Real Madrid
Bale, un liderazgo frustado por sus músculos
Debía tomar la batuta de Cristiano y su cuerpo le frena, se lo impide. Sus intermitencias no le dejan consolidarse en el Real Madrid
Resignado, sin hablar, con el gesto de miedo en su semblante, los ojos erdidos, la boca abierta. Bale se enfrenta hoy, cara a cara, al gran enemigo de su carrera: la máquina de la resonancia magnética que tantas malas noticias le ha dado en su vida. Es un aparato que odia. Podría insultarle, pero el cacharro sí sabe y no contesta. La resonancia es para Bale un niño sabelotodo, inhumano, que habla como lo que es, una máquina, sin calidez, dura, hermética, incuestionable.
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El galés espera que ese adversario metálico le diga que solo sufre molestias en el maldito sóleo izquierdo, producto del frío. El Real Madrid se teme una lesión en ese gemelo zurdo de primer grado, que significarían veinte días de baja . Isco, que le sustituyó, espera ser titular en su puesto, peor no por una lesión, sino por méritos .
Sufre molestias en el sóleo izquierdo, que suma nueve lesiones. Sería la décima. Si se confirma, y nadie lo desea, ni compañeros ni adversarios, su reto será estar bien para el mes de febrero y la Copa de Europa
El club madrileño reflexiona que el británico soporta eternamente un problema tan físico como psicológico. Se rompe y tiene miedo a romperse. En cuanto siente dolor se detiene y ya no rinde. Se palpa las piernas y calibra si se ha roto o si está a punto de caer en una nueva lesión. Ese terror no tiene cura, no existe diagnóstico ni pócima.
Sus compañeros de profesión, muchos ellos rivales, le consuelan. Les da pena que este jugador viva un calvario que Cazorla, en Villarreal, conocía demasiado bien. Bale es un futbolista noble, no tiene enemigos. No sabe ni dar patadas. Lo hace tan mal que le amonestan por inocente, con sus mejillas sonrosadas que parecen sonrrojarse de vergüenza cuando comete algo que no va con él.
98 goles en 208 partidos
Hasta un animal de la competitividad extrema e inhumana como Cristiano olvidaba por unos minutos su ansia goleadora cuando veía a Bale tirado en el suelo, agarrándose el gemelo de turno, generalmente el izquierdo, el punto débil de un atleta que carga con tanta musculatura que le destroza el cuerpo cuando la pone a cien revoluciones. Sus 81,8 kilos, integrados en 185 centímetros de altura, se definen por la excesiva potencia.
«Gareth» sufrió en Villarreal la vigésima cuarta dolencia de su carrera en el Real Madrid. Fue sustituido en el descanso, pero desde el minuto 40 ya no participaba en el juego. En el estadio de La Cerámica debutó vestido de blanco y marcó un gol, el 14 de septiembre de 2013. Cinco campañas más tarde vivió en este coqueto campo amarillo la cara B de su disco rayado.
El adiós de Cristiano liberó a Bale del estigma de ser el segundo plato del atracón de títulos del Real Madrid. Incluso, como si lo presagiara, el número once tomó ya el mando del equipo en Kiev, cuando decidió la decimotercera Champions y dejó al portugués con cara de pedir el finiquito que consiguió dos meses más tarde. Pero el galés ha vuelto a comprobar que su oponente en esta lucha de liderazgos no era Ronaldo, sino su musculatura. A expensas de los resultados de las radiografías de hoy, el británico se presentará en el hospital Sanitas La Moraleja con un historial clínico que acumula veintitrés lesiones previas desde que juega en España y un total de 93 partidos perdidos, 91 con el Real Madrid y dos con Gales. De los 91 encuentos que no disputó con el club madrileño, 89 fueron por lesiones puras y dos por procesos gripales. En esta lista no incluimos otras cuatro dolencias que al final no costaron ningún partido de baja.
El balance de su trayetoria profesional en el Real Madrid explica que ha jugado 208 partidos con el conjunto español y se ha perdido un tercio, 91. Ha marcado 98 goles y ha dado 63 asistencias. Bale esperaba alcanzar las cien dianas en Villarreal y ahora sueña con hacerlo en este mes de enero. Esta temporada ha anotado diez y ha dado cinco en los 23 partidos que ha jugado.
Objetivo, jugar frente el Ajax en la Champions
A sus 29 años, el único anhelo del galés es disfrutar de una continuidad que le permita consolidarse como un referente del equipo. Fue un futbolista clave en las victorias de las Champions y de los Mundiales de Clubes de 2014 y 2018, decidió también la Copa del Rey 2014 con una galopada inolvidable frente al Barcelona en Mestalla y le duele que se le recuerde por sus dramas físicos.
Solari espera que al final la odiosa resonancia diga que no hay una rotura y que solo sufre molestias, pues Bale posee la profundidad y la velocidad que le falta al ataque del Real Madrid. Pero ese sóleo izquierdo acumula nueve lesiones en su carrera y amenaza seriamente con la décima. La zurda auna otras seis dolencias en el tren superior de la extremidad. En la derecha ha sufrido siete, consecuencia principalmente de cargar sobre ella el trabajo para proteger el otro flanco, el más débil.
Los fisioterapeutas tienen una relación especial con él. Han vivido muchas cosas juntos. Si hoy se confirma la rotura, la meta será ponerle a punto para medirse al Ajax en Champions.