Rajoy logra el apoyo francés para que la Península deje de ser una «isla energética»
El presidente español, François Hollande y Passos Coelho impulsan, junto a la Comisión, las interconexiones eléctricas y gasistas con Europa
El Gobierno de Mariano Rajoy ha conseguido el respaldo de la Unión Europea, incluido Francia, para que nuestro país deje de ser por fin una «isla energética». Para ello se van a construir más interconexiones eléctricas y gasistas con Francia, según acordaron ayer en La Moncloa el presidente del Ejecutivo español; el presidente francés, François Hollande; el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho; el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; el comisario de Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, y el presidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Werner Hoyer.
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El objetivo de esta reunión es identificar proyectos susceptibles de lograr financiación del denominado plan Juncker, un paquete de medidas de la UE para fomentar la inversión que pretende movilizar un total de 315.000 millones de euros. Hasta junio no decidirá la Unión Europea los proyectos que serán finalmente financiados por el plan Juncker, y España, Francia y Portugal desean avanzar en la identificación de los que cumplan los requisitos prefijados.
Beneficio para Europa
El Gobierno recalca que se trata de interconexiones que no benefician sólo a España o Portugal, sino a todos los socios comunitarios porque servirán para avanzar en la garantía de suministro energético en la Unión Europea. La demostración de ese interés común quedó patente el jueves pasado, cuando la Comisión Europea propuso un amplio paquete de medidas para crear una verdadera unión energética, reducir la dependencia de las importaciones rusas y reforzar las interconexiones en países que, como España, están aislados del resto del mercado europeo.
El primer paso ya se dió el mes pasado, con la inauguración de la interconexión eléctrica entre Santa Llogaia (Figueras) y Baixás (Perpiñán) que, con sus 1.400 MW de capacidad, duplica la existente hasta ahora y eleva al 6% la capacidad de intercambio, cerca ya del objetivo del 10% para el año 2020 fijado en la cumbre de Barcelona de 2002. Hay que recordar que han pasado 30 años desde que se puso en marcha la última interconexión eléctrica con Francia y que aún está pendiente la construcción del nuevo gasoducto Midcat, a través de Cataluña.
Los primeros proyectos que se llevarían a cabo serían cuatro interconexiones eléctricas con Francia, que sumarían unos 6.000 MW y situaría a España al borde del objetivo del 10% de capacidad de intercambio. El mayor y más importante de los nuevos proyectos sería una línea eléctrica bajo el mar Cantábrico entre Gatica (Vizcaya) y Burdeos, de 2.000 MW y con un presupuesto de unos 1.900 millones de euros. Actualmente ya se están realizando los primeros estudios del fondo y de las corrientes marinas. Debería entrar en funcionamiento en 2020.
Para ese año también estarían otras tres conexiones terrestres con Francia que partirían de Muruarte (Navarra), y de Ejea de los Caballeros y de Monzón (Aragón). El presupuesto de estas sumaría 3.400 millones de euros. A ellas habría que añadir otra conexión más con Portugal, desde Galicia. Actualmente, la capacidad de interconexión con Francia es de 2.800 MW y de 2.500 MW con Portugal. Los dos cables con Marruecos suponen otros 800 MW más.
Las interconexiones energéticas contribuyen a la seguridad y continuidad del suministro. Además, el intercambio de energía a través de ellas aumenta el número de operadores en los sectores eléctrico y gasista, lo que conlleva un abaratamiento de los precios. El descenso de las tarifas beneficiará a los consumidores domésticos y, sobre todo, a las industrias españolas, cuyos costes energéticos son muy superiores a los de sus competidores vecinos. Así, nuestras empresas, que cada vez más venden sus productos en el extranjero, serán más competitivas.
Las interconexiones proporcionan también una mayor independencia energética, cuestión que se ha puesto de manifiesto en los últimos meses en el caso del gas natural con el conflicto de Ucrania. Así, España podría garantizar el suministro de gas a Europa si Rusia decidiera cerrar el grifo, Para ello debería construirse el gasoducto Midcat, que es un auténtico «cuello de botella» en el sistema gasista español, ya que hay un exceso de gas por el mismo con los dos gasoductos (Magreb y Medgaz, que proceden de los yacimientos de Argelia) y las siete plantas regasificadoras (reciben el gas que llega en barco).
En el caso español, las interconexiones adquieren una relevancia especial, ya que nuestro país es líder en energías renovables y no siempre es posible gestionarlas en el sistema eléctrico debido a la caída de la demanda y al exceso de potencia instalada (102.000 MW). Las energías que producen el viento y el sol son difícilmente gestionables, ya que su producción de electricidad no coincide necesariamente cuando la demanda del sistema lo requiere, al contrario de lo que sucede con las energías convencionales (gas, carbón, nucleares...). Las interconexiones permiten evacuar y dar salida a la electricidad generada con renovables hacia otros países.