Jaume Leiva: «Seré valiente y buscaré la mínima para el Mundial»

Estuvo dos años en el dique seco y ahora, que atraviesa un gran momento de forma, se ha propuesto rebajar en Sevilla su marca (2.13.41)

Sergio A. Ávila

Jaume Leiva (Tarrasa, 1983) es la viva imagen de la superación. Su carrera ha estado repleta de adversidades que mermaron su salud y casi termina por culpa de un calvario de lesiones que lo dejaron sin competir entre 2014 y 2015. Asegura que la dificultad lo ha hecho más fuerte y que la ilusión de ser padre le ha cambiado la vida. Ahora llega a Sevilla en un momento dulce, dispuesto a romper su marca, siendo ambicioso en sus objetivos.

¿Cómo lleva la preparación?

Es mi décimo maratón y nunca había hecho una preparación tan buena a nivel de regularidad. Ha ido todo rodado, fenomenal, no he dejado de hacer ningún entrenamiento.

Después de mucho padecido, ¿se encuentra en el mejor momento de su carrera?

Totalmente. No me esperaba volver a este nivel, superando el que tenía. Te haces más fuerte después de varias lesiones importantes y ahora valoras más lo que haces en el día a día: si llegas a un nivel, bien; y si no, tampoco me obsesiono. Ha sido el secreto. También he invertido más tiempo en recuperarme bien a nivel muscular y he vuelto esta temporada muy fuerte.

Estuvo en el dique seco los años 2014 y 2015, ¿cierto?

Sí. Empecé a tener molestias en el verano de 2013, pero no me operaron hasta diciembre de ese año. Todo el 2014 fue nulo y parte de 2015, también, hasta septiembre y octubre, cuando volví para la carrera de Behobia. Fueron unos 500 días sin poder correr.

¿Cuántas lesiones encadenó?

Me operaron de la cadera, pero se complicó la operación y me tocaron parte del nervio. Eso me dio mucho déficit muscular y, a raíz de eso, me rompí el platillo tibial, el cóndilo femoral y tres metatarsianos. Cuando regresé, sufrí una fractura de estrés en el sacro… Se encadenó todo.

¿Meditó tirar la toalla?

Tirar la toalla, no, porque soy una persona que ama el deporte. Hubo un momento en que médicos especialistas me dijeron que no volvería a correr, al menos a cierto nivel, porque tenía déficits muy grandes en la zona del tibial, y al ser más neurológico, no había tratamiento. Por suerte no les hice caso del todo y comencé a recuperarme por mi cuenta, con buenos preparadores y fisios. El objetivo era volver a correr, al nivel que fuera, ir adaptando poco a poco la carrera. Fue muy difícil. Me vi más de setenta días con muletas.

¿Dónde se encuentra la fuerza y la motivación en esos momentos?

Sobre todo, en la gente que está contigo. He tenido la suerte de contar con buenas personas que me han apoyado cuando peor he estado, y eso dice mucho. El tener amistades que me ayudaran y que me costearan parte de la recuperación. Ellos estaban ahí. Además, mi familia, que siempre me ha apoyado muchísimo: mi mujer, mis padres y… tener un niño. Decidimos tenerlo cuando estaba lesionado porque necesitaba tener una motivación y, vaya motivación, ¡no dormir durante un año…! Tiene ya casi cuatro años. Ahora hay otra personita ahí que te gustaría que te viera correr y por quien trabajas un poco más. Ha valido la pena todo el esfuerzo. Una de mis virtudes es la capacidad de superación.

¿Ha cambiado mucho el Jaume Leiva que regresó respecto al de 2013?

El pelo sigue siendo el mismo, no me ha salido más, pero lo que sí ha cambiado es la manera de ver las cosas. Ahora relativizo un poquito todo, no me obsesiono. Por suerte, he llegado a un nivel de equilibrio tanto deportivo como personal y familiar. He puesto todo lo que está en mis manos para este maratón. Si no sale, no será por lo que no haya hecho sino porque no era el día. Estoy convencido de que tengo un 99 por ciento de trabajo ganado y hay un uno por ciento que dejo en la incertidumbre de la suerte.

¿La alopecia universal que padeció fue en esos dos años o antes?

Antes, a finales de 2007, por temas personales, depresión… Trabajaba muchas horas para solucionar problemas económicos. Llevaba el cuerpo al límite porque también quería seguir entrenándome. El cuerpo explotó por ahí. Fue algo físico y ya está.

Así que lo suyo, más que un maratón, ha sido una carrera de obstáculos.

Sí, la verdad. Pero desde finales de 2018 todo ha empezado a ser positivo y aquellos problemas de 2007 los he solucionado ahora. He tenido una buena noticia y a nivel familiar y deportivo todo está yendo muy bien.

¿Los Juegos de Tokio los mira con optimismo o realismo?

Sí que lo visualizas y sé que estoy en el camino, pero primero vamos al Maratón de Sevilla y, en función de lo que pasé ahí, aceleraré más pensando en Tokio o en clasificarme para el Mundial de Doha. Nos piden bajar de 2.12, pero creo que estoy preparado para hacerlo.

Su bautismo en el maratón fue en Sevilla.

Debuté en 2010, hice 2.16 y el diez es mi número de la suerte. Es mi décimo maratón, parece que se ha alineado todo. En Sevilla he corrido en 2010 y 2016, justo al salir de la lesión. También he ido dos o tres años más. El año pasado fui de liebre con Marta Esteban. Será la sexta vez que voy a estar por allí.

Sabe que ha cambiado el circuito…

Habrá menos curvas, el puente que cruzábamos antes de la llegada se elimina y, sobre todo, mejorará el ambiente. Lo que necesitamos a falta de diez kilómetros es que la gente anime, que te dé fuerza, y por eso esos cambios van a ser muy positivos.

¿Qué meta se plantea?

El primer objetivo es rebajar los 2.13.41, que es mi mejor marca, pero no voy a salir por eso solo. Seré más valiente y buscaré la mínima para el Mundial de Doha. Hay que bajar de 2.12. Han endurecido bastante las mínimas. El año pasado era 2.14.30 para el Europeo y este año la han bajado, pero me he entrenado para eso y creo que puedo estar corriendo en 2.11

Habrá liebres hasta el kilómetro 32, aproximadamente.

Sí, eso hace muchísimo para nosotros. Veremos qué se habla en la reunión técnica. Yo estaré en el segundo grupo. Nos ponen una liebre para pasar la media en 1.05.40, en ese rango. Espero estar ahí, que vaya más o menos cómodo en los primeros kilómetros y que se forme un grupito de otros europeos y africanos. A ver hasta qué kilómetro nos puede llevar; ojalá que hasta el 30. Serían tres cuartos de la carrera detrás de una liebre y eso nos beneficiaría mucho.

¿Qué ha significado su entrenador, Domingo López, en su carrera?

Ha sido mi padre deportivo. Llevo veinte años corriendo, todos con él. He llegado a mi mejor rendimiento en la última etapa de mi carrera y le debo muchísimo, sobre todo en mis etapas más negativas, adaptando mis entrenamientos a mis necesidades. Nos merecemos un gran maratón el día 17. Desde que vine de Noruega, en septiembre, he hecho unos 3.300 kilómetros, según me marcaba el GPS. En maratón, si quieres correr rápido, hay que entrenar mucho. Esto no lo ve la gente, pero detrás hay un trabajo, una capacidad de sacrificio y una disciplina brutal.

¿Cómo se explica la explosión del running popular y que los atletas de elite tengan problemas para vivir bien de su profesión?

Bien no vivimos. Directamente yo no vivo del atletismo, sí del entorno. Soy entrenador a distancia y esos son mis ingresos económicos. Yo he sido dos veces internacional, campeón de España y estoy ahora mismo entre los cinco mejores corredores actuales en maratón y media maratón. No cobro ninguna beca; es más, no tengo ni una sola beca de servicios, así que no puedo acceder a centros de alto rendimiento, ni para entrenar ni para beneficiarme de servicios médicos. Tengo que buscarme la vida. Seguro que en otros países, con mi nivel, tendría más facilidades. Ojalá cambie algún día, aunque es muy difícil que se apueste en este país por algo más que no sea el futbol. No creo que haya que dar una beca solamente si vas a un Mundial. Yo puedo vivir de lo que me gusta. No puedo ahorrar para el futuro, pero hay que vivir el presente y soy afortunado de poder hacer lo que más me gusta.

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