ATP Doha

Roger Federer celebra con triunfo la vuelta 405 días después

El suizo firma su primera victoria después de casi 14 meses ausente del circuito en dos horas de partido contra Evans

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El primer triunfo era volver. Después de 405 días, trece meses de ausencia, una pandemia y dos artroscopias. El segundo triunfo, ver que la rodilla responde, que todo está en su sitio. El tercero, recuperar el juego, las dinámicas, a sí mismo. Y lo logró todo. En dos horas de partido contra Daniel Evans, Roger Federer ha vuelto al tenis y a sumar una victoria moral, física y de mérito tremenda en el ATP 250 de Doha. Un resultado de 7-6 (8), 3-6 y 7-5 con el que empezar a soñar con cotas más altas.

Son 20 Grand Slams, 103 títulos, 1.243 victorias (con esta), casi 40 años. Y un amor infinito por el tenis y por su profesión que lo devuelve al circuito a pesar de los viajes, las burbujas y el desgaste. Decía su preparador que sería un premio gordo si volvía a jugar y terminaba el partido con un «me he encontrado bien», pero se permitió empezar a reconstruirse ya en su estreno .

Le costó entrar. Casi catorce meses sin la adrenalina de la competición mermaron su capacidad de reacción, de movimientos, de frescura en la red. Apenas se disputaban intercambios en el primer parcial, pendiente el suizo de ver cómo se manejaba la rodilla. Le faltó esa chispa que lo había convertido en quien es. Faltó confianza para correr en la defensa , o para hacer saque y red, lento en sus desplazamientos y con demasiada ventaja para el contrario. Se acumularon los fallos en la red , donde antes de todo siempre se había mantenido en una línea de acierto altísima.

Aún así, consiguiendo que el servicio y la derecha reencontraran su tino y sus automatismos. Impidió que Evans se llevara el partido a su terreno, frenó una bola de break en contra con 4-4, y una bola de set con 5-6 en el tie break. Al revés le costó más entonarse . Casi todo el parcial. Pero, en su enésima reinvención, Federer lo intentó una y otra vez. Utilizar ese golpe hasta convertir los errores, algunos de bulto, en los aciertos que casi salían solos antes.

Faltaba esa parada para situarse bien para golpear la pelota. Freno mental para no arriesgar la rodilla a un movimiento demasiado brusco. Y se permitió fallar. Mucho. Hasta con golpes increíbles de los que él mismo se reía . Hasta encauzar la mano y la confianza. Para finalizar la primera manga, en el tie break, un revesazo cruzado para acoplarlo ya a su arsenal.

Más ligero entró en el segundo capítulo. Pero ahí también subió de nivel Evans, calmado y aprovechando las oportunidades que le brindaba el suizo. Por muy poco no se llevó el primer set, pero se llevó con margen el segundo.

Pasaba ya de la hora y media y Federer comenzó a tener a su disposición el repertorio que lo ha llevado hasta los 20 Grand Slams. Además, confianza en su rodilla, que estaba aguantando sin problemas aunque en los descansos la pierna derecha no se flexionara y permaneciera estirada. Por si acaso.

Pero comenzó a soltar la mano, a pesar del viento, y a divertirse . Encontró los botes prontos, los toques de muñeca, los reveses ilegibles, los remates en la red. Todavía no ha encontrado de nuevo ese toque de letalidad que le decía dónde poner la pelota para que el rival no llegara. Pero está en proceso. No pudo cerrar el partido en la primera bola de partido porque Evans firmó un partido ejemplar, muuy serio. Pero a Federer, incluso a este Federer, hay que plantearle muchas más dudas y no estaba el suizo para desaprovechar ese entrenamiento por fin con adrenalina y nervios con el que volver a disfrutar y a hacer disfrutar.

Volvió a meterse dentro de la pista, a presionar a Evans al resto y atrapó al británico con sus segundos servicios. Otras dos bolas de partido. Esta vez le sobró una. Porque el revés, que tan dubitativo se había presentado en este regreso, cogió vuelo, fuerza y contundencia tras dos horas. Un paralelo para alzar los brazos, sonreír por el regreso y, por qué no, empezar a soñar un poco más allá.

«Se siente bien haber vuelto. Estoy feliz de haber vuelto sin importar ganar o perder. Pero, obviamente, ganando es mejor».

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