Así se escribe la historia
¿Quién nos quiere echar de la orilla del mar?
El deporte de la vela sigue pagando los platos rotos de la transición política española
El deporte de la vela sigue pagando los platos rotos de la transición política española. Y la megalomanía que practican algunos dentro del deporte de la vela, es otro de los grandes problemas que impiden su popularización.
Hay un vídeo de reciente publicación titulado “A toda Vela”, producido por el equipo de vela que patrocina la compañía telefónica Movistar. Un documental bien elaborado, en el que aparecen grandes marinos de la vela española, divido en varios bloques, en especial sobre la participación de España en las Olimpiadas, que se puede visionar en este enlace https://www.facebook.com/marinadenia/videos/445213729670130/.
Consecuencias exógenas
Muchos aficionados al deporte de la vela intentan buscar el origen del estigma que padece este deporte cuando en el país vecino al norte de los Pirineos es tremendamente popular y en España viaja en el furgón de cola a pesar de los grandes éxitos en las olimpiadas y otras competiciones.
El caso francés es una decisión de estado finalizada la segunda guerra mundial. El 4 de diciembre de 1945 al presidente de la republica Charles de Gaulle se le presenta el Plan Monnet, que en su primera fase para la modernización de la industria ya contempla la construcción de barcos, el sector químico o el sector del petróleo y sus derivados como la fabricación de las fibras sintéticas. Y en 1949 el gobierno galo, que ya caminaba por la senda de la “sociedad del bienestar”, invertía el 8,2 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB) en servicios sociales, un 64 por ciento más respecto al año 1938, un año antes del inicio de la segunda guerra mundial.
En 1973 los planes galos para la “sociedad del bienestar” nos aventajan en 28 años; así que llevamos 46 años esperando que la practica del deporte de la vela sea tan popular como en Francia.
Hay declaraciones en el vídeo como “… lamentablemente estamos viviendo de espaldas al mar…”; a lo que con sensatez responde Gabriel Martínez, Pte. Federacion Puertos Deportivos de España: “… yo no estoy de acuerdo con eso. A los españoles, llevamos muchos años que nos están echando de la orilla del mar”.
La administración del estado pos-transición tampoco no lo ha puesto fácil para tener una titulación náutica, o documentar un velero. En aquellas comandancias de Marina, o en las actuales capitanías, el efecto rodillo de una normativa extrema era y es contundente. Siempre me ha llamado la atención la tozudez de los examinadores con el examen de navegación, el famoso ejercicio de navegación en el estrecho de Gibraltar; que llevaba unas dos horas resolverlo. He cruzado este estrecho unas cuantas veces dirección Mediterráneo o Atlántico, con viento a favor o vientos de proa, a bordo de veleros con esloras entre los 35 y 80 pies; momentos en los que siempre recuerdo la estupidez de lo imposible si alguien piensa que lo puede poner en práctica cuando el viento sopla de lo lindo y el barco no para de zarandearse.
El marino Alex Pella es el más beligerante ante esta problemática, no duda lo más mínimo en poner los puntos sobe las íes.
Los éxitos de la vela Olímpica
Un bloque bien tratado, en el que aparecen los medallistas que han tirado del carro como Goroestgui, los hermanos Doreste, Theresa Zabell, etc.; los que siguen y las promesas que vienen. No tiene desperdicio la anécdota comentada por José Luis Doreste y José Maria Van Der Ploeg, aquellos insultos que permitieron alcanzar el oro de la clase Finn en Seul 88.
Por distintas razones, tras el último mandato del presidente Arturo Delgado, la Real Federacion Española de Vela sigue una espiral en picado que está provocando que excelentes regatistas tomen la decisión de abandonar su proyecto olímpico, y que cada vez se torne más difícil la consecución de medallas. Entre bastidores, los fontaneros, han maniobrado muchas veces en favor de una candidatura pensando en su “silla” y no en la del deportista. Y así navegan las cosas.
La huella oceánica
De lejos, en la actualidad el mayor exponente oceánico es Alex Pella, que tiene en su palmarés la récord vuelta al mundo Trofeo Jules Verne en 40 días, 23 horas, 30 minutos y 30 segundos; junto sus compañeros a bordo del maxi trimarán IDEC Sport, y que bien explica en este vídeo. Al igual que Pepe Ribes, otro gran comunicador explicando su paso por las grandes regatas vuelta al mundo con tripulación y escalas, se estrenó en la en la Volvo Ocean Race 2001-2002 junto a Grant Dalton a bordo del WOR60 “Amer Sports One”.
Incomprensible es la indiferencia, la negación de la historia, que se ejerce en este documental “A toda vela” hacia los proyectos españoles vuelta al mundo anteriores a la primera participación del equipo “Telefónica” en 2005.
El primer equipo español fue el “Licor 43” liderado por Joaquín Coello, que compitió en la Whitbread de 1981 con la tripulación: Jordi Brufau, Jacinto Criado, Francisco Fernández, Tomás Gallart, Santiago García-Gascón, Antonio Guiu, Sotero Gutiérrez, José Mora, Fernando Muñoz, Joaquín Quero, Juan Ramos, Rafael Tibau y Luis Vial y de Via.
Javier Visiers, arquitecto naval formado en Reino Unido, contó con el patrocinio de Tabacalera para sus proyectos “Fortuna Lights” en la Whitbread de 1985-86; y del “Fortuna Extra Lights” en 1989-1990, edición en la que batió el récord de velocidad de 24 horas, y primera vez en el mundo que una tripulación rescata con vida a un tripulante caído a las gélidas aguas del océano Índico sur. Y tripulado por Jan Santana (etapas 1,3,4 y 6) y Javier de la Gándara (etapas 2 y 5), Miguel y Héctor López Piqueras, Jordi Doménech, Guillermo Altadill, Juan José Fernández, Santiago Portillo, Rafa Tibau, Fernando Muñoz, Quino Quiroga, Gerard Pares, Pelayo López y José Luis Doreste.
En la Whitbread de 1993-94 acudieron dos equipos bajo pabellón español. El trasformado en “kecht”, dos mástiles, “Fortuna Extra Lights” con tripulación inglesa, que desarboló tras la salida en Southampton; y el WOR 60 “Galicia 93 Pescanova” que logró el tercer puesto de la general en esta clase.
Alguien podría pensar que hay animadversión hacia el director deportivo de los equipos vuelta al mundo Telefónica, Movistar y Mapfre. Pues se equivoca por completo, la cuestión es que no solo se deben de reconocer los éxitos, también los errores, que son el camino hacia la mejora; no debemos olvidar que toso esos proyectos oceánicos han contado con beneficios fiscales de la Administración Pública, a la postre gracias a los impuestos que pagan los españoles. Como dijo Friedrich Nietzschie: “el amor a uno solo es una barbarie, pues se practica a costa de todos los demás …”.
Hay una anécdota que pocos conocen, fue durante la vuelta al mundo de 2005 cuando el V70 “Telefónica” estuvo a punto de hundirse al paso por cabo Hornos, entre los tripulantes se encontraba Pepe Ribes. En ese momento se gestionó una colaboración con el equipo Movistar para que pudiesen entrar en el puerto argentino de Ushuaia sin el menor problema. Acción que el director del equipo agradeció profundamente, incluso propuso que esto se hiciese público, pero amablemente fue desestimado dicho ofrecimiento porque en ese momento lo importante era la seguridad y llegada a tierra de la tripulación en el menor tiempo posible.
Esa acción desinteresada son las que unen en el deporte. Y en estos momentos la “unidad” plena de todos los que están inmersos en la vela, y actividades náuticas, son la fuerza que provocaría la tan deseada popularidad social.