Real Madrid

«Todo cambiará poco a poco»

Miles de mujeres asistieron al partido, con la esperanza de que sus hijas disfruten de los derechos que ahora les niegan

Tomás González-Martín

Golazo olímpico de Kroos. Cánticos y palmas al estilo árabe de cuarenta mil espectadores ilusionados por ver un espectáculo único en su país ¿ Dónde estaba el lleno, señor Rubiales? Siete mil seguidores madridistas llegados de Jordania, de Argelia, del norte de Arabia Saudí, coreaban las canciones típicas del madridismo como si estuvieran en el Bernabéu. El ídolo es Ramos «por sus tatuajes, su bonita mujer y sus goles», destaca Salma, una mujer de La Meca, moderna para el conservadurismo del país, con túnica negra, pero con los labios y las uñas de manos y pies pintadas de un rojo intenso. Salim, guía oficial saudí, la convence para que dialogue con nosotros sobre la situación de las mujeres en Arabia. Salma es azafata, 34 años, ojos negro azabache. Habla un inglés perfecto. Acepta hablar con la condición de no grabarla y no hacerle fotos. Estamos en la grada, rodeados de centenares de mujeres vestidas de negro, que enseñaron su camiseta madridista debajo cuando Isco anotó el segundo tanto . Alá estaba con el Real Madrid.

Kadidah, 33 años, dos hijas: «Muchas mujeres ya trabajan y eso exigirá que pidan más derechos. El Gobierno lo sabe»

«Yo vuelo habitualmente a Londres », espeta Salma sin esperar preguntas. «Su mundo es muy distinto al nuestro, pero por favor respeten nuestra cultura. La situación de las mujeres cambiará, pero no exijan que vayan con la rapidez que ustedes quieren. Yeda es la apertura a Occidente, llena de hoteles. Vestimos de negro porque queremos. Las hay que lo hacen por orden de sus maridos o de su marham, pero otras van así porque es la cultura tradicional. Cambiarán cuando ellas o sus hijas impongan otras ideas, pero no las fuercen».

Más derechos, aunque sea lentamente

Sin intermedio, Salim sugiere a otra mujer joven, Kadidah, que debata ante un periodista español sobre su realidad social. Trabaja en una agencia de viajes y habla inglés, francés y un poquito de español. « El cambio se producirá poco a poco», advierte Kadidah, 33 años, nacida en Ryad. « Arabia Saudí tiene unas costumbres arraigadas en la religión. Aquí muchas mujeres ya trabajan y eso exigirá que pidan más derechos. Ya pueden tener cuenta bancaria y viajar al extranjero. El gobierno sabe que todo debe cambiar, pero irá lento», señala muy orgullosa Kadidah, que está casada, lleva un anillo fino de oro y tiene dos niñas adolescentes que jalean a Modric cuando marca el tercero. «Mis hijas vivirán ese cambio de pleno». Se llaman Rokeya y Hasina, están a su lado y escuchan con suma atención , vestidas con la camiseta verde de Ramos y de Hazard.

Rashida, 57 años, madre de seis hijos, abuela ya de dos nietos, niño y niña, Yousseff y Abir, habla de la vida de las mujeres en Arabia: « ¿Por qué nos critican en el extranjero? Nosotras estamos bien en nuestro país . Nos gusta nuestra cultura y la forma de vivir aquí ¿Por qué tenemos que hacer lo ustedes piensan? ¿ Por qué vamos a tener que ir enseñándolo todo, casi desnudas , cómo van las mujeres en sus países? No nos respetan, piensan que lo suyo es lo mejor y están equivocados». Rashida nos pone firmes . El rapapolvo es similar al de Laso a sus jugadores hace unos días. Cuatro de los hijos de Rashida están a su lado, ilusionados por ver «al Real campeón de la Champions».

La mayoría de las mujeres, algunas con túnicas grises y pantalones ajustados debajo que sí marcan siluetas impresionantes, nos aseguran que quieren que gane «el Real». Los madridistas árabes son estridentes, tienen muchos «Manolo el del bombo», y las mujeres animan de pie, cantando como si estuvieran en una boda.

Seguridad y control desde kilómetros antes

Los controles de seguridad han sido mínimos. La tensión en Irán, enemigo ancestral de Arabia Saudí, hacía presagiar un endurecimiento de las medidas, pero no era necesario. La Policía tiene puertas metálicas de barreras que permiten o impiden pasar a los coches kilómetros antes y el control es absoluto. Después, para entrar personalmente al estadio con la entrada hay cuarenta puertas giratorias metálicas por las que solo cabe una persona que debe depositar su ticket en un medidor de láser. Imposible saltarselo.

Las gradas se llenaron repentinamente tras el descanso. ¿Milagro? No, la organización ordenó abrir de par en par las puertas hasta que el imponente estadio de Yeda tuvo un lleno como las Supercopas de toda la vida.

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