Supercopa de España
Recital de medianías
Si solo hubieran jugado la prórroga habría sido suficiente para el espectador, los noventa minutos reglamentarios fueron soporíferos
Llegaron a la final los invitados y se convirtieron, así, en protagonistas. Lo que provocó un gesto de arrogancia, por parte del siempre discreto entrenador del Barcelona, un comentario fuera de tono. De la final, nada. Un recital de medianías. Si solo hubieran jugado la prórroga habría sido suficiente para el espectador, los noventa minutos reglamentarios fueron soporíferos. Como suelen ser los derbis entre estos dos. Se miran demasiado, se temen demasiado, se paran demasiado y fallan en el área contraria demasiado. Fue, como definió Borges la guerra de las Malvinas; «la lucha de dos calvos por un peine», hasta la prórroga que se animó algo, pero algo que, casi, fue nada. Sin ritmo, sin espacios, imprecisos, reiterativos –en esto el Madrid destacó su ineficacia o vaya a saber uno qué– balones desde los laterales al área, allí donde estaban Oblak, Felipe y Giménez.
Fue Buñuel quien advirtió que una película puede ser muchas cosas, muchos géneros, muchas ideologías, muchas morales, pero lo que no puede ser nunca es aburrida. Si esto ya en el fútbol suele ser letal, en una final es desesperante. Pases y pases horizontales, miedo a perderla, más miedo a un mínimo quiebro, nadie encara, contención y mientras, el espectador a darse una vuelta por el pasillo de casa (si lo tiene).
Una final que llega a los penaltis o ha sido extraordinaria o ha sido un fiasco. Que el lector decida. Por parte del Madrid, o el Valencia el miércoles fue muy débil y blando, o el Atleti hoy ha sido formidable. Como no es ni una cosa ni la otra, resulta que el Madrid salió con cierta arrogancia –ya se ha dicho lo fatal que es– y el Atleti a lo suyo: encontrar un gol y balones fuera.
Jovic perdió las dos oportunidades como titular concedidas, y las promesas –no son otra cosa hasta hoy– Rodrygo y Vinicius, mostraron una curiosa ausencia de ambición. La extravagancia, que tanto gusta a Zidane, fue la aparición estelar de Mariano, después de toda la temporada sin apenas ser convocado. Y no hubo más. Ni emoción en los penaltis. Cosa extraña. Al menos, podrán volver a casa y, por ahora, ya veremos lo que se nos viene encima, jugar ante a su afición. Claro que como declararon los seguidores saudíes: ellos eran más madridistas que los españoles, si lo oyeron Tebas o Rubiales, ya podemos ir preparándonos, porque quedan los chinos. Ánimo Rubiales.