tribuna
Propuestas fiscales mejorables
El economista y asesor financiero Carmelo Tajadura analiza: «Hay partidos que hablan de subir los impuestos como si no tuviéramos ya una presión fiscal individual excesiva tras las brutales subidas en los años de crisis económica»
Una de las preocupaciones que surgen tras los resultados electorales del pasado día 24 de mayo se deriva de las propuestas fiscales de algunos partidos tras el nuevo mapa político que se abre. No sólo porque las administraciones autonómica y municipal tienen cada vez más competencias en materia impositiva, sino porque puede considerarse que anticipan las propuestas de los partidos para las generales.
Desde el inicio de la crisis, ya con el gobierno del PSOE pero sobre todo e intensamente con el del PP, hemos sufrido desaforadas elevaciones impositivas . Como es conocido, los impuestos altos distorsionan el comportamiento de los agentes económicos privados, familias y empresas, y han magnificado el efecto negativo de la crisis sobre la actividad y el empleo. Es verdad que los desequilibrios que teníamos en las cuentas públicas eran brutales y podían justificar –de manera excepcional– algún grado de mayor presión fiscal, pero la realidad es que todo el ajuste se ha realizado a base de más ingresos fiscales (34,81% del PIB en 2009, 37,77% en 2014) y menor inversión pública (6,40% en 2009, 2,82% en 2014), mientras el gasto corriente solo ha disminuido –muy ligeramente– este último año (39,37% en 2009, 41,18% en 2013, 40,75% en 2014). Actualmente la presión fiscal individual directa es ciertamente elevada , al menos para quienes tributan debidamente, aunque las vías de elusión existentes –ya sean al amparo de la legislación o, simplemente, por el incumplimiento de las obligaciones fiscales– hacen que la recaudación global sea menor que en otros países.
Pues bien, en este contexto nos encontramos con las ideas de Podemos que, aunque no ha detallado explícitamente su programa, hacen temer subidas generalizadas de impuestos para financiar nuevos gastos, como si sus efectos fueran inocuos. De sus propuestas se deduce por ejemplo «una fiscalidad progresiva» y que subirían los impuestos a quienes ganan más de 50.000 euros anuales. Que haya progresividad es absolutamente lógico, pero ¿aún más? Cabe recordar que en la declaración que estamos haciendo estos días el tipo marginal del IRPF llega en alguna comunidad autónoma hasta el 56% , situándose a la cabeza de Europa ¿Se considerará poco progresivo? En fin, también parecen querer subir impuestos a las empresas, sobre todos a los bancos sin que parezca importar que estos se los trasladen luego a la clientela.
Pero no hace falta irse a partidos extremistas. Uno de gobierno como el PSOE también habla de aumentar la progresividad del sistema tributario Y plantea que «el IRPF pase a ser un impuesto sobre las rentas globales del contribuyente, que incluya su patrimonio», lo que resulta asombroso. Como no vamos a pensar que confundan un flujo (renta) con un stock (patrimonio), lo que cabe suponer es que se pretende imputar una renta teórica en función del patrimonio. Pero, en cualquier caso, algo así solo conseguiría dañar al ahorro que tan necesario resulta en España para poder financiar un aumento de la inversión sin desequilibrio exterior.
En fin, las propuestas del PP y Ciudadanos , sobre el papel, son más sensatas. Si bien, resulta difícil confiar en el primero tras sus incumplimientos, y, en realidad, debería hacer todo lo contrario de lo que ha hecho estos años: reducir gasto corriente –por ejemplo racionalizando las administraciones públicas– aumentar los recursos dedicados a educación e I+D, y reducir los impuestos. En cuanto a Ciudadanos, se equivoca en mi opinión cuando pretende suprimir el concierto con los territorios forales ya que lo relevante es, en realidad, definir un cupo adecuado y evitar la picaresca en impuestos como el IVA .
¿Qué debería hacerse en materia impositiva en España? Una buena referencia la podemos obtener de la comparación con los países de nuestro entorno. Según datos correspondientes al año 2012, la recaudación en España sobre PIB es de casi cuatro puntos menos que el promedio de la UE, pero la diferencia se concentra en la imposición indirecta donde nuestros impuestos sobre el consumo son los más bajos (sobre PIB) de la UE . Ocupamos también el último puesto en impuestos medioambientales . En imposición directa, estamos cerca de la media europea y, en cotizaciones sociales, algo por encima. Y este patrón no es solo de 2012 sino relativamente estable en diferentes fases cíclicas. Por último, nuestros impuestos sobre el capital se sitúan entre los diez países que más altos los tienen mientras el impuesto sobre el patrimonio prácticamente no existe en otros países.
Las conclusiones son claras. Habría que bajar la presión fiscal directa individual y reforzar la lucha contra el fraude para no perder ingresos. Por otra parte, si fuera necesario un aumento de la recaudación, deberíamos avanzar en la línea de nuestros socios europeos lo que supondría actuar sobre los impuestos indirectos y medioambientales, aunque sólo en el momento y con el ritmo adecuado, para minimizar sus efectos sobre la economía. En definitiva, no deberíamos hacer modificaciones fiscales que distorsionen más el bienestar y la actividad económica. Algunos partidos deberían dejarse cegar menos por la ideología y no pretender nuevas subidas de los tipos del IRPF ni castigar el ahorro con impuestos injustificados.
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