Abierto de Australia

Nadie le pone fecha de caducidad a Nadal

Suma energía tras ganar en Australia para intentar conquistar otros retos que tiene por delante, como el número 1, el Grand Slam o recuperar Roland Garros

La escudería tras el campeón

Rafael Nadal EFE

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Tras la enésima resurrección de Rafael Nadal, de las muletas en septiembre a convertirse en el tenista con más Grand Slams de la historia del circuito masculino, es difícil hacer apuestas de cuántos más conseguirá. No hay fecha de caducidad que valga porque ni los años ni las lesiones han podido tumbar su determinación para volver y una y otra vez, sobre sus cenizas, y a lo grande. Más allá de la imagen dejada en la final del Abierto de Australia, ejemplo práctico, real, de su compromiso con el tenis, están las palabras del protagonista, que conoce mejor que nadie cuánta gasolina queda en el cuerpo y cuánta puede generar su cabeza. «Ahora tengo más confianza en que podré seguir jugando al tenis un poco más» . Como advertencia.

A pesar de haber conquistado otra galaxia en la que, por ahora, solo orbita él, hay todavía retos que pueden alimentar su ambición. Para continuar con los grandes torneos, en primavera llega el punto del calendario que siempre marca en rojo: un Roland Garros que se le atravesó en 2021, derrota en semifinales contra Novak Djokovic. Recuperar territorio e inmortalizar un décimo cuarto mordisco en la Philippe Chatrier . Pero la aventura puede continuar, pues sabe que tanto Djokovic como Federer, aunque el suizo todavía está sin fecha de vuelta, siguen en activo y con hambre porque ahora es él el reto.

En 2010 rozó otro de esos hitos que tienen pocos nombres. Ganó en París, Wimbledon y el US Open. Le faltó el Abierto de Australia para completar el Grand Slam , los cuatro grandes títulos en el mismo año. Algo que consiguieron, ya casi en la Era Open, Rod Laver (1962 y 1969) y Steffi Graf. La alemana, además, puso su impronta en lo que se define como Golden Grand Slam, pues en 1988 incluyó el oro olímpico de Seúl a los triunfos en el circuito.

A otro nivel se sitúan los Masters 1.000, donde Nadal se sitúa segundo en la clasificación , con 36, uno por detrás de Djokovic. La mayoría los ha conquistado en la primera mitad de la temporada (Montecarlo, 11; Roma, 10; Mutua Madrid Open, 5), aunque tampoco es desdeñable lo exitoso de su paso por Canadá, ya en agosto, con 5 títulos. Pero hay ausencias notables en su vitrina, pues nunca ha mordido en Miami, Shanghái o París-Bercy. Tan agotado ya su cuerpo a final de curso que nunca ha podido triunfar en la Copa de Maestros, fue finalista en 2013 y en 2010.

Djokovic marca, como número 1 , otro límite en un reto que se antoja casi siempre difícil para el balear, pues las lesiones le han impedido mantener durante los últimos años la regularidad necesaria para atacar de nuevo el trono de la ATP, donde terminó los años 2008, 2010, 2013, 2017 y 2019. No obstante, tiene opciones de encaramarse, al menos hacia el podio, en este 2022, ya que defiende muy pocos puntos más allá de las semifinales de Roland Garros. El serbio, en sí mismo, constituye otra tarea pendiente, tan encarnizados sus duelos siempre como en número de ellos, la rivalidad más larga del tenis actual, con 58 capítulos entre ambos. Pocos rivales en activo mantienen un cara a cara positivo sobre el balear; Djokovic es uno de ellos, el más difícil (28-30).

Adaptación

Más que nunca el balear mira el día a día, con objetivos a medio plazo, como mucho, porque el cuerpo marca el ritmo. Pero es la cabeza la que genera la energía para levantarse cada mañana para entrenarse y ser ese punto mejor cada día para que los retos sean posibles. De ahí que nadie quiera o pueda ponerle caducidad al balear.

«¿Cuánto le queda? Dependerá de cómo esté. Eso sí que es una incógnita. Nadie sabe . El año pasado creíamos que estaba muy bien, estaba lanzado, en semifinales de Roland Garros, perdió contra Djokovic y, de repente, no volvió a competir. Si él está bien, sin problemas físicos, dos temporadas más al máximo nivel seguro que puede estar. Dos o tres temporadas. Pero quién sabe si le va a salir alguna lesión antigua o nueva», explicaba Álex Corretja a este diario. Es lo que le da también Jordi Arrese: «Nadal estará arriba y de los favoritos mientras pueda jugar tres años en tierra . En dura dependerá de su dolor». El campeón de la plata olímpica de Barcelona 92 subraya la clave de que el balear siga en activo y en lo más alto: «El físico lo ha tenido que modificar también, con todas las lesiones que ha tenido. Se ha cuidado y ha jugado menos torneos. Con 35 años, y esta vitalidad... quiere superarlos a todos».

Está arropado por una inmejorable planificación de todos los parámetros: estudios biomecánicos, prevención de lesiones, alimentación -aunque confesó que estos meses de parón se tuvo que obligar a dejar el chocolate-, tecnología de recuperación o métodos de descanso para alargar la carrera. Tiene, además, un equilibrio perfecto de desconexión y entorno familiar que lo mantienen motivado, disciplinado, competitivo. Y para seguir siendo Nadal, 17 años desde el primer Grand Slam hasta el último ha tenido que evolucionar. Ser otros Nadal. Lo exige el propio circuito , los rivales, la deriva hacia la potencia por encima de la estrategia.

Explican siempre sus entrenadores, tanto Moyà como Roig, que tuvieron que convencerlo para alterar sus rutinas, obligarlo a ser más agresivo, a cambiar de ganar por desgaste a ganar por ataque. Acortar los puntos para proteger al cuerpo. Hace tiempo que ya no luce tanto músculo, pero ha ganado resistencia, velocidad, letalidad en los golpes, como el resto, que devuelve más alto, más largo, más incómodo; o el revés, mucho más definitivo. La capacidad de adaptación se une a su maestría mental, con la que llega al siguiente golpe cuando ya el físico no puede. Con la que se levanta para ser mejor cada día. Y para alcanzar esos retos que solo él convierte en posibles.

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