Champions League | Real Madrid - PSG

Remontada ochentera: «Así, así, así gana el Madrid»

Partido épico en el Bernabéu con una afición entregada desde la llegada del bus a la plaza de los Sagrados Corazones y una atmósfera como en los viejos tiempos

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El uno a uno del Real Madrid - PSG

Ambientazo para recibir al Madrid en las inmediaciones del Bernabéu EFE / Vídeo: Fiesta en el Bernabéu tras la remontada del Real Madrid ante el PSG - ATLAS

Rubén Cañizares

Hay cosas en la vida que no se pueden explicar. La tostada cae siempre del lado de la mantequilla, nueve de cada diez veces llueve en España en Semana Santa y el Real Madrid siempre resucita cuando todo el planeta le da por muerto. Volvieron los ochenta anoche al Bernabéu , versión 2022. Movida madrileña en el centro del capital en pleno siglo XXI. Miedo escénico y pánico en los ojos del equipo rival. Como en aquellas mágicas remontadas de la Copa de la UEFA, el Madrid dibujó una gesta solo alcanzable por un equipo de su legendaria historia: «Somos el Madrid», «somos el Madrid», repetía una y otra vez la grada tras el tercer tanto de Benzema , que desató un terremoto en el Bernabéu. «Así, así, así gana el Madrid», cantaba al unísono el estadio blanco tras levantar un 0-1 en contra en apenas 15 minutos. No había mejor homenaje a la Quinta del Buitre tras el dado por la presidenta Ayuso hace dos semanas.

Recibimiento loco

La gran remontada se empezó a gestar a las 19.00 horas, aunque ya desde las 17.00 había gente en la plaza Sagrados Corazones para cocinar una noche de altos decibelios. Allí fue el lugar de encuentro de la quedada organizada por el madridismo para recibir al autobús del Madrid , y allí llegó a las 19.36, con 10.000 aficionados esperando, muchos de ellos ubicados en la calle Concha Espina, desde donde accedió el transporte del equipo blanco. Bufandas al viento, bengalas, ruido ensordecedor y cánticos de ‘sí, se puede’. La afición cumplió de sobra con su trabajo. Ni un solo pero. Ni antes, ni durante ni después.

Ya dentro del Santiago Bernabéu , antes de pitido inicial, se esperaba la situación prepartido más morbosa: saber cómo el público recibiría a Mbappé . A las 20.49 minutos, la alineación del PSG fue recitada por la megafonía del coliseo blanco, y los pitos, ensordecedores sobre todo para Messi y Neymar, se tornaron en aplausos al ser nombrado fue Kylian. La cosa cambió cuando la estrella del PSG abrió el marcador e hizo otros dos que fueron anulados por fuera de juego. Entonces, al Bernabéu se le quitaron las ganas de vitorear. De momento, aunque en ocasiones no lo pareciera durante la eliminatoria, Mbappé sigue jugando para el PSG y su letalidad ha sido digna de ponerse la camiseta blanca del rey de Europa, pero eso ya será la próxima temporada. Ya lo vivió anoche. En sus propias carnes.

El Bernabéu vivía su mejor entrada de los últimos dos años. El 1 de marzo de 2020, 80.000 personas asistían a la victoria del Madrid sobre el Barça en el segundo de los clásicos de la Liga 19-20. Fue el último encuentro como local antes de que estallara la pandemia y España, como el resto del planeta, quedara confinado. Desde entonces y hasta este mismo curso, no hubo público en los campos de nuestro país. Las obras y las limitaciones de aforo por el coronavirus han hecho que el Bernabéu no haya superado los 45.000 espectadores en lo que llevamos de temporada, hasta anoche. Lleno, 62.000 almas, y un ambiente que recordaba al de las grandes noches continentales.

El publicó apretó desde que el balón empezó a rodar por el verde del Bernabéu. La lona que aún cubre una gran parte de la grada baja del primer anillo del estadio hace que la caldera sea menos caliente de lo que debería ser en condiciones normales, pero el público subsanó ese hándicap dando su mejor versión, estuvo a la altura que lo que se esperaba y demandaron los jugadores y Ancelotti desde la derrota en París.

Los primeros quince minutos, los de mayor asedio blanco en el primer acto, tuvieron la ola de la grada como sexta marcha, desatada la parroquia merengue con el gran inicio de partido de los suyos. La cosa cambió conforme el PSG se iba haciendo dueño del balón. Gritos de ‘rata’ a Messi y quejas por la permisividad del árbitro en los contactos. Los malos controles de Asensio y las quejas de Vini no gustaban a la grada, y alguno que otro se lo reprochaba. Tras el 0-1 de Mbappé, silencio, pero rápidamente aliento para los suyos. El olfato les decía que se estaba fraguando una nueva historia par contar a hijos y nietos.

En la segunda mitad, el pánico se desató con el segundo gol anulado a Mbappé y su cabalgada entre Militao y Alaba que acabó en tapón de Carvajal . Se cocía el 0-2 y la sentencia, pero cuando más difícil lo tiene el Madrid es cuando en más ocasiones aparece su inigualable ADN. El primer tanto de Benzema hizo explotar a la grada, que volvió a poner en marcha la fábrica de los sueños junto a su equipo en los minutos más infernales sobre el verde. Cada robo y cada pelea eran celebradas como una ocasión. Cada gol, como una nueva Champions. Terror en la cara de Messi, Mbappé y Neymar. Atmósfera de felicidad plena en la grada del Bernabéu y en los jugadores, que celebraron el 3-1 como el tanto de Ramos en la Décima.

Tras el pitido final, impresionó la rabia de Valverde en su celebración y los segundos de gloria de Modric con el fondo norte, emocionado con el partido del croata. Luego tocó vuelta de honor: «Somos los reyes de Europa», cantaba el Bernabéu. Verdad incontestable.

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