Fernando R. Lafuente - Grada de preferencia
El relámpago de la resurrección
La duda es obvia: ¿lo del seis-cero al Apoel en Nicosia fue una resurrección o un relámpago?
El partido de esta tarde ante el Málaga posee un interés un tanto morboso, no ya por la situación de los andaluces dirigidos por Míchel , sino porque en el Madrid la duda, la pregunta, el interrogante, la cuestión esencial es más que obvia y está en el pensamiento –o lo que sea- de cualquiera: ¿lo del seis-cero al Apoel en Nicosia fue una resurrección o un relámpago? Ocurre que, salvo algún desaguisado maltrecho y peregrino que cometan los de Zidane a lo largo del encuentro, de la duda no se saldrá hasta que no se enfrenten a un equipo, más o menos, de parecidos perfiles. Lo del Apoel –que, por cierto empezó raro y lo arregló Modric con un gol en el que Nahuze t podría haber hecho más- fue una broma. Con gracia, sin duda. Sirvió para que Cristiano sea el extraordinario personaje de Stevenson; una suerte de Dr. Jekyll (Champions) y Mr. Hyde (LaLiga); para que Benzema oxigenara su posición y para comprobar que Asensio sigue atascado y Ceballos aún no ha encontrado el punto, pero parece que está en ello.
La duda es si fue en relámpago que anuncia la resurrección. Lo indiscutible es que el Madrid hasta hoy en la presente temporada, salvando los títulos de la pre, cuando le ha tocado jugar con formaciones tal vez potentes, como es el caso del Tottenham, no dio la talla, ni en el Bernabéu, ni en Wembley; con el Atleti –que tampoco es que atraviese sus días de vino y rosas- ni siquiera fue capaz de marcar y si alguien está pensando en el recital en Dortmund, la trayectoria posterior del Borussia aguará el champagne. Así que la incógnita sigue en la agenda. El Madrid es ahora mismo un equipo a la espera. Un equipo a la espera de sí mismo, porque ha cumplimentado sin fisuras el carnet de los errores. Las carencias están advertidas. Necesitan un soplo de confianza propia. Lo que viene por muy habitual que sea puede ser el viaje al Paraíso, otra vez, o una tormenta perfecta o algo peor, ni tragedia, ni comedia, tragicomedia. O sea.