Fútbol

«Quini cabeceaba el balón como si le diera una coz con el cuello»

Cuatro rivales y un técnico -Amancio, Adelardo, Santillana, Irureta y Santamaría- hablan de las vivencias compartidas y de la calidad del artillero de la Liga

TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN

La grandeza de Quini es que sus adversarios hablan de él sin considerarle un rival. «Y eso que marcó goles que nos hicieron perder partidos». La relevancia del mayor goleador de la Liga, autor de 281 dianas entre Primera y Segunda división, es que a todos les habría gustado tenerlo en su equipo. «Con Quini no había penas», destacan Adelardo y Amancio. Santamaría le dirigió como jugador de la selección española amateur y le soportó seis años como ariete a vigilar cuando fue entrenador del Español desde 1971 a 1978, Irureta fue como un hermano en la selección. Santillana fue su oponente en el equipo nacional y se llevaron de maravilla. Estos cinco hombres del fútbol nos hablan del amigo que jugaba en contra.

Santillana: «Nunca fuimos rivales por el puesto de delantero centro de españa, éramos amigos»

Hay que decirlo. El Real Madrid no intentó fichar a Quini porque tenía otro ariete de similar nivel, Santillana. «Fuimos los dos hombres que pelearon siempre por ser el nueve de España y nunca nos vimos como rivales, éramos amigos», ensalza a ABC el exdelantero madridista. «Enrique era muy del Sporting, sencillo, modesto. Y era el mejor delantero que había». Lo dice el hombre que hizo leyenda en el club blanco como ariete, con un remate de cabeza prodigioso, colgado en el aire. «Quini disparaba bien con ambas piernas y tenía un remate de cabeza magnífico. Yo saltaba mucho y la pegaba muy bien con la cabeza, pero Enrique podía realizar el testarazo sin saltar, como si le diera una coz al balón con el cuello. Su potencia de cuello era bestial». Elogia sus Pichichis: «Lo más importante es que ganó tres de ellos con el Sporting». Deja un último detalle de Quini: «Una vez paseábamos por La Martona, la finca donde nos concentramos con la selección en Argentina en el Mundial 74, y nos salimos de los lindes. Nos rodeó el ejército con los fusiles apuntando ¡Somos jugadores !».

Irureta: «Tenía terror al avión y en 1974, en un viaje a Buenos Aires para medirnos a la Argentina de Menotti (1-1, gol de Pirri) fuimos las catorce horas agarrados, senados juntos»

Irureta se enfrentó a Quini como centrocampista del Atlético y del Athletic en toda la década de los años setenta y fue compañero de selección con Kubala al mando. El vizcaíno rememora a una persona muy cercana: «Recuerdo especialmente el partido que jugamos con España contra Argentina en el estreno de Menotti con la albiceleste, el 12 de octubre de 1974. Fuimos titulares los dos y empatamos a uno, goles de Rogel y Pirri. Lo tengo en mi cabeza como si fuera hoy. Quini tenía mucho miedo al avión. Yo también le tenía mucho respeto, pero verle temblar me hizo que yo lo pasara aún peor. El viaje a Buenos Aires duraba nada menos que catorce horas y los dos fuimos agarrados todo el vuelo». Irureta desmenuza a este periódico como era Quini: «Muy alegre, siempre estaba con bromas, para él no había nada malo. Muy llano, se ganaba a la gente, extrovertido, campechano. Cuando yo era entrenador acudía a El Molinón y él, delegado del Sporting, me recibía con humor y me decía ¡hombre Jabo! y me gastaba algún chascarrillo. Creaba un gran ambiente. Enrique era todo felicidad».

Amancio: «Le dije que si pagan 100 millones por ti (el Barcelona abonó 82), que te den el 25 por ciento»

Amancio era un líder veterano cuando Quini llegó a la selección española. El gallego conoció bien el deseo del asturiano para marcharse al Barcelona durante años. La propuesta económica y futbolística era indiscutible. El derecho de retención de los clubes lo impedía. «Enrique tenía esa oferta del Barcelona desde hacía tiempo, pero no le dejaban irse. El Barcelona pagaba una millonada (al final abonó 80 millones en 1980). Y yo le dije a Quini que, si pagaban por ti 100 millones o lo que fuera, el 25 por ciento debería ser para ti. Le dije que no entendía que le prohibieran fichar por otro equipo, pero así era en aquella época». Amancio era un referente para jóvenes como Quini. «Entonces llevabamos las botas atadas con los cordones por debajo, junto a los tacos. Una vez estaba con Enrique en el vestuario y vi que tenía unos cordones muy largos. Le dije con ironía: cuidado, no vaya a ser que no te lleguen los cordones y se te vaya a escapar la bota. Como él era un joven, pensó que se lo decía en serio. Yo recordaba con Quini esta y otras anécdotas cuando viajaba con el Real Madrid a El Molinón o él venía aquí con el Sporting. Es muy importante destacar que toda España le ha rendido homenaje. Eso dice muchas cosas. Es muy bonito ».

Adelardo: «Quini era extrovertido, siempre de broma, con él no había penas»

El jugador con más partidos disputados en el Atlético se vio las caras con Enrique Castro en los años setenta: «Era un gran delantero y no le vi como un rival. Jugabas contra él y siempre tenía una sonrisa para ti. Era muy extrovertido, siempre estaba de broma». Adelardo subraya su ejemplo: «No había penas con él, era muy llano, cálido, a Quini no le considerabas un adversario».

Santamaría: «Con él ganamos para España el campeonato de Europa amateur en Italia, frente a los italianos, con cuatro goles suyos»

Santamaría le vio creer como futbolista. Fue su entrenador en la selección española amateur: «Era un buen chaval, humilde, con mucha ilusión, trabajador, con mucho futuro, veías cómo progresaba año a año. Un gran rematador con las dos piernas y con la cabeza. En 1970 ganamos el Europeo frente a Italia, en Forti di Marmi, con cuatro goles de Enrique. Vimos que iba a ser un gran delantero. Y lo fue. Pero su calidad humana ha sido aún más importante. Todo el mundo habla bien de él».

«Quini cabeceaba el balón como si le diera una coz con el cuello»

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