Roland Garros
Nadal, del pantalón pirata a los tics
El balear ha variado bastantes hábitos desde 2005 y emplea un manual de rituales para la concentración, pero mantiene intacto su espíritu de lucha
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Crónica: Nadal es inexplicable
Hace diecisiete años el mundo era otro. Internet se colaba en nuestras vidas como un relámpago, pero no existía Twitter, ni Instagram y Youtube apenas era un experimento de Silicon Valley del que no se conocía su porvenir. En España mandaba José Luis Rodríguez Zapatero y Fernando Alonso no había ganado todavía su primer título de Fórmula 1. En el tenis Roger Federer iniciaba su época dorada como número uno deslumbrante en elegancia después del reinado de Pete Sampras en los noventa. Pero en aquel Roland Garros el favorito era un debutante que tenía 18 años. Ante el alemán Lars Burgsmuller, número 96 del ranking mundial, se estrenó un 23 de mayo de 2005 Rafael Nadal en la tierra batida de París. Y así hasta hoy, primavera de junio de 2022, inamovible y eterno.
Hasta 2005 Nadal nunca había jugado en las instalaciones del Bosque de Bolonia que albergan el complejo Roland Garros , al oeste de París, entre el Periférico y el río Sena. Sus padres, propietarios de una empresa de fabricación de vidrios radicada en Manacor, nunca admitieron que el joven Rafael suprimiese sus exámenes de final de curso por ir a jugar el torneo júnior en la capital de Francia. En la familia lo primero eran los estudios.
De esta manera el tenista balear convirtió su debut el 23 de mayo en una escalera hacia el cielo . Se impuso por 6-1, 7-6 y 6-1 al alemán y abrumó a la competencia que le salió por el camino, Malisse, Gasquet, Grosjean, Ferrer, Federer en semifinales y el argentino Mariano Puerta en la final . Aquel último partido fue muy sintomático: Puerta dio positivo en el control antidopaje por etilefrina, un producto prohibido, y fue sancionado con ocho años. Nadal consumó una obra única, debutante y campeón.
Era un Nadal de aspecto adolescente, larga melena estilo Mowgli, pantalón pirata blanco por debajo de las rodillas, camiseta verde sin mangas y una cinta atada a la cabellera de aspecto salvaje. Un tenista al que era imposible doblegar en un peloteo, interminables sus intercambios desde el fondo de la pista hasta que el rival se rendía, y que llegaba por piernas hasta cualquier latigazo imposible. Nadal era un derroche físico cuya imagen de energía y pasión traspasó las tradiciones de Roland Garros.
Era un deportista que hablaba inglés con cierta dificultad y que no dominaba los tiempos verbales. Con su desparpajo natural de los 18 años, Nadal zanjó ese tema. «Me hacen reír y ya no lo intento más, así que seguiré hablando en castellano».
Lo que no sabía Nadal , que entonces anunciaba Cola Cao como correspondía a su edad, era que aquella lesión sin aparente importancia de 2004, una fractura por estrés del escafoides de su pie izquierdo, se iba a convertir en un martirio constante en su vida deportiva.
Han pasado diecisiete años y Nadal continúa en primera línea. Un caso de apariencia única en el tenis ( Bjorn Borg , que hubiera podido tener una secuencia de éxitos similar, se retiró muy joven) y también en el deporte mundial. Empezó a ganar con 19 años (los cumplió durante Roland Garros 05) y solo la lesión en el pie parece complicar su futuro con 36 en su cadena de 14 títulos.
Nadal no ha modificado su esencia , espíritu de lucha, capacidad competitiva, ejemplar en la derrota, cortés con el rival en la victoria, pero sí muchos complementos que lo acompañan. Ya no es tan atrevido con la moda que le presenta su patrocinador, habla inglés con fluidez, su fuerza capilar ha desaparecido, ha adquirido tics necesarios para su concentración (los golpecitos en las zapatillas para sacudirse arena, la gestualidad alrededor de la nariz antes de cada saque, el sondeo del calzón, las toallas milimétricamente colocadas en las repisas, las botellas en línea) y ya no prosperan sus infinitos peloteos desde el fondo. Se ha vuelto más rotundo con los golpes ganadores, ha mejorado mucho su saque, ha evolucionado en su repertorio…
El tenis y R oland Garros también se han transformado con los años. Ahora hay un super ‘tie break’ en el quinto set de los partidos; la emblemática pista central Philippe Chatrier luce ahora un techo retráctil que anula la lluvia y permite seguir con la jornada; se instauró el año pasado la sesión nocturna y el torneo ya no se rige por el crepúsculo de la puesta de sol, sino por el tiempo ilimitado de la luz artificial; y existe un tiempo para sacar (25 segundos) que Nadal maneja con tiento después de mucho entrenamiento para evitar las amonestaciones…
También han variado los componentes del palco del tenista, su guardia de seguridad en la que él flota confiado. Ya no está Toni Nadal , el entrenador de la familia de deportistas (el otro tío, Miguel Ángel, fue futbolista internacional) y forjador de la carrera del tenista, sino Carlos Moyá , por este orden ídolo, amigo y actual preparador de Rafael Nadal. Al elenco se ha incorporado Marc López, íntimo del campeón con el que ganó el oro en dobles en los Juegos Olímpicos de Rio 2016.
Ha cambiado todo, los adversarios, las reglas del juego, los periodistas que le seguían... Nadal tiene el cuerpo ahora lleno de cicatrices . Y permanece inalterable la solidez mental y el espíritu combativo de un tipo único adiestrado para ganar Roland Garros.
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