Carlos Pich - Tomar por la Lúa

Los viejos roqueros...

Una regata en flota con más de 60 barcos poco tiene que ver con una serie de los Juegos Olímpicos donde apenas hay 30 barcos

Hace unas semanas tuve la oportunidad de vivir en directo el Campeonato de Europa de Finn, que se disputo en las instalaciones del BISC del Port Forum barcelonés. Hacía mucho tiempo, creo que demasiado, que no me «sumergía» en una regata de vela ligera y el revival me agradó sorprendentemente.

Los cambios y evolución de las regatas de vela ligera desde mis años mozos distaban del concepto y mis experiencias vividas. Achaques de la edad, supongo, pero soy poco amigo de regatas ultra cortas donde prima la velocidad sobre la táctica. Cuando la víspera de la primera jornada pregunté sobre formatos y recorridos, me sorprendió que con 90 barcos en el agua no hubieran grupos. Espontáneamente comenté «Que bien, una regata a la antigua. Una salida con 90 barcos mola».

"Disfruté especialmente de las regatas del europeo con esa perspectiva perdida, aunque un servidor también se deleita con cualquier regata"

Una regata en flota con más de 60 barcos poco tiene que ver con una serie de los Juegos Olímpicos donde apenas hay 30 barcos. La táctica difiere, y los errores se pagan. La novedad para un vintage como yo es la bandera negra, que en mis años mozos no existía, provocando largas tandas de salidas tras innumerables llamadas generales.

Disfruté especialmente de las regatas del europeo con esa perspectiva perdida, aunque un servidor también se deleita con cualquier regata. Incluso con los shows mediáticos protagonizados por catamaranes voladores, tan en boga hoy en día.

Pasados unos días, pensaba sobre el éxito de participación del Europeo de Finn. Dándole vueltas llegué a la duda de si tratarse de una clase en solitario tendría algo que ver. No lo tenía claro, pero algo intuía. Sin ponerme el traje de agua, en mi época no se usaban neoprenos ni lycras, salí a navegar por la red…

Unos bordos por aquí, otros por allá, tratando de encontrar el role favorable. Otro día más y viré una rolada definitiva. En la regata de Laser Master que se celebrará en Calella de Palafurgell (Gerona), había 122 inscritos de 13 países a un par de semanas del evento. En el Finn World Master, campeonato mundial en toda regla, que se disputará en Torbole (Italia) a mediados de mayo, 368 inscritos de 31 países a dos meses vista.

Frótense los ojos y relean el párrafo anterior otra vez. Dos clases en solitario y ambas convocatorias para «edades avanzadas», algunas especialmente si pensamos en la dureza física de ambos barcos. Especulando con ambas variables, solitario y edad considerable, me da que antaño, en mis años mozos, había más afición. Tanta como para seguir en el ajo 25, 30, 40 o 50 años después.

Eran tiempos sin patrocinadores, el deporte profesional estaba expresamente prohibido. No había tanto show en el agua ni villages en tierra para el posturno «apres sail». Se navegaba, se competía y se disfrutaba por mera afición. Los viejos rockeros continúan haciéndolo.

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