La esperanza corre el Maratón de Sevilla en menos de 2.58:40

Eric ayudará a su madre, que padece esclerosis múltiple, a lograr el Record Guinness en la prueba hispalense que tendrá lugar el 23 de febrero

Eric Domingo se ata los cordones de sus zapatillas ante la mirada de su madre, Silvia Roldán ABC

Nacho Liaño

Tiene en su mirada esa inocencia perdida, que es la esperanza , mientras enjuaga sus pupilas en la luchadora charca de los sueños. Silvia (Barcelona, 1963) se ha calzado sus deportivas para hacer historia en Sevilla. Mientras su mirada divisa su próximo reto, su hijo Eric (Barcelona, 1993) le sube la cremallera del cortaviento, acaricia sus muñecas como si fueran las suyas y coloca sus manos sobre el mismo regazo en el que un día dejó caer su cabeza cuando sólo era un niño. Silvia no le pierde la mirada, y en él ve el hijo que nunca se irá mientras siga existiendo esa luz que pone su mundo al derecho, que es su infancia al revés. Eric revisa sus calcetines, coloca cariñosamente los protectores de sus tobillos, le pone un cinturón para evitar una inercia que tiene mucha menos fuerza que el amor que siente por ella, y se aferra a las empuñaduras de la silla de ruedas de su madre. No hay tiempo que perder, es hora de correr y en Sevilla hay un sueño que cumplir.

Eric Domingo va detrás de su madre, como hacemos todos. El atleta catalán trabaja en el departamento de marketing de un startup de bolsos y accesorios, donde lleva las redes sociales, la publicidad y su desarrollo digital. Siempre jugó al fútbol, pero a los 17 años decidió cambiar las botas por las zapatillas. Entonces comenzó a participar en carreras, competir por objetivos y a luchar por marcas personales, que se rebajaban cada vez más. «Soy muy inquieto, es innato. Viene de mi madre, que nunca ha parado. Ha hecho de todo, aunque su gran pasión siempre ha sido el motor. Para ella, ir en su moto era su válvula de escape. Cuando le hacía falta aire fresco la cogía y se iba por ahí», relata el hijo de Silvia Roldán a ABC de Sevilla una semana antes del Zurich Maratón de Sevilla 2020, que cuenta con este periódico como medio oficial de la prueba hispalense.

«De joven, mi madre hacía todo tipo de deportes. Iba en su ADN . Corría, no participaba en carreras, pero corría. Siempre hemos compartido ese vínculo tan especial. Es la mejor persona que ha habido en el mundo. Cuando yo me entrenaba al fútbol, ella me esperaba con las demás madres y, en vez de tomarse un café, jugaban al fútbol aparte. También practicó deportes de raqueta… ¡incluso ha hecho tiro con arco!» apunta Eric. «Por su ritmo de vida se tuvo que sacar las castañas del fuego muy joven. Se buscó la vida en mil trabajos. Fue contable, y recuerdo una anécdota de cuando nací. Cuando sólo tenía unos meses, ella me cuidaba en la oficina mientras trabajaba: mientras me balanceaba con una pierna, con la otra seguía trabajando», expresa con ternura el deportista.

Entonces empezaron a correr: «Recuerdo cómo se emocionó en la primera carrera de 10 kilómetros en Cataluña, aquello fue una aventura. Luego nos preparamos haciendo un medio maratón para llegar al Maratón de Barcelona en 2017, que repetimos en 2018 con un tiempo mejor. Ahora buscamos superar el Récord Guiness masculino empujando una silla de ruedas», que está a 2.58:40 desde que Marcus Green impulsara en diciembre de 2019 al pequeño Phil Rossall, afectado por una enfermedad de la neurona motora, en un maratón en Chichester (Reino Unido). Eric y Silvia pulverizaron en Sevilla el récord de atleta empujado por silla de ruedas del Medio Maratón, que redujeron en un minuto en una marca final de 1.22:39: «Buscamos visibilidad, ante todo. Que la gente conozca nuestra historia, se identifique, nos dé ánimos y colabore. Cualquier gesto ya sirve», asegura el joven barcelonés.

Madre e hijo corren con el apoyo de sus amigos en la Ciudad Condal ABC

«Hijo, esto es nuestro»

A Eric no le duelen los 42.195 metros que correrá junto a su madre el próximo 23 de febrero a las 8.30, pero no puede evitar emocionarse al evocar sus mejores virtudes: «Recibe lo que merece de la gente. Es la bondad de hacer el bien. De no encontrar un fallo. Por cierto, nunca ha estado en el Sur. Nunca ha estado en Sevilla. Con un gesto, ella me mira y sabe si estoy bien o estoy mal. Le debo la vida entera porque ella me la dio a mí. Si no puede valerse estaré ahí hasta que no me dé a mí. Además, confía en mí a ciegas en todo lo que le puedo proponer. Sí que el tiempo le ha echado para atrás, pero cuando vio lo que hicimos en el Medio Maratón me dijo: «Hijo, esto es nuestro». «La palabra de mi madre es mi misa », dice una boca llena de piropos para la mujer de la vida de Eric.

¿Será Sevilla testigo de cómo se cumple el sueño de la esperanza? «Llevo muchos días visualizando ese último kilómetro. Esa última carpa. Y la verdad es que se me ponen los pelos de punta. No sé si lloraré o me caeré al suelo. Quiero que todo sea positivo. Gritos, lagrimas, emoción. Quiero que pase y que se viva», finaliza Eric. La última palabra de esta historia, como debe ser, la tiene quien lo llevó en sus entrañas: «Me llena de muchas emociones hacer el Maratón de Sevilla. Me da mucha vida el poder correr. Me da mucha paz ver paisajes y verlo todo. Y, sobre todo, me da una libertad increíble». «¿Estás preparado?», le pregunta a Eric. «Pues vamos a por ello».

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