Barcelona-Real Madrid
Zidane reaviva el Madrid de Plata
De la mano de Valverde, recupera la presión y el dominio del mediocampo en Barcelona y hasta Isco vuelve a brillar. El Barça se desnaturaliza aún más sin Busquets
Y al final, no pasó nada
Efectivamente, el Madrid encontró normalidad en el Clásico: presión ambiental extrafutbolística y redondeo arbitral hacia abajo ( penalti de Lenglet no pitado ). Las oligarquías madrileñas pactaron con el nacionalismo catalán y vivieron plácidas hasta hace poco, fue el Madrid el que lo sufrió todo este tiempo en forma de delirio.
¿Cómo explicarle al mundo (que nos mira) la cabeza de cochinillo, el casco de moto, los monos a Roberto Carlos o el pisotón a un árbitro? Al lado de eso, ¿qué ridiculez eran los balones amarillos de los Tsunamis?
El Madrid aprendió a callar, pero convertida España en el Puerto de Arrebatacapas, se ha conseguido lo imposible: que Butragueño se queje del VAR y pierda las formas con un "caray" . Ahora sí podemos decir que la cosa es grave (¡el centro butragueñístico ha muerto!). Nos imaginamos al Buitre poniéndose muy metódico los vídeos de Mourinho para preparar sus futuras comparecencias.
Si este Clásico tenía algo realmente novedoso era la superioridad en la media del Madrid , aumentada por la renuncia de Valverde a Busquets. El Madrid eran tres más Isco y además de eso tenía una gran presión (nueva presión que es, sobre todo, Fede Valverde).
El Barça quería tocar más, pero se jibarizaba en Messi; el Madrid menos, pero mejor, demostrando que sin Ronaldo se ha tenido que repensar.
Lo que se vio en Barcelona fue un gran Madrid, pero es que era el gran Madrid de su edad de plata : Casemiro, Isco, Kroos, Benzema... El esqueleto, sin Ronaldo (es decir, sin gol) del campeón de tres Champions seguidas.
A Zidane le dio la razon hasta Isco , cabezonería personal, con un gran partido de «endofútbol», de fútbol vertebral (aunque en diagonal) de velcro y hacia dentro.
Zidane está reavivando aquel equipo suyo. Es como cuando Elvis regresó a finales de los 60 después de años dormitando en el cine. Ese Madrid, que parecía ya todo decadencia, pura vejez, vuelve pasado el tiempo reforzado por Mendy , que cerró el lugar por donde se desgarraba ante Messi, y por Valverde , que hace en cada partido una transferencia de sangre a sus compañeros.
Con esa sangre nueva, todos están dispuestos a seguir el liderazgo de Benzema , que hizo uno de sus mejores partidos. No marcó, corrió más hacia atrás (de espaldas) que hacia el gol, pero estuvo colosal. El equipo entero se «benzemiza», se hace, bajo su batuta, inteligente, preciso y armónico, pero al llegar al área es como si llegara a un lugar sin oxígeno. Se hace todo salva de disparos de centrocampistas que dejan al ejecutado vivito y coleando.
Pero el Madrid hizo un partido como no se le veía hace mucho tiempo, recuperando en el Camp Nou el orden, la presión y la pelota (hazaña histórica) y dominando el centro del campo como en aquella final contra la Juventus. Eran los mismos tocando una melodía conocida. Era el Madrid del Isco complemento y guinda de un centro del campo dominador.
Kroos pilotaba desde un costado del campo, como Han Solo el Halcon Milenario, y devolvió la superioridad (¡el fúpbol, por fin!) al mediocampo madridista en Barcelona; Valverde intentó voleas asombrosas. Es sorprendente como una top model somalí de 1.80. Tiene desmesuras de Antetokounmpo.
Las asociaciones entre Kroos, Isco y Benzema eran hermosas por sí mismas y también por despertar el recuerdo de algo conocido, de algo visto años atrás. Tenían el poso de lo clásico. Eso se vislumbra en este Madrid del conservador Zidane : un clasicismo.
Frente a eso, el Barcelona se desnaturaliza y sin Busquets perdía el último rasgo de estilo . Abrazado a Messi y a un tridente que es imitación despersonalizada del florentinismo, parecía un Barcelona desfigurado, poco reconocible, ajeno a sus virtudes de décadas.
Messi es el superpoder, la hibris de la independencia, ¡pero se dejaban la manera, la arquitectura local, la catalanidad instaurada del toque! Se vio cuando el pulmón de recurso era Arturo Vidal , nada menos.
El Madrid se cita y recupera su mejor historia reciente, se hace vino viejo en el odre nuevo de Valverde; el Barça cede todo su ser a Messi.
Quedaba por ver si el Madrid respondería con el cansancio, y pese a lo que diga el resultado, hubo momentos culminantes, auténticos éxtasis también en la segunda mitad, mitad de falsa igualdad en la que, pasado por el VAR, no subió un gol de Bale por la exacta medida de un miembro viril . Se sintió en ciertas apariciones de Casemiro, poderosísimo, o en la evidencia de que Isco y Benzema son dos delfines zidanescos de fútbol hermoso y oferente, de un esteticismo hacia el colectivo, que salen de ese tremendo Neptuno que es Valverde.
Por Valverde, Zidane hace revivir a un equipo legendario del que solo falta el pequeño detalle del gol . Ese equipo de Cristiano es ahora el equipo de Benzema.