Reino Unido creció el año pasado un 2,6%, un 1,7% por encima de la previsión oficial
La economía se ralentizó en los últimos tres meses del 2004, con una caída en la construcción
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La economía del Reino Unido creció un 2,6% el pasado año, desbordando para bien la previsión oficial en un 1,7%. El país se convierte así, junto a España, en una isla de crecimiento en medio de la atonía de las principales economías europeas, con Francia e Italia gravemente estancadas. Sin embargo en el último trimestre del año el impulso inglés se aminoró, con un aumento del PIB del 0,5%, por debajo del 0,7% de los primeros doce meses del año. El ministro de Economía, George Osborne, declaró que el país “sigue en el carril” y culpó de la ralentización a un peor entorno global.
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A cuatro meses solo de las elecciones generales, los datos económicos constituyen el mejor argumento electoral de David Cameron , con la ventaja añadida de economía es el talón de Aquiles del candidato laborista, Ed Miliband, que no acaba de dibujar una alternativa clara para los bolsillos de los británicos y va y viene en sus propuestas para contener el déficit. La semana pasada se supo que la tasa de paro en el Reino Unido ha caído al 6,8%, la menor cifra en seis años, y hay 1,9 millones de parados, en un país de 64,1 millones de habitantes. La cifra de ocupados es de 30,8 millones. El número de personas que reciben subsidio de paro se ha reducido hasta 867.000.
Salarios e inflación
Además se ha conocido que en noviembre, por tercer mes consecutivo, los salarios crecieron por encima de la inflación (un 1,8% si se descuentan los bonos de las empresas, y un 1,7% sumando también los bonos).
Sin embargo, y concordando con los datos del PIB, las cámaras de comercio y los economistas observan que a finales del 2014 se creó empleo ya a menor ritmo que a mitad de año, fenómeno que es más acusado en la banda de edad de los jóvenes. A pesar de las buenas noticias, la resaca de la crisis perdura y se calcula que hasta el 2018 no se recuperará el nivel de ingresos salariales que disfrutaban los británicos en 2009, en los albores de la gran recesión.