Grada de preferencia
Siguen idénticos
Los aficionados contemplan cómo el Madrid está dispuesto a tirar, un año más, LaLiga
En «La vuelta al día en ochenta mundos» (1967), un libro misceláneo, inteligente y, cómo no, divertido, Julio Cortázar cuenta cómo dos amigos, para aliviar la muerte de un tercero tan próximo y querido, se han pasado la tarde bebiendo y, ya al filo de la de medianoche, acuden al tanatorio a rendir un último homenaje. La borrachera que llevan es homérica. Cuando se acercan al finado, uno de ellos comenta: «Ché, está idéntico», y la risa de los dos es de tal calibre que les brotan las lágrimas. Consternados los presentes ante el espectáculo, alguien comenta: «Hay que ver lo querido que era».
La afición ya no sabe si llorar de risa o de lástima. Siguen idénticos. Los aficionados contemplan cómo están dispuestos a tirar, un año más, LaLiga, y si se les apura tirarán la Copa. Curiosa tradición. Da igual Lopetegui o Solari o quien venga. La actitud es la misma. El equipo más goleado a domicilio después del Huesca (toda una marca). La falta de ambición, un emblema. Mr. Hueco (Marcelo), unido a lo que el As ha denominado, con buen criterio, Mr. Cristal (Bale) explican, meridianamente, lo que es el Madrid hoy: un guadiana. Aparece y desaparece. Pareciera como si ganar la Champions tres veces seguidas fuera letal de cara a lo que vendrá después. A fecha de hoy, celebración de la Epifanía, el día de los Reyes Magos, ni en la sacrosanta Champions aparecen entre los cinco favoritos. Nada extraña, el ridículo inmaculado en la derrota frente al CSKA (nunca se olvidará en los anales del club) en el Bernabéu debería alertar de la situación. Ni juega a nada, ni sabe a lo que juega. Se mueve por espasmos. Muchos pensarán que todo es reversible. Que lo pueden hacer mejor. Pero como suele apuntar el gran José Mota: «¿Y si, sí? Pero, ¿y si, no?».
Tarde de Reyes en el Bernabéu, se llenara porque la confianza de la afición es conmovedora, pero tiene un límite. Solari debe tomar soluciones ya. Las cartas están echadas. Dejen de ser idénticos, porque si no la risa será infinita, y triste.