La crisis europea y el pánico de 1873

Michael Pettis catedrático de Finanzas en la Universidad de Pekín, subraya que el origen de la debilidad económica actual está en la «acumulación de deuda»

La crisis europea y el pánico de 1873 efe

michael pettis

La historia nos puede enseñar mucho sobre los orígenes de la actual crisis europea, y algunas de sus lecciones nos pueden parecer, de entrada, sorprendentes. Por ejemplo, sabemos que, desde hace alrededor de una década, diversos países europeos, entre ellos, España , pudieron pedir prestadas grandes cantidades de dinero, principalmente de Alemania , pero en vez de utilizar el dinero con cabeza, lo gastaron a tontas y a locas, siendo el resultado un boom inicial , seguido de una crisis de deuda y la peor depresión de la historia moderna de Europa.

Sin embargo, antes de señalar a los culpables y criticar, es necesario tener en cuenta algo que ocurrió hace poco más de 140 años. En julio de 1870, la disputa por la sucesión de Isabel II de España hizo que Francia le declarara la guerra a Prusia, guerra que perdió contundentemente a principios de 1871. Como condición para poner fin a la ocupación de gran parte del norte de Francia, y con la esperanza de frenar permanentemente cualquier posibilidad de recuperación económica del país galo, Berlín exigió pagos extraordinarios de 5 mil millones de francos a modo de compensación por la guerra. Esto suponía un impresionante 23% del PIB de Francia y más del 20% del PIB de Alemania .

Francia entregó el dinero a Alemania en 1873. Lo que sucedió a continuación puede sorprender a muchos. La deuda hizo que Francia se enfrentase a dificultades durante las siguientes décadas, pero en vez de con una economía mermada, Francia pasó el resto del siglo en relativa buena forma , reformando su sistema bancario, construyendo un entramado de escuelas nuevas y mejorando considerablemente la red de transporte, con arreglos de carreteras y ampliación de vías ferroviarias. También impulsó una serie de nuevas industrias, ya que las compensaciones francesas a Alemania volvieron recicladas, como siempre sucede, en forma de importaciones germanas de productos de fabricación francesa.

En cambio, el resultado en Alemania fue muy diferente. Berlín adoptó el patrón oro en 1873 , para lo que las compensaciones francesas fueron muy útiles, pero a medida que entraba dinero en Alemania y Austria, éste provocó un feroz boom bursátil e inmobiliario y, al mismo tiempo, debilitó a los fabricantes alemanes, que encontraron cada vez más dificultades para competir con los fabricantes extranjeros, ya que la creciente inflación elevó el valor real de la nueva moneda germana. Asimismo, Alemania también se encontró financiando un enormemente ineficiente boom de inversiones, especialmente inmobiliaria, de fábricas químicas, ferroviaria y de centros comerciales. En mayo el mercado de valores de Viena se hundió , y la crisis no tardó en extenderse a Berlín y al resto del mundo.

El gran pánico de 1873 fue la primera crisis verdaderamente mundial . La depresión que le sucedió duró hasta 1879, pero sus efectos se prolongaron hasta principios de la década de 1890. Las tremendas pérdidas alemanas en inversión y una economía en apuros tuvieron entre otras consecuencias un muy negativo vestigio de nacionalismo y un estallido de odio hacia los judíos, a los que se les culpó de los peores excesos del boom.

Resulta que esta historia no es en absoluto única y no lo es de una manera importante. Las compensaciones francesas de 1871-73 no fueron el único momento en que ha habido una enorme transferencia de capital de un país a otro. Esto ha sucedido muchas veces y, casi cada vez que se ha producido, el país receptor ha vivido un boom bursátil, un auténtico boom inmobiliario y un desenfreno de inversiones, seguidos de una tremenda caída y una prolongada crisis. Cuando una enorme cantidad de dinero entra en una economía, casi siempre acaba malgastándose y deja tras de sí un reguero de lágrimas.

Es lo que ha sucedido en Europa. Entre 2003 y 2008 las reformas laborales en Alemania hicieron descender el crecimiento de los salarios germanos y, con esto, el crecimiento del consumo alemán. A medida que el consumo germano se debilitaba, se dieron dos acontecimientos importantes. El primero, la tasa de ahorros alemana creció y el segundo, las empresas de Alemania, quizás por la escasa demanda interna, redujeron sus inversiones. Cuando los ahorros superan la inversión en un país, éste debe exportar la diferencia, y en 2003 Alemania comenzó a exportar enormes cantidades de capital a economías más pequeñas del sur y este de Europa, disparando los mismos booms bursátil e inmobiliario e inversiones desaprovechadas que Alemania experimentó a principios de la década de 1870. Es difícil comparar directamente, pero, como porcentaje de PIB, el dinero que ha entrado en España y otros países supera con creces el 20-22% que Alemania recibió de Francia. Así que, ¿por qué debería sorprendernos lo que sucedió a continuación? La economía española no ha sido capaz de absorber la enorme entrada de capital y se ha venido abajo exactamente de la misma manera en que lo hizo Alemania en la década de 1870 (y también en los años 20 del siglo pasado). Esto debería ser una lección muy importante. Aunque nadie duda de que la economía española sufre numerosos problemas y distorsiones, entre ellos, una corrupción a niveles inaceptables y rígidas reglas que restringen la innovación y la flexibilidad, no es esto lo que ha provocado la crisis.

El origen de la crisis es una entrada excesiva de capital y la acumulación de la deuda. La capacidad de absorción de los españoles no es mayor que la de los alemanes hace 140 años . Sin embargo, a diferencia de Alemania, en España estos ingresos han dejado a su paso una deuda insostenible. En vez de solucionar esta deuda compartiendo sus costes con Alemania, Madrid ha decidido que la responsabilidad absoluta de la crisis recaiga en España, desconocedora de que la historia muestra que los países con un exceso de deuda no crecen hasta que le ponen solución.

Traducción : Nieves del Saz-Orozco Huang y Charles Saliba

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