Entrevista Garbiñe Muguruza

Muguruza: «Ahora me gusta hablar y compartir más que antes, que me solía aislar»

La tenista se expresa en ABC sobre el exceso de expectativas y el proceso de madurez y retrospección que la ha impulsado hacia el título de 'maestra'

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De su voz, aunque cansada, se desprende esa alegría de quien ha recibido el premio no solo a su tenis, sino sobre todo al trabajo pequeño, de detalles, exigente, fatigoso y rutinario de su día a día. De esos en los que en los entrenamientos no sale nada, de esos en los ni siquiera apetece levantarse de la cama. De ahí que Garbiñe Muguruza , de viaje de fin de curso con matrícula de honor en la mochila, desprenda esa cierta relajación de quien puede volar a donde quiera, a disfrutar de todo lo que ha conseguido y sin las prisas de pensar qué avión coger mañana.

Atiende a ABC desde el aeropuerto de Atlanta rumbo al Caribe para disfrutar de unas vacaciones y admite que está ya recuperada un poco de todo lo que ha sido esta semana de tensión, nervios, partidos muy duros, dudas, de estrés competitivo, del aluvión de medios a los que tuvo atender nada más besar la Copa de Maestras . «Cualquier trofeo te da un subidón, pero este es el del Masters, es el summum del tenis. Y así es el calendario, torneo, tras torneo, tras torneo. En el tenis no te da tiempo a saborear lo que consigues y por fin podré disfrutarlo. Tenía ganas de cerrar esta temporada e irme de vacaciones a descansar».

¿Le molesta que se le diga que ‘por fin ha vuelto’ como si hubiera desaparecido estos años?

Desde la perspectiva de fuera, al haber hecho grandes resultados en el pasado, la gente espera que lo puedes hacer otra vez continuamente. Pero es muy difícil juntar el puzle, que todo esté controlado, que estés bien, que no haya lesiones y que se den las condiciones esa semana para ganar el torneo. Es verdad también que prefiero que la gente tenga esas expectativas a que no las tenga.

Usted sabía que llegaría en un momento u otro.

Nunca he dudado de que quien tiene retiene. Pero hay que entender que la carrera de un deportista de alto nivel va por rachas. En ningún momento temía que no llegaría a estar en esta situación. Solo era cuestión de seguir trabajando, aguantar y esperar hasta el momento adecuado.

¿Qué se diría a la Muguruza de 2019?

Que siga jugando, que llegará el momento del premio. Los deportistas somos siempre muy impacientes, lo queremos todo ya. Pero hay que entender que todo lleva su tiempo, su proceso. Lo que hay que hacer es seguir trabajando y ser humilde.

En esos momentos en los que cuesta pasar de primera ronda y se acumulan las decepciones, ¿le entran dudas de si uno sabe o no jugar al tenis?

Claro que hay dudas: qué me está fallando, por qué este partido se me ha escapado, por qué me noto más triste. Es normal. Estamos expuestos absolutamente todo el tiempo. Enseguida se ven las debilidades, pero hay que mantenerse. No me avergüenzo de decir que he jugado partidos que no tenía que haber perdido.

¿Ha variado también por el empuje de las tenistas que llegan tan rápido ahora?

Está habiendo una buena generación de jóvenes. Lo que ha cambiado es que ahora todo el mundo llega con un nivel muy alto. No pasa esto en el masculino, o pasaba menos, donde había tres nombres ahí arriba y costaba mucho llegar a ese nivel. En el circuito femenino todo es mucho más competitivo, con mucho más nivel da igual la edad que se tenga. Las chicas jóvenes lo demuestran cada semana, con una ganadora distinta en diferentes torneos.

¿De qué se siente más orgullosa de todo este viaje?

Estoy contenta de saber que todo trabajo tiene su recompensa. Cuando veo que se consigue me digo: ‘¿ves? Esto funciona, tienes que seguir’. Ahora tengo la certeza de que hay que continuar y tener paciencia. Que ahí estará cuando vuelva a jugar. Estoy muy orgullosa de que haya sido para mí una de mis mejores temporadas.

Y en una época muy difícil.

He jugado tres finales sin público, con la situación de las burbujas. Cuando hemos tenido la oportunidad de celebrar algo, como ahora, lo hemos aprovechado ahora que se puede.

Además del parón, ¿le ha cambiado un poco la vida estos dos años de pensar que todo puede cambiar de repente?

Reflexioné mucho. Aunque siempre tenía la idea de que podríamos volver a jugar. Me vino bien el parón por el Covid porque me dio tiempo para descansar físicamente y ver la vida normal. La de no viajar ni competir. Saqué lo mejor de ello.

Ahora que ha ganado, volverán a crearse expectativas sobre usted y casi la obligación de seguir ganando. ¿Lo va a llevar mejor?

Tácticas no hay. No es fácil. Hay que aceptarlo con humildad. Que la gente tenga expectativas sobre mí, como he dicho, me gusta. Esa presión es algo bueno. Pero no hay que obsesionarse con eso. Hay que entender que somos deportistas. Nos irá bien una semana y no tan bien la siguiente. Y desde la mayor comprensión, yo siempre daré mi máximo y espero que la gente así lo vea.

Es maestra, pero ¿qué aspectos cree que tiene que mejorar?

Todo un poco. Hay mucho margen en ese aspecto: detalles técnicos, fuerza, golpear con más fuerza a la pelota. Y, sobre todo, seguir aprendiendo a llevar la competición. Noto un gran salto en llevar los malos momentos de una semana a otra, de torneo en torneo. Y pienso ‘el año pasado hice esto y no fue bien, hay que cambiarlo ahora’. Sobre todo a la hora de gestionar las emociones.

¿Ha visto partidos suyos con esa intención, de verse en pista su forma de reaccionar?

Sí, claro. He visto partidos míos con actitudes feas. Me va muy bien verlo porque entiendo que esa Garbiñe no tiene que estar así y puedo corregir detalles para el siguiente. Aunque no es fácil. A veces suelo verlo para apreciar que también he mejorado, y eso me da impulso

¿Qué le da Conchita?

Me ha transmitido paz, empatía, calma. Es superpaciente. Tiene la experiencia, es dulce. Con un solo vistazo ya sabemos lo que estamos pensando. Y nadie sabe más que ella de lo que es la alta competición y qué significa ser jugadora. Al final son los años y la perspectiva. Cuando estás dentro no ves nada, necesitas esos ojos de afuera, con el valor de la experiencia.

Tiene de entrenadora a alguien a quien ya ha superado en palmarés. ¿Es más difícil escuchar así?

Siempre me ha gustado escuchar, aunque siempre he tenido algún pronto. Ahora me gusta compartir más que antes. Antes era más cerrada, sobre todo en los momentos de tensión, en los que me solía aislar de todo. Ahora es al contrario. Mi equipo me hace hablar y compartirlo todo.

¿Cómo es trabajar contra uno mismo, con esos pensamientos en cada golpe, de la oportunidad perdida, del error, de si lo has hecho bien o mal a cada segundo?

Al ser un deporte individual, estás ahí tú sola en la pista, así que estamos todo el día dándole vueltas a la cabeza. Vueltas y vueltas y vueltas. Intentas enviarte mensajes positivos; y si has fallado, no castigarte mucho. Es aprender a lidiar como uno mismo.

¿Cómo se aprende a eso?

En mi caso, mucho es con acierto y error; la experiencia, que te dice que has estado ahí y cómo puedes afrontar lo que ya has pasado una vez. Y con ayuda de psicólogos. Todos necesitamos ayuda.

¿Nada de pensar en 2022 ahora?

No mucho (se ríe). Quiero asimilar esto y rescatar la confianza de los grandes títulos. Seguir con el objetivo de los Grand Slams, porque me encantan los grandes escenarios. Que esta vez no me pille despistada.

Escribe otro renglón con su nombre a la historia del tenis español.

Es genial ser parte de la historia. Álex Corretja me escribió un mensaje: ‘Bienvenida al club’. Aunque Conchita no está muy contenta (se ríe).

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