El abrupto camino hacia la normalidad de las pymes sanitarias
Miles de clínicas privadas buscan recuperar las constantes vitales de su negocio con menos clientes y más gastos en protección
Es la otra sanidad, la de servicios y prestaciones que no cubre el Sistema Nacional de Salud, o en todo caso lo hace de forma parcial o en casos excepcionales, pero que utiliza una gran parte de la población para tratar sus patologías o como prevención. Fisioterapeutas, ópticos-optometristas, odontólogos, podólogos, terapeutas ocupacionales, dietistas y nutricionistas... nunca cerraron sus clínicas a cal y canto durante el más estricto confinamiento. Como servicios esenciales, atendieron las urgencias. Eso sí reduciendo su actividad a la mínima expresión. Sin equipos de protección para garantizar su propia seguridad y la de sus usuarios, o cuando existían poniéndolos a disposición de las autoridades sanitarias en los peores momentos del estado de alarma, y con la población confinada sin poder salir de casa, poco más podían hacer. Por eso, la mayoría tuvo que acogerse a los Ertes para sobrevivir. Ahora gran parte de estas pequeñas clínicas, pymes y autónomos tienen abiertas sus puertas de par en par bajo estrictos protocolos y medidas de seguridad y protección, ya que la atención se presta en la corta distancia, a muy pocos centímetros del paciente. Lo que ha aumentado los costes para estos negocios: con un material sanitario más caro, con menos pacientes para evitar aglomeraciones en las salas de espera y mayor esfuerzo para garantizar sus centros libres de contagios. Son conscientes de que no recuperarán los, prácticamente, dos meses perdidos de inactividad. Y los hay que no seguirán adelante. Pero son más los que esperan salvar sus negocios a duras penas en lo que queda de año.
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Todas estas actividades tienen un denominador común: se trata de profesiones en las que, en la práctica, la única vía real para desarrollarse y sobrevivir es trabajar por cuenta propia. Por eso, la mayoría han levantado pequeños negocios, son pymes y miles de autónomos, aunque existan grandes cadenas con sus franquicias, poco representativas cuando se hace balance general de toda la actividad. Eso sí, cada sector tiene su idiosincrasia. Por eso la crisis incide en cada uno de forma diferente. Por ejemplo, la fisioterapia ya tenía una gran demanda antes de desatarse la pandemia y ahora, después, mucho más. De hecho, estos profesionales apenas cuenta con una tasa de desempleo del 5%. «Nos encontrábamos en una situación con mucha actividad por el envejecimiento de la población, el aumento de las patologías cardíacas... Ahora, junto a esos tratamientos que se han paralizado durante el confinamiento , existe mucha demanda porque han aumentado los problemas musculoesqueléticos a causa de la poca movilidad, del teletrabajo que no se ha realizado en las condiciones ergonómicas adecuadas, también por la lesiones deportivas tras dos meses de inactividad... Temíamos que al tener que trabajar con contacto, la gente no iba a acudir a nuestras clínicas. Pero los ciudadanos han dado una respuesta excepcional reclamando nuestros servicios», cuenta Fernando Ramos, presidente de la Asociación Española de Fisioterapeutas.
Los dentistan creen que 4.600 clínicas podrían cerrar de las 23.000 que existen en España
Por todos esos motivos, su pronóstico resulta alentador. «Si bien el impacto económico ha sido demoledor, y la mayor parte de los centros han solicitados Ertes; la alta demanda y que la fisioterapia no depende en exceso de acreedores, no hay muchas deudas, nos hacen pensar en un panorama menos pesimista. Es posible que la crisis incida más en las nuevas contrataciones y que los recién egresados se incorporen más tarde al mundo laboral. Pero no esperamos que muchas clínicas echen el cierre», considera Ramos.
El éxodo de los dentistas
Distinto es el futuro que pinta para los odontólogos. En España solo el 46% de la población acude con regularidad al dentista, sin embargo, tenemos un odontólogo por cada 900 habitantes, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda uno por cada 3.500. «Hay 23 facultades de Odontología en las universidades. Cada año lanzamos miles de dentistas al mercado de trabajo y esto da lugar a vulnerar los derechos de los trabajadores. Se gana más de camarero que de dentista. Hay dentistas que cobrando 600 euros al mes. Por eso tenemos un gran éxodo de compañeros a otros países como Francia, Gran Bretaña y Holanda, ya que no tienen posibilidad de trabajar aquí», afirma Óscar Castro, presidente del Consejo General de Dentistas.
Declarados actividad esencial durante el confinamiento, realmente solo podían abrir para atender urgencias. Muchos centros tuvieron que acogerse a Ertes por fuerza mayor. «Calculamos que ha afectado a más de 200.000 personas. Tenemos una media de tres personas por clínica, pero a eso hay que añadir los protésicos dentales y los fabricantes y distribuidores de material», concreta Castro.
Nuestro país cuenta aproximadamente con 23.000 clínicas de odontología y 37.787 dentistas, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) referidos a 2018. El 95% de ellos son autónomos. Castro sigue haciendo más cuentas: «Si de forma general se estima que un 20% de autónomos no podrán abrir sus negocios, y tenemos en cuenta que antes del Covid había unas 23.000 clínicas odontológicas en nuestro país, eso quiere decir que 4.600 no van a poder superar la crisis económica. Habrá desempleo y muchos pacientes que no podrán continuar sus tratamientos porque han cerrado sus clínicas».
Y los que abran tampoco lo van a tener nada fácil. Prevenir el contagio y protegerse exige un mayor coste. «Los protocolos resultan más estrictos. Se espacian las visitas, con lo cual hay una bajada de clientes. Se utiliza más material desechable y más material de protección: batas, gafas, calzas, pantallas de protección, mascarillas, guantes... El material sanitario que utilizamos se ha encarecido por 5. Por otro lado, se supone que se iba a suprimir el IVA sanitario, pero no ha quedado claro en qué productos, de tal forma que los distribuidores lo están aplicando su criterio: unos cobran el 21% de IVA y otros el 0». El miedo al contagio y la incertidumbre económica tampoco juegan a favor de las clínicas dentales: «La gente prioriza qué es lo que va a comer, no con qué lo va a comer», sentencia Castro.
Declaradas esenciales durante el confinamiento, estos centros solo puedieron abrir para las urgencias
De lo mismo se quejan los podólogos. «En la desescalada hay menor facturación porque dejamos más tiempo entre paciente y paciente para realizar la desinfección. Si antes atendíamos un paciente cada 15 minutos ahora es cada 30 para prevenir el contagio. Y hay más gasto en medidas de protección. Antes del Covid, un paquete de 50 mascarillas costaba 30 euros, es decir 7 céntimos por mascarilla. Hoy son 96. Se ha incrementado el coste por consulta», afirma Rafael Navarro, secretario general del Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos.
La figura del podólogo no es tan utilizada por la población española, por falta de concienciación. «Son sobre todo autónomos y trabajan en consultas unipersonales con la contratación de algún auxiliar. Y la mayoría ha cerrado durante dos meses», explica Navarro. Ahora hay que controlar gastos. El Colegio de Podólogos estima que los costes de local, luz, el auxiliar... oscila entre 25 y 30 euros por hora. «Un podólogo —continua— cobra por una consulta particular unos 30 euros. Pero también recibe pacientes a través de acuerdos con compañías de seguros, pero estas abonan entre 9 y 10 euros por consulta». Uno de cada tres podólogos así lo hace. Cuentan con otro handicap: «El grueso de nuestros clientes son población mayor que tiene miedo a salir de casa. Estamos trabajando a un 60-70% de lo que sería en una situación de normalidad», estima Navarro. Aún así esperan que el riesgo de quiebra de estos negocios no resulte elevado.
Las cerca de 10.000 ópticas que existen en España trabajan al 70% de su capacidad. Cerca de 6.000 son negocios de autónomos o pymes donde trabajan 4 o 5 personas. El resto pertenecen a grandes cadenas. «Todos los problemas visuales que se han ido aplazando con el confinamiento se han agudizado e incrementado con el tiempo. Esto nos va a permitir recuperar cifras, pero sin llegar a la situación anterior a la pandemia», sostiene Luis Rozados, miembro de la junta de la Federación Española de Asociaciones del Sector Óptico (Fedao) y director del grupo Federópticos. Para ello las ópticas están ampliando horarios de apertura o estableciendo franjas horarias para determinados colectivos. Esperan sobrevivir y que el cierre de estos establecimientos sea menor al 10%. «El descenso de ventas es generalizado, pero hay que intentar minimizar al máximo las pérdidas», recomienda Rozados, mientras todos miran a 2021 para recuperarse.