El segundo poder del Madrid
Las palabras de Sergio Ramos expresan la preferencia del capitán por un perfil concreto de entrenador. El primer mandato de Florentino ya acabó marcado por su entrega al vestuario
La dimisión de Florentino Pérez en 2006 dejó una frase: «He maleducado a los jugadores y se han confundido» . Se interpretó como el fracaso del modelo galáctico. Unos años antes, la feliz etapa de Del Bosque terminaba con el motín de Hierro y compañía en la Liga de 2003. No era un problema de estrellas brasileñas, eran los capitanes nacionales. La saga que forman la Quinta, Hierro, Raúl, Casillas y Ramos. El vestuario como un poder hereditario y a veces alternativo.
En los últimos años, el Madrid describió un patrón reconocible : un entrenador de mano dura sentaba unas bases de disciplina. Ganaba, pero era rechazado por el vestuario (y por el entorno, que viene a ser una proyección del vestuario). A continuación, llegaba otro entrenador flexible que gestionaba con éxito; con la victoria aparecía la relajación y con la crisis se pedía el regreso del perfil autoritario.
De esta forma, el ciclo deportivo madridista se basaría en la tornadiza psicología del vestuario. Casi un ciclo psíquico de palo y zanahoria con el que se busca salir del fracaso urgentemente alternando, no ya estilos de juego, sino mentalidades: la «mano izquierda» y la «mano dura» .
Aunque mano dura no hubo tanta. El club recurre a ella cuando no hay más remedio: Capello (1996 y 2006) y Mourinho (2010). Camacho no llegó a comenzar la temporada. La Mano Dura no gana mucho, pero endereza y reconquista la Liga (la regularidad). Asume decisiones impopulares (Capello con los brasileños, Mou con Casillas y si me apuran con Raúl). Son capaces de armar equipos muy rápido, desde la defensa y con un juego de contragolpe. Aquí hay que añadir a Del Bosque, que en 1999 se consolida con un 5-3-2.
La Mano Blanda o Izquierda, es, como dice Ramos, la que gana Champions: Heynckes, Del Bosque, Ancelotti o Zidane. Equipos menos tácticos y de esfuerzos cortos basados en la inspiración del futbolista. Esa Mano Blanda es la que ha venido definiendo «a qué juega el Madrid» . El difuso estilo. El resultado de un consenso entre club y vestuario intermediado por un míster dialogante.
Pero esta pauta era solo una sospecha alimentada por instituciones como las «conjuras» del vestuario o la «autogestión» (la más legendaria, la de la Séptima), hasta que Sergio Ramos la elevó el domingo a otro rango : «El respeto se gana, no se impone. Nosotros hemos ganado con entrenadores que ya conocéis. A veces la gestión de un vestuario es más importante que los conocimientos tácticos» . No solo confirmaba la alternancia, tomaba partido.
Otra visión del mismo asunto es que se busca responsabilizar a los futbolistas convirtiendo un problema de planificación y de falta ideas del club en un asunto de indisciplina. Descargar en los capitanes la responsabilidad de la estructura deportiva . El club sería errático porque el vestuario es ingobernable a medio plazo.
Solari es el decimotercer entrenador de Florentino. Trece en dieciséis temporadas. Entre los dos mandatos de Pérez estuvo Ramón Calderón. Su política de vestuario fue entrega absoluta a los capitanes (contratos vitalicios) y un entrenador por año.
Desde el 2000, el Madrid ha tenido dieciséis . Cada entrenador está de media una temporada y unos pocos meses de la siguiente. Es decir, se come de media los turrones una vez. Dos ya no.
Cuando se reclama un entrenador de mano dura no se reclama solo a alguien que resuelva un problema de disciplina en el vestuario. En realidad hace más que eso. Se espera que con la nave a la deriva defina un rumbo y aporte con su fuerte personalidad un estilo que el club no define. Alguna vez (Mourinho,) hasta asume una comunicación inexistente.
Si la politica de «mano blanda» ha sido una exigencia del vestuario a ella se ha plegado el club. Las dos primeras decisiones de Florentino en dos épocas distintas fueron (a Del Bosque se lo encontró) Queiroz y Pellegrini, siguiendo la política de «perfil bajo» bajo influencia de Valdano. El Madrid se redefinió con Florentino como un club presidencialista al estilo de Bernabéu con grandes sagas de capitanes en el vestuario. No había lugar para el entrenador figura. No llegan técnicos del primer nivel, por dificultades para ficharlos o directamente por otras preferencias.
La Mano Blanda o Mano Izquierda tomó la forma del mencionado perfil bajo o de la interinidad. Desde el año 99, el Madrid ha recurrido varias veces al «hombre de la casa» (que cambia: desde el viejo Molowny hasta Solari). Las edades de plata y bronce del Madrid llegaron con Del Bosque y Zidane, dos entrenadores interinos. Al éxito por la provisionalidad. Salvo ellos, el único que en 20 años ha completado un ciclo ha sido Mourinho, y no hace falta recordar las presiones de dentro y fuera.
Las dos etapas de Florentino están marcadas por dos espantadas : la de Camacho (con todo por hacer) y la de Zidane (con todo hecho). La primera abrió la decadencia definitiva del primer mandato; la segunda abre un interrogante sobre el modelo de relación con los futbolistas. O lo que es lo mismo: sobre la estructura deportiva en el Madrid sin Cristiano. Eso es lo que está en juego y la decisión marcará definitivamente el Segundo Florentinato.