Y... ¿volver a la banca pública de antaño? ¡No, gracias!
La mala experiencia de las cajas de ahorros invalida la idea, avisan los economistas
La propuesta de articular de nuevo una banca pública en España desde algunos sectores de la izquierda (Podemos, Izquierda Unida y los sindicatos), mejor ni volver a mentarla. Es la idea que ha surgido con fuerza en las dos últimas semanas de algunos de los principales representantes de nuestro sector financiero. La idea del ala «izquierdista» se basa en «mantener» el 60% que el Estado conserva en Bankia tras su intervención y rescate en 2012, que en principio debe vender antes de enero de 2018, y reconvertirlo en el germen de una gran banca pública junto a otras entidades como el Instituto de Crédito Oficial (ICO) . Y lo lanzan así a pesar de todos los pesares. De hecho, incluso el propio secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández «Toxo» argumentaba que, pese a la amarga experiencia de las cajas de ahorros, los bancos públicos «pueden gestionarse por criterios estrictamente profesionales» y que España es «una anomalía», porque la banca pública «existe en Alemania, Francia, Holanda» y algunos estados de Estados Unidos.
Entonces, ¿es posible volver a impulsar la creación de bancos públicos en España? ¿Sería un proyecto viable? ¿Funciona esta idea en otros países con éxito? «La creación de un banco público en nuestro país es inviable en la actual coyuntura», dice rotundamente Mario Weitz, consultor del Banco Mundial y profesor de Esic, y advierte de que «después de la experiencia de las cajas de ahorros, la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se opondrán firmemente. En especial, hasta que España no devuelva el dinero del desastre de las cajas, no se autorizará ningún banco público. Carece de sentido en un contexto de tipos de interés casi cero, y con la progresiva reactivación del crédito por la banca privada a pymes y ciudadanos». Una reflexión esta última que comparte José Luis Martínez Campuzano, estratega jefe de Citi en España, ya que explica que, sobre la base de que hoy las condiciones de financiación son suficientemente laxas, «crear una banca sólo podría tener como razón de ser la de financiar actividades empresariales o de otro tipo que son inviables en términos de rentabilidad y eficiencia económica».
Pero, ¿no hay otros instrumentos públicos ya existentes para este tipo de actividades donde prima su importancia social? «Naturalmente -recuerda Martínez Campuzano-, incluyendo el Presupuesto público, y a través de instituciones públicas que cumplen con los teóricos objetivos de estas entidades, como el Instituto de Crédito Oficial (ICO)».
El propio gobernador del Banco de España, Luis María Linde, se ha mostrado en contra de la creación de bancos públicos por razones de competencia , de regulación y de peso que podrían suponer pérdidas para el contribuyente: «La experiencia es mala. Puede existir alguno que funcione bien, pero no es probable», afirmaba Linde recientemente.
¿Viable en algún país?
Y es que, coinciden en el sector, la idea de banca pública, en realidad, no funciona en ningún parte del mundo, y las entidades que existen, son irrelevantes en importancia y con dificultades. Para el profesor Robert Tornabell, catedrático de Banca y exdecano de Esade Business School, «no sería bueno crear un banco público, porque la experiencia de Alemania, por ejemplo, demuestra que a pesar de su rigor financiero han tenido muchos problemas . Cada Länder tenía uno, denominados «Landesbanken Giro Zentrale» y gestionaban la liquidez de la más de quinientas cajas de ahorro públicas (por cierto, las cajas son municipales, y siguen funcionando con notable éxito de solvencia y liquidez). Los Landesbanken tuvieron serios problemas por la interferencia de los políticos. Algunos quebraron y otros se fusionaron. De los doce iniciales, ahora sólo quedan seis, y algunos están próximos a la quiebra. Angela Merkel nunca los presenta a las pruebas de resistencia que convoca el BCE o la EBA (European Banking Association), porque la mayoría son impresentables y Bruselas reclama los subsidios públicos que recibieron del gobierno alemán de turno».
Tornabell también recuerda que Italia tenía bancos públicos regionales, pero quebraron y fueron absorbidos por los bancos comerciales, algo que ha ocurrido, por cierto, en España.
Los expertos consultados coinciden en que una banca pública responde a momentos excepcionales donde las condiciones de financiación son complicadas o ante crisis financieras intensas, y «a medida que se reconducen estas últimas y mejoran las condiciones financieras, desaparecen los principales argumentos para tener bancos públicos», concluye Martínez-Campuzano.
Mientras, existen algunas voces que piensan que, aún hoy, en España, hay banca pública. Es la opinión de Javier Díaz-Giménez, profesor de Economía del IESE, que argumenta que «en realidad la banca es pública porque los bancos han convencido a las sociedades de los países avanzados que son demasiados grandes para caer y de que cuando tienen problemas de gestión el responsable es el contribuyente, por la tanto la banca ya es pública. Una banca que va a ser rescatada es un banca parcialmente pública, una banca que tiene un fondo de garantía de depósitos para evitar los problemas que puede tener la mala gestión del negocio bancario es un banca parcialmente pública, y una banca que va a usar para fondearse al Banco Central Europeo ya es una banca parcialmente pública porque tiene acceso a un recurso público que es la emisión de liquidez del BCE . Por lo tanto, la discusión no es si debe ser pública o no la banca, sino en qué cuantía en qué medida o cómo vamos a gestionar esta banca que ya es parcialmente pública».
Gestión profesional
Pero, ¿qué pasaría si se pusiera la idea finalmente en marcha en el caso de que las fuerzas políticas de izquierdas así lo decidan desde sus feudos, por ejemplo, o si una de ellas ganasen las elecciones generales? ¿Sería posible si se dotaran de un consejo profesional al margen de los políticos? El profesor Tornabell rememora en la historia española y explica que «tenemos un antecedente. En Cataluña existía “Caixa Cataluña”, cuyo principal propietario era la Diputación de Barcelona . La burbuja inmobiliaria y la interferencia de los políticos lo llevaron a la quiebra. Intervino el FROB y lo compró BBVA. La Generalitat de Cataluña tiene uno, que podría asimilarse a un banco semi público. Se trata del Instituto Catalán de Finanzas ; depende de la Generalitat, pero tiene un capital insuficiente y se dedica a financiar empresas, pero no está abierto al público».
Mientras, el profesor Weitz, consultor del Banco Mundial, avisa de que «la idea de dar créditos con criterios políticos está totalmente probada en España y ha llevado a la quiebra de las cajas de ahorro. Es una idea absolutamente falta de sentido común. La solución de la financiación de la pyme pasa por seguir el modelo anglosajón, donde la empresa se puede financiar no sólo con bancos sino con otras vías, como los mercados de capitales, bolsa, bonos y empresas de capital riesgo».
Para Martínez Campuzano, la solución sería factible a corto plazo. Pero «repito -dice-, no creo que este tipo de entidades sean sostenibles a medio plazo. Además, es importante aclarar bajo qué gestión y supervisión quedarían en el entorno del Euro».
Braulio Medel, uno de los pocos supervivientes de la era de las cajas de ahorros y actual presidente del malagueño Unicaja Banco, subrayaba en las últimas semanas que «a día de hoy el 11,5% del sistema financiero español es público», ahora bien, si la propuesta es crear una banca pública de nuevo con más amplitud «para financiar proyectos inviables», mejor olvidarse de ella.
Más vale lo malo conocido...