ver con una cierta refundación del país en términos de gestión democrática. Me ha tocado este año que ha sido de impasse. Respecto a la vida interna del sindicato, creo que la organización se resiste bastante a los cambios. Cada mañana, cuando me levanto, tengo que acordarme que esto es temporal, que hay que cumplir unos objetivos y ponerse las pilas porque si no cuesta mucho mover los temas. Este es un sindicato en el que sus bases quieren cambios en profundidad, que a los cuadros intermedios les cuesta un poquito más y que por tanto para conseguir ese necesario acompañamiento hay que salir mucho de la sede, visitar empresas, hacer asambleas, etc... El balance en términos internos es positivo. Hay que reconocer que algunas iniciativas, con diversas incomprensiones, las hemos puestos nosotros en marcha, como el aumento de salarios y la robótica. Estoy satisfecho de que haya sido UGT quien haya propiciado estos debates.

-¿Se puede dar por cerrado el proceso de reestructuración y adelgazamiento del sindicato?

-El proceso está culminado, pero al tener cambios tan importantes depende de cómo se implementen. Cuesta introducirlos. Más que reticencias, se trata de cambios culturales. La nueva estructura nos está generando nuevas posibilidades. Tenemos que trabajar no solo en los ámbitos federativos y sectoriales, sino también en, por ejemplo, en las contratas del Estado. El Gobierno está trasladando el déficit presupuestario a los contratos del Estado, por lo que las empresas compiten a cuenta de los salarios y condiciones de los trabajadores. Y no podemos dar una respuesta aislada. Hay que ver un encaje global. El Gobierno debe de ser consciente de que aquí no puede apretar más.

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