Estados Unidos despierta de la pesadilla de Lehman Brothers
Siete años después de la quiebra del banco de inversión, la Reserva Federal está lista para dar carpetazo a la crisis
El jueves de la semana pasada estaba marcado como el día más importante del calendario económico del año en Estados Unidos. Se reunía el Comité Federal de Mercado Abierto de la Reserva Federal, el organismo que toma las grandes decisiones en política monetaria del banco central estadounidense. Las anteriores reuniones, en junio y julio, apuntaban a una decisión clave: la esperada subida de los tipos de interés , que están en niveles muy bajos -entre el 0% y el 0,25%- desde hace casi siete años.
Esa política monetaria acomodaticia es una de las estrategias usadas por la Fed para mitigar los efectos de la crisis que explosionó en 2008 , aunque se anticipaba muchos meses antes -de hecho, la Fed no ha decidido a favor de un incremento de tipos desde hace nueve años-. Pero la ralentización de la economía china y la volatilidad en los mercados se cruzaron en el camino de la Fed, que el jueves decidió aplazar, una vez más, la subida de tipos. Nadie duda de que la decisión se producirá antes de que acabe este año. La presidenta de la Fed, Janet Yellen, que mide al milímetro cada una de sus palabras y huye de crear cualquier expectativa que no sea certera, volvió a insistir en esa idea.
Confluencia simbólica
El aplazamiento ha privado a EE.UU. de una confluencia simbólica esta semana: la decisión de subir los tipos representaría la prueba más clara de la recuperación del país dos días después del aniversario de la caída de Lehman Brothers, el acontecimiento emblemático de la crisis. El 15 de septiembre de 2008 -el pasado martes habían pasado siete años- quebró este banco de inversión, que representó al tiempo los éxitos y los excesos de Wall Street. La imagen de sus empleados abandonando el rascacielos en el número 745 de la Séptima Avenida, con sus pertenencias en cajas de cartón, es una de esas postales que todo el mundo recuerda.
Lehman Brothers caía asfixiado por una montaña de deuda basura acumulada en los años anteriores, los del frenesí de beneficios empresariales y récords bursátiles. Su caída fue el gran símbolo de la crisis, pero no fue su comienzo. De ella se hablaba desde mucho antes, al menos desde la primavera de 2007, cuando ya se advertían problemas en el sector inmobiliario, con hipotecas concedidas a mansalva que no se podían pagar y pérdidas en el precio de la vivienda. Esas hipotecas de mala calidad, de mucho riesgo de impago, se habían convertido en títulos que los bancos colocaban en los mercados como activos seguros. Fue la época en la que se popularizaron términos como «subprime» (prestamos basura), MBS (títulos respaldados por hipotecas) o «credit crunch» (asfixia de crédito). Al comenzar las ejecuciones hipotecarias y desplomarse el precio de las viviendas, el riesgo de estos activos se disparó y las entidades que los manejaban cayeron como moscas.
Un banco británico -Northern Rock - tuvo que ser rescatado en febrero de 2008, y lo mismo hizo el Gobierno de EE.UU. con Bear Stearns , un gigante de la banca de inversión, al día siguiente, de la mano de JPMorgan Chase. El mismo día que cayó Lehman Brothers, Merrill Lynch fue absorbido por Bank of America para no quebrar. El dinero público salió al rescate de las entidades que el Gobierno consideraba «sistémicas» y se inyectaron miles de millones en las entidades dedicadas a hipotecas Fannie Mae y Freddie Mac , a la gigantesca aseguradora AIG y a bancos como Bank of America y Citigroup . El salvavidas financiero a la banca -se calcula que la Fed destinó 12,6 billones de dólares -se complementó con ayudas a sectores estratégicos, como la automoción, donde General Motors y Chrysler recibieron financiación.
El estancamiento que trajo esta crisis no duró mucho: EE.UU. salió de la recesión en junio de 2009 . Unos meses antes, la Bolsa, desplomada a finales de 2008, empezó a recuperarse. Quizás el mayor golpe se lo llevó el empleo, que llegó a una tasa del 10% -nivel inimaginable en EE.UU.- en octubre de 2009. Esta atmósfera económica es la que ha forzado a un largo periodo de tipos muy bajos.
La situación hoy es distinta: el crecimiento se ha sostenido en los últimos años -la Fed acaba de mejorar las previsiones para este año, con un 2,1%- y el empleo se ha recuperado hasta niveles aceptables, con un paro del 5,1%. Mientras la banca cosechó beneficios récord en los últimos años al mismo tiempo que acuerda multas con los reguladores por su papel en la crisis y en fraudes posteriores: en total, los bancos acumulan 150.000 millones de dólares en acuerdos extrajudiciales, según «Financial Times».
Pero de la avaricia y los excesos de los que se les acusaba en 2008 ya no se acuerda casi nadie. Solo queda la imagen de las cajas de cartón en la puerta de Lehman Brothers.
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