Alberto Lorente: «Me gustaría que mis brazadas tuvieran sentido para la gente»
Nadará duante 24 horas en un lago de La Rinconada con fines solidarios
Alberto Lorente (Viladecans, Barcelona) ha transformado una de sus pasiones, la natación, en un motor para la solidaridad. Su afán es ayudar a los demás y lo hace cubriendo kilómetros a nado, a brazada limpia, como mejor sabe. Con ese fin comanda la iniciativa «Un reto, una vida» , con la que recauda fondos para asociaciones y ONGs. «Me gustaría que mis brazadas tuvieran un sentido para la gente», se sincera. Ya ha cumplimentado tres desafíos y el cuarto, el más complicado de todos, lo abordará en La Rinconada los días 15 y 16 de junio.
En el lago del parque de ocio de Las Graveras de la localidad sevillana estará nadando durante 24 horas, un día completo, y todo lo recaudado se destinará a la Asociación Española para los Efectos del Tratamiento del Cáncer (AEETC) y su Proyecto Volante. «Lo importante es dar visibilidad a fundaciones y asociaciones que están casi en el olvido. Siempre digo que no hace falta que una enfermedad pique a mi puerta para yo picar en otra e intentar ayudar», reivindica Lorente.
La AEETC es una asociación sin ánimo de lucro cuyo objetivo es ayudar a los niños supervivientes del cáncer de las secuelas dejadas por el tratamiento oncológico. «Son niños que han podido estar en aislamiento un tiempo y quedan bastante débiles después del tratamiento. Lo que para nosotros es rutinario, para ellos es un mundo. Y por eso nace el Proyecto Volante , de la voluntad de los familiares de estos niños que le quieren dar visibilidad a todo eso. Los conocí en Sevilla, a raíz del primer reto, en el Hospital Virgen del Rocío. Colaboré con SEHOP (Sociedad España de Hematología y Oncología Pediátricas), conocí algunos casos y he mantenido el contacto con ellos, haciendo viajes a Sevilla para visitarlos y darles fuerza y ánimos».
Ya tiene tres retos completados, aunque ninguno de la complejidad del que le aguarda en unos días. «El primero fue el año pasado en Sevilla , nadando un maratón (42 kilómetros) en una piscina, para el que estuve en el agua casi catorce horas, y recaudamos casi tres mil euros para la fundación SEHOP; el segundo, un maratón en el mar en Barcelona, para una asociación para niños con trastorno de autismo en Gerona; y para el tercero me fui a las Canarias, para dar visibilidad al problema de los residuos plásticos que se vierten al mar y lo están castigando notablemente. Como nadador de aguas abiertas, me indigna la suciedad que hay en las playas, tanto dentro como fuera del agua», cuenta el fondista.
Y todo ello, con el enorme esfuerzo físico que supone, al margen del tiempo que le dedica en la preparación, lo hace de manera altruista. «Sí, yo tengo mi trabajo y mi mujer, el suyo. Hacemos una vida normal y siempre he intentado unir el deporte con la solidaridad. Se le puede dar un sentido a cualquier deporte que hagas , picar aunque sea la puerta del vecino y preguntarle qué tal está, qué necesita y en qué le puedes ayudar», resalta.
La mente y el cuerpo
Un reto de semejante envergadura requiere de una exhaustiva preparación «más que física, mental». La carga de trabajo la va reduciendo poco a poco. «He hecho dos semanas de cien kilómetros cada una de ellas. Luego he pasado a 55 y después ya me quedaré en 25 ó 30», detalla, destacando la importancia que tiene la alimentación, no sólo durante el entrenamiento sino el mismo día de la prueba. «Intento no tomar nada el día de la carrera que no haya tomado antes. El circuito en el lago será circular y cada dos horas haremos una parada de cinco minutos como mínimo para controlarme el azúcar, el lactato, comer y cambiar el sentido de la carrera con el fin de no cargarme más un hombro que el otro. Me hidrataré mucho con bebidas isotónicas y agua, tomaré alimentos de absorción rápida como barritas o gel, y sólidos como pasta, atún natural o un poquito de jamón, que al ser salado retiene el líquido para no deshidratarme», explica Lorente.
Nada le da miedo, aunque sí le preocupa la noche. «Tendré dos kayakistas al lado y durante el día clubes y gente que nade conmigo, pero por la noche la visibilidad es menor. Me pondrán un punto de luz y tendré que bajar el nivel de la brazada, pero espero tener continuidad y que las 24 horas sean casi ininterrumpidas , intentando parar lo menos posible. También van a colocar vallas y un lavabo portátil cerca, por si tuviera que salir por alguna urgencia», señala Lorente, «superilusionado» con este cuarto desafío y esta manera de enfocar el deporte que le ha cambiado la vida intentando mejorar la de los demás. «Nunca me he enfrentado a una prueba de esta duración, pero estoy preparado física y mentalmente. Si la cabeza dice que puede, el cuerpo también. Ésta es la cuarta y seguro que vendrá alguna más dura todavía», anuncia.
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