¿Qué pasó con... Luis Alberto Marco?

Insigne miembro de una hornada de mediofondistas sevillanos irrepetible, ejerce la docencia, hace el doctorado y trabaja en una clínica en Zaragoza

ABC Luis Alberto Marco, en una foto de archivo

Sergio Ávila

Lleva el atletismo en el corazón, en las piernas y en la cabeza. Ahora, también en los recuerdos, pasajes de una etapa brillante cerrada en 2019 por culpa de las lesiones. Casado con la también olímpica (en 1.500) Isabel Macías y padre desde hace casi tres años, Luis Alberto Marco, insigne miembro de una hornada de mediofondistas sevillanos irrepetible, ejerce la docencia, hace el doctorado y trabaja en una clínica en Zaragoza, donde reside. Es feliz y hasta bromea con su nuevo escalafón en la familia tras la llegada del nuevo rey de la casa.

—En noviembre hará un año del anuncio de su retirada. ¿Cómo ha cambiado su vida?

—Por suerte, la tenía bastante encaminada ya. Me dedico a la docencia en la Universidad y tengo algún que otro proyecto relacionado con el entrenamiento en una clínica donde hacemos pruebas de esfuerzo. Me ha afectado más la pandemia que el hecho en sí de la retirada, aunque es verdad que anunciarla me permitió cerrar esa etapa, ponerle punto final y centrarme en esta otra vida. Sigo haciendo deporte salud, pero ahora toda mi energía va centrada en desarrollarme a nivel profesional.

—¿Desde cuándo reside en Zaragoza?

—Desde 2015.

—Aparte de la familia, ¿qué echa de menos de Sevilla?

—El clima, sobre todo. En Zaragoza también hace bastante calor en verano, pero es más extremo entre invierno y verano. Lo peor es el cierzo, hay muchos días que no se puede andar por la calle.

—¿Ha conservado los hábitos alimenticios?

—Los he mantenido porque es algo que forma parte de mi rutina diaria. Y como mi mujer sigue queriendo competir, todos comemos sanos. En el Campeonato de España en pista cubierta de este invierno me hicieron un homenaje y mucha gente me decía que estaba para competir, pero no estoy en forma. A nivel de peso, sí, casi igual, acaso un kilo por encima o así.

—¿Sale a correr solo o va acompañado de su mujer?

—Normalmente solo porque el que no está corriendo se queda con el peque. Y como los problemas de gemelo que desembocaron en la retirada no me permiten correr todo lo que me gustaría, ahora estoy saliendo en bici.

—¿El peque apunta maneras para competir en el futuro?

—Me temo que sí (se ríe). Como la madre sigue entrenándose, muchas veces se lo lleva o yo los acompaño. Nos está viendo desde que estaba en el carrito. Me pregunta la gente si querremos que corra. Y la pregunta es más bien si podremos evitarlo. Me gustaría que hiciera deporte aunque no tengo ningún interés especial en que haga lo que yo quiero que haga. Que él elija lo que le guste. No ha cumplido tres años y desde que era un bebé lleva viéndonos correr.

—¿Cómo está viendo el hijo de una sanitaria la pandemia del Covid?

—Con preocupación. Al principio sé que muchos sanitarios no tenían material ni medios suficientes. Estaban sin armas en el campo de batalla. Mi madre, aunque es joven para ser abuela, se aproxima a las edades de la población de riesgo y ella tiene su plaza en la UCI. Estaba en contacto con los pacientes de Covid-19. Ahora estoy algo más tranquilo, dentro de la preocupación que sigo manteniendo, porque sé que hay material.

—Al nieto habrá podido verlo este verano, ¿no?

—Sí, porque organizamos las vacaciones para bajar a Sevilla durante su descanso. No veía a su nieto desde fin de año, igual que a su hijo, pero bueno, yo ya importo menos. He pasado a ser el segundo plato (risas). Ahora lo que le preocupa es el nieto (bromea).

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