Real Madrid 1 - 0 Liverpool
Toni Kroos dirige una orquesta inagotable
Champions League
Al compás del centrocampista alemán, el Real Madrid disfrutó sobre el verde del Bernabéu, ganó y pasó a cuartos al minimizar a un Liverpool que nunca creyó en la remontada
El detalle de grandeza del Madrid con el Liverpool que ya es historia del fútbol
Resultados de la Liga de Campeones

Es difícil encontrar una explicación racional a la versión del Real Madrid en Europa. Ese mismo equipo que lleva meses compitiendo sin demasiada emoción bajo el ritmo pesado y uniforme que vive el fútbol en la Liga, que sufre muchísimo contra un Barcelona mediocre en cada cruce de miradas, pisa el césped en las noches continentales en mitad de semana y se transforma en un ser gigante, emotivo e imparable; un ser capaz de hacer rugir a un Santiago Bernabéu que vive para noches como la de ayer ante el Liverpool.
En esta conversión hacia la mejor imagen de sí mismo hay varios hombres capitales que suelen ser los sospechosos habituales del éxito blanco en los días señalados. Son viejos y se intuyen caducos, pero aún son fuentes inagotables de un talento sabio, bañado por la inestimable sapiencia de la experiencia. Uno de esos hombres es Toni Kroos, que a sus 33 años, cuando suma varias temporadas entre algodones, continúa siendo vital en la competición donde el Real Madrid construyó su leyenda. Y contra el Liverpool, en un partido que debía confirmar la exhibición de Anfield para estar de nuevo en los cuartos de final de la Champions League, el elegante mediocentro germano fue el dueño único de la medular, decidió el ritmo del juego y se hizo el dueño del mismo ante unos ingleses entregados a su diestra.
Desde muy temprano, justo tras la pitada del estadio blanco al himno institucional de la Liga de Campeones, el espectador sabía que Kroos estaba ante uno de esos días pletóricos, de esos que levantan al personal del sofá. Porque aparte de estar irritablemente preciso como acostumbra, el del este de Alemania estaba rápido en la anticipación, con ganas de conducir (algo a lo que acostumbraba en Múnich) y fijar al rival hasta encontrar el pase en profundidad; justo lo que hizo en la primera jugada del choque al regatear a Fabinho y dejar solo a Benzema con un bello pase de exterior que solo el fuera de juego del galo empañó.
Al son del alemán
El Madrid bailaba a su son. Él bajaba el ritmo, lo pausaba a veces, y lo dinamitaba cuando decidía estirar a Fede Valverde y a Vinicius al latifundio a la espalda de los de Klopp. Se exhibía, disfrutaba, llegaba antes al duelo con Milner y Fabinho, orientaba el control y no perdía un balón en un partido donde rozaba la perfección.
Entretanto, mientras el Real Madrid respiraba bajo la calma y la confianza que producían los tres goles de ventaja y, sobre todo, el buen juego, Kroos, Modric y Camavinga, en un maridaje óptimo, generaban mil ocasiones de gol que los delanteros no podían aprovechar. El Liverpool llegaba pero no creía y en una consecuencia lógica, Benzema mató la eliminatoria a diez minutos del final. Instantes después, Carlo Ancelotti retiró del campo al teutón; el hombre tranquilo, bajo un público entregado a la causa, confirmaba que está aún muy lejos de su ocaso.