Roland Garros
Pablo Carreño ya no tiene miedo
El asturiano, que hoy se mide a Rafa Nadal en cuartos, explota al fin a partir de la confianza y la autoestima
Es muy recurrente en el mundo del tenis hablar de la cabeza para diferenciar a un buen tenista de un tenista de elite. Todos los que campan por el circuito tienen un nivel descomunal, pero la excelencia, dicen los técnicos, se adquiere con mentalidad, una cuestión de actitud. Por eso Pablo Carreño está ahora cerca de ser del grupo de los elegidos , y si merodea por ahí es precisamente porque asumió que debía enterrar ese complejo que le atenazaba y no le permitía saltar. Hoy, por primera vez, disputa los cuartos de un Grand Slam y se mide a su amigo Rafael Nadal –entrenan juntos con frecuencia– en la tierra de Roland Garros, puede que el reto más complicado que haya en del deporte ( 16 horas, ABC.es y Eurosport ). «Si no creyera que puedo ganar, ni jugaría», suelta Carreño. Por fin ya no tiene miedo.
Es la viva imagen de un tenista liberado, de eclosión tardía pese a que tiene, por edad, un maratón por delante. Carreño, gijonés, cuenta 25 primaveras y en 2017 se ha consolidado con el título de Estoril y con su presencia por primera en el top 20. Ahora es 21 y avanzará, al menos, hasta el puesto 17 después de Roland Garros, premio a un torneo especial para él ya que aquí, en 2013 y justo en la misma pista en la que hoy desafía a Nadal, disputó su primer partido en un Grand Slam. Su rival, Roger Federer, nada mal para debutar.
El pasado domingo, rompió a llorar en la plaza de toros, que es así como se conoce a la pista 1 por su forma circular. Acababa de tumbar a Milos Raonic al vencer por 8-6 en el quinto, y cuando la cámara se le acercó para captar sus primeras impresiones se derrumbó. «Necesitaba soltar la tensión que tenía dentro», argumentó. Carreño, más locuaz y divertido, también ha evolucionado en ese sentido, tratando de enterrar la timidez que le reducía. «Se ha hecho bueno a base de trabajo. Un jugador que siempre pensamos que podía hacerlo bien, pero al que le faltaba mucha confianza en sí mismo. Para creérselo tenía que verlo», relata Javier «Dudu» Duarte , su entrenador durante siete años hasta que separaron sus caminos a final de 2015.
En ese momento nació otro Carreño. Se sentía atrapado y optó por probar en la Equelite Sport Academy de Juan Carlos Ferrero, atento a los consejos de Samuel López y César Fábregas , que ayer eran reclamados por todo el mundo para conocer la evolución del muchacho. «No es una cosa solo nuestra. Hemos marcado unas pautas y hemos intentado recuperar ese buen jugador que fue en la época júnior . Ahí creía mucho más en él», recuerda Samuel Sánchez, que antes tuteló a Nicolás Almagro.
Carreño, que se resiste a caer en la autocomplacencia por el hecho de haber llegado a cuartos, desgranaba hace unos días para ABC las claves de su transformación. «La decisión de cambiar de entrenador me dio un impulso. He cambiado mentalmente, también alguna cosita en mi juego. Soy más agresivo y ahora creo más en mí mismo ».
Creer, creer y creer, la base de todo. «Tenía una actitud de trabajo muy buena, pero en competición se asustaba un poco con la gente buena. Y le han ayudado a perder el miedo , ahora juega de tú a tú con los mejores, con mucha velocidad», resuelve Duarte. «El cambio está en la actitud, en pensar que es como los demás y que puede ganar a cualquiera. Cree mucho más en sí mismo, tiene la autoestima por las nubes y eso hace que saque lo mejor de sí mismo».
Necesitará de esa autoestima hoy ante Nadal, los dos únicos españoles vivos después de que ayer se despidieran Carla Suárez y Fernando Verdasco. «Rafa es favorito, con lo que Pablo tiene que marcarse un objetivo claro e ir a cumplir. Salir a disfrutar exagerando los aspectos tácticos», propone Juan Carlos Ferrero, que actúa como su asesor. «Voy ganando el respeto o el carisma que estos jugadores ya tienen. Tengo una sensación bonita de seguir creando mi historia , haciendo mi carrera», zanja. Ya saca el puño, ya no tiene miedo.
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