Wimbledon
Kyrgios espera a Nadal
En un encuentro muy extraño, el australiano bate a su compatriota en cinco sets para citarse con el español
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Tiene talento, buenos golpes, con servicios que superan ampliamente los 200 kilómetros por hora, y buena mentalidad, pues levantó el primer set desde el 2-5. Ilegibles sus drives, contundentes sus reveses, sorprendentes sus willis, sus voleas, sus remates. Es 43 el mundo. Tiene 24 años. Y todo lo necesario para triunfar en el tenis. Pero Nick Kyrgios no ha sabido canalizar esa ambición y los cuartos de final de 2014 han sido su mayor recorrido en Wimbledon .
En aquella ocasión logró su techo tras batir a Rafael Nadal, y se augura otra batalla en la próxima ronda del torneo. Kyrgios, a pesar de solicitar la asistencia médica a principio del tercer set, se levantó para doblegar a su rival, a quien desquició con ese tenis tan difícil de leer, sus continuos shows , su desgana y su convicción. Incontables los golpes por debajo de las piernas, infinitas los lanzamientos de raqueta que protagonizó Thompson, que no sabía qué hacer para responder. (7-6 (4), 3-6, 7-6 (10), 0-6 y 6-1.
Varía el ritmo de juego casi de forma aleatoria. Ofrece una versión de sí mismo de alguien que le da todo igual, pero su nivel es, por el momento, suficiente para estar en segunda ronda y retar a Nadal.
Logró levantar un 2-5 en la primera manga merced de esos drives que parecen martillazos y las dejadas que comenzaron a enfadar a su rival. Toalla en los dientes en los intercambios, tiró de grandes servicios para ganar el tie break .
No había dado mucho espectáculo para lo que suele ser habitual, por lo que dejó su impronta en una conversación con el juez de silla en uno de los descansos. Su queja: que un f0otógrafo le estaba haciendo demasiadas fotos, con flash, y le hablaba. «Es un día soleado, ¿por qué me está molestando» . El juez de silla, diplomático, aguantó la charla hasta darle la razón al final.
La inercia lo llevó a ponerse por delante en el segundo set, pero no mostró tanta finura ni contundencia. Desganado, se dejó llevar y Thompson aprovechó para igualar el marcador. La llamada de Kyrgios a las asistencias médicas explicaban el bajón y auguraban un tempranero adiós. Quizá, en realidad, solo era una estrategia más para despistar al rival, pues aún con signos evidentes de merma, Thompson no supo encauzar el parcial. Ante la falta de contundencia, a Kyrgios se le pasó el dolor. Logró un break en el undécimo juego y, perdió después el suyo propio cuando disfrutaba de dos bolas de set: intentó un saque por debajo de los brazos. No le salió. Pero su cabeza y su tenis se levantaron rápido para llevarse un loco tie break, con ojo de halcón milimétrico, carreritas como si celebrara un gol, lanzamientos al suelo...
Se dejó las ganas en ese set. En el cuarto, ni compareció . 0-3 en 11 minutos. 0-4 en 14. Golpes sin control, paletadas sin criterio, sin correr a por ninguna pelota, desgana absoluta. Solo consiguió los puntos que se jugaba a base de palos y que Thompson no supo responder. 0-5 en 15 minutos. 0-6 en 18.
Quizá guardaba fuerzas para el último, como si se tratara de otro jugador por completo, cambió de actitud y sacó ese tenis intencionado y potente con el que podría ganar más títulos de los que tiene (5: Tokio, Atlanta y Marsella 2013, Brisbane 2018 y Acapulco 2019). No dejó respirar a su rival, avasallado por ese buen nivel que esconde y atrapado ya por el cansancio de las más de tres horas de encuentro. Kyrgios completó un juego brillante tras otro, e incluso se alió con la red para confirmar la segunda rotura y ponerse con 5-1 y saque. El 43 del mundo terminó con 23 aces, 63 golpes ganadores y 51 errores no forzads. Capaz de lo mejor y de lo peor. A la espera de Rafael Nadal .
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