tribuna

¿Se podrá pagar la deuda en el año de la cabra?

Michael Pettis, catedrático de Finanzas en la Universidad de Pekín, señala que «2015 será un año muy delicado. Se van a dar muchas oportunidades para que se den sorpresas políticas»

¿Se podrá pagar la deuda en el año de la cabra? reuters

michael pettis

Según el horóscopo chino, el 19 de febrero comenzará el año de la cabra, para el que se recomienda prudencia y evitar conflictos financieros. Probablemente éste sea un buen consejo, porque el 2015 se presenta como un año bastante difícil. Muchos de los desequilibrios que llevaron a la crisis del 2007-2008 siguen vigentes. La economía internacional no se ha reajustado del todo desde que se produjeron estos desequilibrios, y las correcciones que se han llevado a cabo en la mayoría de las grandes economías parecen ser el resultado en gran medida de una serie de desajustes resolviéndose a costa de otros.

Por ejemplo, Europa aún padece una débil demanda estructural: sus desajustes comerciales internos se han corregido solo porque sus desequilibrios comerciales con el exterior se han disparado. En Japón, como siempre, solo las tasas de interés en torno a cero hacen que los costes de la deuda estén bajo control, y por tanto solo que el crecimiento del PIB esté en torno a cero puede justificar unos tipos de interés tan bajos.

El consumo chino se ha estabilizado por fin, aunque a niveles muy bajos, pero el inexorable crecimiento de la deuda hace que cada vez sea más difícil sacarle rendimiento a esta inversión constante. Y los productores de materias primas están finalmente reduciendo sus expectativas de ingresos por exportaciones de metal y energía, incluso cuando en muchos casos los costes de su deuda se están volviendo incontrolables. Solo la economía estadounidense parece haberse ajustado por completo, pero la débil demanda extranjeray un exceso de dependencia de la burbuja bursátil para impulsar el consumo interno podrían hacer que su déficit de cuenta corriente se eleve.

El ambiente político en Europa en 2015 es de especial importancia. Siempre he considerado que si se diera solo uno de los dos siguientes acontecimientos, la dinámica de la deuda europea cambiaría profundamente. El primer evento está relacionado con los muy bajos niveles de capital en los principales bancos europeos, especialmente en Alemania, que hace imposible que puedan reconocer que muchos países europeos simplemente no pueden pagar su deuda pendiente.

Históricamente, cuando un país no puede pagar su deuda bancaria externa, los gobiernos de los principales bancos acreedores hacen todo lo posible para evitar reconocerlo hasta que sus bancos reciben las suficientes inyecciones de capital como para poder aguantar las reestructuraciones pendientes. Por este motivo España, Italia, Portugal y otros países se verán obligados a fingir que sufren problemas de liquidez, en lugar de solvencia, hasta que sus bancos acreedores tengan la capacidad de resistir las pérdidas.

Puede que pasen varios años antes de que los bancos alemanes puedan traspasar sigilosamente sus exposición a estos países al Gobierno alemán, o de que puedan generar beneficios suficientes como para asumir ellos mismos las pérdidas. Como esto implicará muchos años más de desempleo, es poco probable que los trabajadores europeos quieran esperar todo ese tiempo.

Es aquí donde el segundo acontecimiento es extremadamente importante. Mientras que los trabajadores y hogares de clase media alemanes se van a ver obligados a pagar las pérdidas de los bancos de su país durante muchos años, ya sea directamente como impuestos o indirectamente a través de la manipulación de los tipos de interés, los trabajadores de los países endeudados también se verán obligados a pagar por la crisis de la deuda a través de un elevado desempleo que mantenga los costes laborales bajo control. Sin embargo, cuanto más se prolongue esta situación, mayor es el riesgo de que los votantes, hartos de que el desempleo se perpetúe junto al bajo crecimiento y la deuda al alza, obliguen a sus gobiernos a reconocer lo desesperado de su situación y exijan la renegociación tanto de moneda como de deuda.

Es difícil predecir cuándo sucederá, pero es probable que el 2015 sea un año muy delicado. Se van a dar muchas oportunidades para que se den sorpresas políticas. El 25 de enero Grecia celebrará elecciones nacionales que, a día de hoy, parece que el partido antiausteridad y euroescéptico Syriza tiene muchas posibilidades de ganar. En marzo los votantes franceses elegirán los gobiernos regionales de las 27 regiones administrativas del país. En octubre se celebrarán elecciones parlamentarias en Portugal, y en España la celebración de las elecciones generales tiene como fecha límite el 20 de diciembre, y posiblemente se celebren a finales de octubre o principios de noviembre.

En cada una de estas elecciones probablemente uno de los dos partidos de centro de cada país se llevará la victoria, salvo quizás en Grecia, pero casi en cada cita electoral el vencedor será seguramente un partido que no está en la actualidad en el Gobierno. En todos los casos los otrora marginales partidos euroescépticos y antieuropeístas obtendrán buenos resultados, y si se produjese un cambio importante en España, Portugal o Francia, las consecuencias se sentirían de inmediato en todos los países.

En otras palabras, el tiempo apremia. Cada mes que se pospone una resolución, los partidos que se oponen a la austeridad y al euro y que exigen una reestructuración controlada de la deuda ganan votos, hasta que uno de ellos gane unas elecciones con rotundidad, o hasta que uno de los partidos de centro adopte esa misma postura y gane las elecciones. Si esto pasa en cualquiera de los principales países de la UE, arrastraría a una crisis de deuda a todos los países de la unión.

El mundo padece un exceso de ahorro, un desempleo elevado y una demanda débil. El crecimiento sigue ralentizándose en todo el planeta, salvo en Estados Unidos. Bajo estas condiciones, solo un cambio radical en la política germana puede evitar que Europa sufra las políticas contrarias a los trabajadores que Alemania puso en marcha hace una década.

Como parece poco probable que Berlín vaya a afrontar grandes cambios, Europa tiene que elegir entre años y años de un elevado desempleo o una condonación parcial de la deuda. En un año con la importancia política que tiene 2015, puede que sea ahora cuando Europa decida.

Traducción: Nieves del Saz-Orozco Huang y Charles Saliba

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