¿Qué pasó con... Luis Moreno Perpiñá?
Dos medallas de oro y una de plata en campeonatos mundiales jalonan la trayectoria de esta remero sevillano que en la actualidad ejerce como funcionario de instituciones penitenciarias

A los siete años comenzó a remar este sevillano nacido en Triana y del barrio de Los Remedios que a los veinte, en 1983, ya era campeón del mundo, cumbre que alcanzaría de nuevo en 1984 en un barco formado íntegramente por remeros sevillanos y ... forjados en el Club Náutico. José María de Marco y los hermanos Fernando y Alberto Molina completaban el cuatro sin timonel ligero que se coronó en el canal de la isla Notre-Dame, en Montreal.
¿Hace cuánto dejó de remar?
El deporte de competición lo dejé en el 92. Como veterano he estado luego en algún Campeonato de España e incluso en la Master Regata, el mundial de veteranos que hubo a principios de 2000.
Su generación de remeros sevillanos era extraordinaria.
Sí. Los Molina, Briones, De Marco, Cañete que en paz descanse... Unos años increíbles. Carlos Molina, al que se lo debemos todo; Javier Díaz, que fue entrenador físico del Náutico... Se lograron muchas medallas en Campeonatos del Mundo.
¿Cómo comienza su historia?
Con siete años. Mis hermanos mayores hacían remo y con esa edad me monté en un skiff. Me enseñó a remar Gaspar Company padre.
Con Fernando Climent compartió barco.
En el 86. Un recuerdo maravilloso. Era la primera vez que un ocho con timonel sevillano ganaba el Campeonato de España. Fue con el Náutico.
Su gran trilogía fue del 82 al 84.
Fueron tres años muy buenos. En esos tres barcos siempre remé con gente de Sevilla, salvo en el 83, con Juan María Altuna Muñoa, de Hondarribia, que es como un hermano. Son increíbles los vínculos tan fuertes que genera el remo. Mi mayor triunfo en el remo han sido mis amigos. Estamos muy unidos.
¿Fue entonces más especial el oro del 84 por ser un barco íntegramente sevillano a diferencia del 83?
Aquel fue como un triunfo de mi casa. Pero no quiero minusvalorar el que logramos con Altuna. En todos los vídeos de reconocimiento de aquella época en Hondarribia sale nuestra imagen en el cuatro. Salimos más allí que aquí. A Txisun, que así lo llamamos, lo quiero tanto como a mis compañeros de Sevilla.
¿Qué significó Carlos Molina?
Todo, todo. Como persona y como técnico. Si no hubiera existido, usted y yo no estaríamos hablando. Él introdujo una metodología. Fue una revolución. También quiero insistir en la figura de Javier Díaz. A él también le debemos los títulos. Ellos dos y Gaspar Company han sido los entrenadores que ha marcado mi vida, aparte de Bienvenido Front y Patxi Sarasua en la selección.
¿Compitió en la Sevilla-Betis?
Sí. Viví la peor época del Betis. No soy antisevillista; ante todo, soy sevillano. La única gran alegría me la llevé en la Sevilla-Betis de enero del 92. La gané. Me saqué la espina en mi última regata en activo.
¿Qué hizo cuando dejó el remo?
Vi que mi nivel con las lesiones de espalda ya no era el mismo y hay que aceptarlo. Estaba estudiando para entrar de funcionario en el cuerpo de ayudantes de instituciones penitenciarias. Y entré. Soy muy feliz porque lo mío es vocacional. Soñaba con este puesto de trabajo. ¿Le cuento una anécdota?
Adelante.
En 2018 me propusieron del Consejo Superior de Deportes para ser miembro suplente del Tribunal Administrativo del Deporte, solamente para temas de fútbol. Estuve hasta septiembre de 2019 junto a otros compañeros llevando todos los recursos disciplinarios. Una época intensa y preciosa de la que le estoy muy agradecido al Consejo Superior de Deportes y a los compañeros que tuve en el TAD, que son de una brillantez jurídica impresionante.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete