tribuna / con permiso
Industria, el trabajo bien hecho tendrá su recompensa
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Dice el refrán que no hay plazo que no llegue ni deuda que no se pague. Un dicho puntualizado con lo que ya escribía en el siglo XIX el ensayista británico Thomas Carlyle, que explicaba que sólo hay dos medios de pagar las deudas: por el trabajo y por el ahorro. Pues «¡manos a la obra!» debió pensar el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, cuando al ocupar su cartera, allá por 2011, se encontró, entre algún que otro «marrón» más, con una factura que había engordado sin parar -sobre todo, desde 2004, con la llegada de los socialistas al poder-, y hasta límites insospechados, e... ¡in crescendo!Hablo del famoso, y ya, digamos, «inexistente», déficit de tarifa eléctrica y su deuda derivada.Una ventana por la que se escapaban miles de millones de euros, ejercicio tras ejercicio, y que necesitaba ser cerrada, o mejor bloqueada, sí o sí.
Y así fue. Con una solución firme, rápida y muy reflexionada, piensan en el Gobierno popular, que, correcta o no, ha funcionado. Al menos, de momento. Porque mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas, como gustaba decir uno de los padres de la Constitución de Estados Unidos, Benjamin Franklin. Aunque lo óptimo hubiese sido acostarse cenado y levantarse sin deudas, pero, desde luego, no era el caso... Porque ¡¡¡los consumidores españoles debíamos la friolera de cerca de 28.000 millones de euros a las compañías eléctricas por ese déficit tarifario!!! Una auténtica montaña de deuda -mayor que el agujero de Bankia, por ejemplo, del que tanto se habla y se escribe y tanto duele al bolsillo de los españoles, pero que, afortunadamente, también se está devolviendo- derivada de ese déficit que sale de la diferencia entre los derechos de cobro reconocidos a las compañías eléctricas y lo ingresado a través de las tarifas eléctricas (para entendernos, lo que los consumidores españoles pagan en el recibo de la luz no alcanzaba para cubrir lo que cuesta a las eléctricas proporcionar la energía que se consume en hogares y empresas. Por tanto, esa diferencia, ese dinero, se lo debemos a las eléctricas).
Pues bien, si de algo se siente satisfecho este Gobierno -y, concretamente, Soria en primera persona, y su secretario de Estado de Energía, el ideólogo de la reforma, Alberto Nadal- es de haber frenado un más que posible «default» en el sistema eléctrico español. Camino de ello, desde luego, iba. En el cajón del Ejecutivo -que no en el olvido, para no repetir errores- quedan las cuentas estimadas hacia la hecatombe eléctrica. Porque de seguir engordando «el bicho», el agujero deficitario hubiese alcanzado los 20.000 millones de eurosen un sólo ejercicio, el de 2020, dos puntos del PIB. Pero la herida se taponó. Y la sangría se cortó, pidiendo un esfuerzo al sector, sí, pero estableciendo unas retribuciones acorde con la situación del país. Ahora, 2014 se cerrará sin déficit. De tarifa digo, claro. Aunque si bien faltan ingresos importantes hasta diciembre por contabilizar, que es cuando se produce el cierre definitivo, a Industria le sale en sus cuentas un pequeño superávit. De, al menos, 100 millones de euros. Y a partir de 2015, suma y sigue. De hecho, en el equipo «eléctrico» popular están convencidos de que habrá ganancias hasta 2020 de entre 100 y 200 millones por año. Una situación radicalmente distinta a la que Soria encontró en 2011, que podría haberse incluso solucionado ya en 2013 (se cerró con un déficit aún de 3.540 millones), pero el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, no lo pudo permitir. Exigencias con Bruselas para cumplir el otro déficit, el público...
Y, se preguntarán ustedes, en toda esta cancelación de deuda ¿qué papel jugamos los ciudadanos?¿cuánto estamos pagando en el recibo de la luz por ese déficit de tarifa?Cada año, del total de costes del sistema eléctrico, 3.000 millones son para pagar la deuda del pasado. De ellos, 2.000 millones son amortización de capital y 1.000 millones pago de intereses, por lo que entre todos estamos reduciendo la deuda tarifaria a razón de 2.000 millones al año durante los próximos 15 años.
Una legislatura para Industria muy prolija en cumplimiento de objetivos y deberes hechos (se ha fijado, además, por ejemplo, un nuevo sistema de fijación de precios, el Precio Voluntario del Pequeño Consumidor, más eficiente y transparente al basarse en los precios de mercado; se ha creado un nuevo marco para las energías renovables, que permitirá reducir los costes del sistema eléctrico en unos 1.700 millones; y, también, un nuevo marco para la minería, que, a partir de 2018, será un sector energético en España más competitivo y que podrá seguir operando sin ayudas públicas... etc), que podría tener su recompensa para sus benefactores. Algo faltará, claro, siempre hay cosas que mejorar, pero lo «gordo» está hecho y funcionando. De hecho, la situación del sector está tan redirigida y centrada que el propio secretario de Estado de Energía está pensando seriamente en tomarse un respiro, si bien no abandonaría el barco hasta finalizar la legislatura, para dedicarse a otros menesteres «allende los mares», quizás, dicen, en territorio norteamericano...
Un barco que podría cambiar también de capitán -Soria-, no porque él lo haya pedido, ni porque quiera desentenderse del trabajo realizado, ni tan siquiera porque el presidente Rajoy lo considere necesario, sino porque habrá que cubrir otras vacantes. Por ejemplo, la que dejaría el ministro de Economía, Luis de Guindos, que desembarcará en la presidencia del Eurogrupo si todo sale como lo planeado. Compatibilizando, eso sí, su sillón europeo con su cartera española hasta agotar también la legislatura (tras los resultados que salgan de las generales, que se celebrarán probablemente el domingo 22 ó el 29 de noviembre). Luego, el tiempo dirá si nuestro valedor económico da el salto, en dos años, incluso a funciones mayores, más técnicas y financieras, optando a la sucesión del propio Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo. Pocos cambios más habrá en las carteras ministeriales. Quienes conocen a Rajoy lo saben. Sólo los indispensables derivados de situaciones como la de Guindos. El resto, repetirá. Rajoy, ¡por supuesto», también.
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