Es oro y amén

El fútbol es épica y emoción y esas dos cualidades le sobran al Madrid

Pedro García Cuartango

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El Real Madrid de las finales me recuerda la escena de «La leyenda de la ciudad sin nombre», la película de Joshua Logan. En medio de un paraje desolado, dos mineros caen por un precipicio con su carreta. Son rescatados, pero uno de ellos muere. Es enterrado en una tierra inhóspita, en la que parece imposible que fructifique nada. Llueve, sopla el viento. Pero cuando todos se disponen a huir del tenebroso barranco, alguien descubre una pequeña piedra reluciente que emerge del barro. «Es oro», grita. Y su compañero responde: «amén».

Sea por la fortuna, la historia o la voluntad de los dioses, el Real Madrid posee esa rara habilidad de encontrar oro en los momentos en los que todo parece perdido. Ayer el equipo blanco salió al campo con un despiste monumental y sólo un milagro le salvó de encajar un gol tras un fallo clamoroso de Marcelo, de esos a los que nos tiene acostumbrados. El defensa blanco se quedó mirando como un espectador más al delantero del equipo rival, que no pudo marcar gracias al acierto de Ramos con Courtois ya batido.

Cuando el equipo estaba peor y parecía posible que el Al Ain repitiera la sorpresa contra el River Plate, apareció Modric y golpeó con precisión un balón que superó al meta rival. Era el minuto 18. Y todos supimos en ese momento que el partido estaba decidido, como cuando el Madrid le marcó el primer gol al Kashima en las semifinales.

A partir de ese lance, la superioridad del Madrid fue aplastante. Tanto que jugando a medio gas y perdonando numerosas ocasiones, el equipo de Santiago Solari ganó el partido por goleada y sin despeinarse. De diez finales contra el Al Ain, el Madrid ganaría las diez. Eso es al menos lo que vimos sobre el campo.

Es imposible predecir lo que va a suceder esta temporada en la Liga y la Champions porque el conjunto blanco está jugando mal, con muy poca regularidad e inquietantes despistes defensivos. Pero es imposible descartar nada en un equipo que posee un gen ganador, un instinto asesino que le permite sobrevivir en las situaciones más difíciles.

No resulta impertinente recordar que este Madrid y estos jugadores han ganado tres de las cuatro últimas ediciones del Mundialito, algo que todavía no ha conseguido nadie. Y lo mismo se puede decir de su brillante trayectoria en la Champions, que evoca a aquel conjunto de Di Stefano, Puskas y Gento, que logró la primera Intercontinental en 1960 frente al Peñarol.

El fútbol es épica y emoción y esas dos cualidades le sobran al Madrid, el único equipo capaz de hallar oro cuando sólo hay motivos para el desaliento. Lo hizo frente a la Juve y el Bayern y puede volver a repetirlo esta temporada a pesar de su desastroso inicio. Y es que si fútbol es fútbol, como decía Miljanic, el Madrid es el Madrid.

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