Obama contrarresta la creciente influencia económica y política de China en Asia

El cierre del Tratado Transpacífico garantiza a Washington décadas de liderazgo mundial

Obama contrarresta la creciente influencia económica y política de China en Asia afP

manuel erice

Salvo que sufriera algún contratiempo en el trámite de aprobación por los parlamentos nacionales, que no es descartable en el cada vez más inestable Congreso norteamericano, el Acuerdo TransPacífico de Cooperación Económica (conocido como TTP por sus siglas en inglés) va a suponer un indiscutible éxito para el presidente Obama. Pendiente de conocerse la letra pequeña de las condiciones del acuerdo, recogidas en un capítulo aún no publicado, las grandes cifras no dan lugar a la duda, en especial los 285.000 millones de dólares de inyección que se calcula estará recibiendo el crecimiento global allá por 2025. Aun con sectores que se consideran perjudicados, como el del automóvil, el farmacéutico y el del tabaco, todos los grandes medios han saludado la consecución del TTP como un impulso para el futuro desarrollo del país, en términos de PIB y de creación de empleo.

Para situarlo en la dimensión adecuada, los 800 millones de personas afectadas convierten el acuerdo en el de mayor volumen de la historia, que, en el caso de Estados Unidos, tiene su mayor precedente en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés ), que incluyó desde el principio a Canadá y México (también incorporados al TTP), con los que sumaba 460 millones de habitantes.

Sin embargo, con ser importantes las cifras, el reconocimiento al acuerdo apunta más a sus consecuencias geoestratégicas. Además de consolidar el acceso al mercado de Asia y el Pacífico , Estados Unidos sienta las bases para poder mantener unas décadas más su condición de primera potencia dentro de la nueva arquitectura mundial, que para los principales expertos ha desplazado el centro de gravedad de la Vieja Europa a la nueva configuración en Asia. Tras los números, se abre paso el verdadero objetivo norteamericano de contrarrestar el surgimiento de China como gran competidor en el tablero geopolítico, para lo cual el TTP «supone un enorme empujón que permitirá a Estados Unidos superar el reto del siglo XXI, que es Asia y el Pacífico», según asegura Mireya Solis, del Centro de Estudios Políticos para el Este Asiático.

Ese es el principal motivo por el que Barack Obama, respaldado por sus asesores en su ya de por sí menor apego personal a Europa, ha venido apostando durante sus casi siete años de mandato por el Acuerdo TransPacífico. Un logro personal que para Jeffrey A. Bader y David Dollar , ambos del Centro Chino John L. Thornton, «resulta decisivo para el reequilibrio del poder en Asia, la región más dinámica y en la que se corría el riesgo de que China fuese su actor único y todopoderoso».

Si excluimos a los dos otros dos países norteamericanos y a Chile y Perú, la presencia en el acuerdo de Japón, de manera muy destacada, y de Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam , va a consolidar un fuerte lazo norteamericano en una región donde China, ayudado por un fuerte crecimiento económico, había incrementado su influencia hasta encender las alarmas de Estados Unidos. Y las de Japón, tradicional rival de China y aliado norteamericano y cuyo empeño también ha sido decisivo. Pese a que mantuvo hasta el último momento una intensa negociación con Estados Unidos sobre las condiciones para el sector automovilístico, donde ambos también rivalizan, el país nipón era consciente del gran paso que le va a granjear el acuerdo, y más si Chin a, todavía muy reticente, no se acaba sumando.

Tanto Estados Unidos como el resto de actores del TTP han invitado reiteradas veces a China a participar del acuerdo, pero por ahora el gigante asiático sigue viendo con recelo el creciente y fortalecdio acercamiento de Estados Unidos a su continente.

Como se puso de manifiesto en la reciente visita a Washington del presidente chino, Xi Jimping, la relación entre ambos países mantiene continuos roces, no ya sólo por las malas prácticas que según Estados Unidos realiza en materia de ciberseguridad, sino asimismo por el perjuicio que de las grandes compañías tecnológicas estadounidenses por el trato discriminatorio que reciben del Gobierno chino.

El alejamiento de Europa de las prioridades estadounidenses no puede ocultar la realidad de que todavía hoy ambos sigan siendo los principales clientes mutuos y los que generan entre sí la mayor riqueza comercial, con mas de 515.000 millones de euros de volumen total, sumando solo las exportaciones y las importaciones de bienes. Sirva de ejemplo para calibrar el alcance del acuerdo TransPacífico el billón seiscientos mil dólares que generan entre sí los doce países implicados.

Pese al evidente alejamiento de las prioridades de la Administración norteamericana protagonizado por Obama, en medios diplomáticos europeos se ha interpretado positivamente que Estados Unidos haya convocado la nueva ronda de negociaciones con Europa al día siguiente de anunciarse el acuerdo TransPacífico. Concretamente en Florida, entre los días 19 y 23 de octubre. A pesar de las dificultades de alcanzar un acuerdo antes de que termine el mandato de Obama en enero de 2017, lo que supondría emplear solo cuatro años, es decir la mitad de tiempo que para cerrar el TTP, funcionarios europeos en Washington creen que el mensaje que ha enviado la Administración norteamericana encierra buena voluntad.

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