El relato
el segundo palo
«Florentino, quiebre usted de una vez al club y deje de ser un ejemplo; viva al límite como hace el Barça, sea irresponsable y arruínenos»

Lo más terrible de todo es cuando empiezas a asumir el relato como propio. Y eso me pasó a mí cuando el otro día leí el siguiente titular: 'El Madrid gana Liga y Champions, pero el Barça agita el mercado'. Me sucedió que pensé que ... efectivamente era mucho mejor agitar el planeta fútbol pero sin mezclarlo, como hace James Bond con su Dry Martini, y fichar a Lewandowski y a Raphinha, que ganar La Trigésimo Quinta y La Decimocuarta, que al fin y al cabo no pasa de ser agua de sifón, un tostón embotellado.
El relato es lo que tiene, que se te mete en la cabeza como el zumbido de un abejorro obsesivo compulsivo y al final te acaba convenciendo de que efectivamente lo mejor es tenerla para no meterla, que es preferible perder a ganar y que fichar por cuatro temporadas y 50 millones de euros a un delantero de 34 años es bastante más sugerente que conquistar otra Copa de Europa dejando por el camino a Paris Saint Germain, Chelsea, Manchester City y Liverpool. Tanta Champions ya aburre, la verdad. Es todo como muy burocrático, ¿no?, muy serio, demasiado administrativo, otro día gris en la oficina.
Yo como madridista preferiría mil veces más que el Real Madrid debiera 1.350 millones de euros, tuviera sus cuentas manga por hombro, un campo que se cayera a trozos y que la directiva estuviera deshaciéndose de su patrimonio para contratar a Kessié después de prometer que convertiría a la ciudad condal en el nuevo Silicon Valley de la investigación deportiva antes que no deberle nada a nadie, ser un modelo de gestión, gastar menos de lo que se ingresa, estar levantando un campo que va a ser la envidia de todo el mundo y luego, además, ganarlo todo.
Eso es lo que, desde aquí, le exijo modestamente a Florentino Pérez, si es que mi opinión cuenta para algo, que lo dudo: quiebre usted de una vez al club, haga el favor, y deje de ser un ejemplo; viva al límite como hace el Barça, sea irresponsable y arruínenos, diviértase por una vez en la vida y vayamos a celebrar en comandita nuestro crack a La Cibeles, ¿qué le cuesta hacerlo mal?
Lo confieso, tengo miedo. Tengo miedo y no es a perder, no, sino a ganar. Quiero perder para que me vaya bien en la vida y así recibir las mayores alabanzas. Tengo miedo a que el Real Madrid gane La Decimoquinta sin proponer, a que Tchouaméni se salga del mapa, a que Benzema gane el Balón de Oro y a que Vinicius continúe rompiéndola. Tengo miedo porque, y si todo eso sucede, las críticas serán tan implacables que juro por lo más sagrado que no habrá en todo el planeta Tierra un agujero lo suficientemente hondo, oscuro y seguro en el que pueda esconderse el madridismo.
Lo sé, el relato se ha apoderado de mí y ya no hay marcha atrás. Prefiero vivir al límite y hacer pasar por galáctico a un jugador de 39 años con los pies descalzos o que Florentino se abrace a un maniquí que hacer las cosas como Dios manda porque, según el Necronomicón culé, está bien deber 1.400 millones de euros. Aleluya, hermanos, aleluya.
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