El segundo palo
Krodrik
«Quiere jugar siempre, pero cuando no lo hace no pone caritas, y para saber el nombre de su agente habrá que acudir a San Google»
Ensoñación
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Durante los años del caso Watergate, en el Washington Post conocían a Bob Woodward y a Carl Bernstein como Woodstein. En vista de que andaban juntos a todas horas e imagino que para ahorrar tiempo y saliva, cuando Ben Bradlee convocaba de urgencia ... a la pareja se oía por toda la redacción un hipohuracanado aullido: «¡Woodstein!», y entonces los futuros Pulitzer salían despavoridos hacia el despacho. Aquello acabó convirtiéndose en un grito de guerra: dos personas tan distintas unidas por una contracción gramatical, gemelos periodísticos sin saberlo. Por separado no habrían brillado tanto, juntos fueron capaces de volar los cimientos de la Casa Blanca y sacar por la puerta de atrás en el Air Force One al trigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos.
Krodric es de largo el mejor centrocampista del mundo. La parte alemana de esta contracción aporta fiabilidad, rigor táctico, compromiso defensivo y una capacidad única para detectar espacios libres donde no los hay; la parte croata posee el mejor golpeo con el exterior de la historia del fútbol, la habilidad de quien encuentra siempre la aguja en el pajar y además, y tratándose de un jugador de 37 años, un sorprendente estajanovismo y una gran capacidad de adaptación al medio, que no es nada sencillo puesto que hablamos del mejor club deportivo de todos los tiempos.
Krodric quiere jugar siempre pero cuando no lo hace no pone caritas. También tiene hermanos y padres y tíos y sobrinos pero para saber el nombre de su representante habrá que acudir a San Google. Si a Krodric le ofrecen renovar por un año probablemente lo haga porque es consciente de que no va a estar en ningún otro sitio como en el Real Madrid. Es un tipo templado este Krodric, poco o nada dado a salir en los medios de comunicación salvo que sea para hablar de su deporte, un hombre muy familiar y tranquilo, un futbolista vintage. No sabemos qué coche lleva ni dónde vive, tampoco en qué invierte su dinero o si tiene caballos.
Un día aparecerá posando con Florentino Pérez y una camiseta con el número 2024 y entonces caeremos de repente en la cuenta de que ha decidido seguir un poco más. Sin transmisión del minuto a minuto de la negociación, sin ofertas fantasma y sin chantajes, sin cuentos chinos. Me cae bien Krodric, el mejor centrocampista del mundo. Ojalá sigan juntos.
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