BALONCESTO | SUPERCOPA ENDESA
El Real Madrid, también en Sevilla, sigue siendo el supercampeón (89-83)
El conjunto blanco se impone al Barcelona en la prórroga y conquista en San Pablo la Supercopa Endesa 2022, la novena de su palmarés, la quinta consecutiva y la primera de Chus Mateo al frente del banquillo
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Liderado por un Walter Tavares imperial, MVP del torneo tras un partido descomunal en la final (24 puntos, 12 rebotes, 5 tapones y 40 de valoración), el Real Madrid certificó su dominio en el primer título oficial de la temporada, la Supercopa Endesa, que de nuevo se marcha a sus vitrinas. Por novena ocasión, la quinta consecutiva. El triunfo ante un gran Barcelona en la prórroga supone un espaldarazo para Chus Mateo, heredero en el banquillo blanco de Pablo Laso. La nueva era en el gigante madridista comienza como acabó la pasada, levantando plata. Y eso que el Real Madrid pasó por un momento especialmente delicado en el tercer cuarto, cuando parecía fuera del partido hasta que los cambios en defensa y la irrupción de Llull, a triple limpio, devolvieron el interés y la pasión a una final igualadísima que se decidió por pequeños detalles. El dominio de Tavares en los tableros pudo más que la actuación fabulosa de Laprovittola, el mejor del Barcelona con 12 puntos y 14 asistencias, récord de un torneo que de nuevo se tiñe de blanco madridista.
Si alguna conclusión dejó el primer tiempo de la final es que todavía es pretemporada y ni Real Madrid ni Barcelona están al nivel de afinación que se les supone, por calidad y amplitud de su rotación, a ambas plantillas, de larguísima eslora. Negado en el tiro de tres, con una pésima serie de una conversión de nueve intentos al descanso, el equipo blanco en nada se pareció al exuberante de la segunda parte contra el Coosur Betis. Le costó muchísimo horadar el aro azulgrana, ya fuera en buenas o malas situaciones de tiros.
Sus generadores estaban encasquillados, con la visión borrosa, sin feeling en el lanzamiento. Entre Llull, Sergio Rodríguez y Rudy Fernández reunieron apenas dos puntos al intermedio, un pírrico bagaje que evidenciaba los problemas del Real Madrid en la construcción del juego, en estático. El aro le pareció del tamaño de un dedal a la tropa de Chus Mateo, que en el primer cuarto fue mucho más gremial en la anotación que su rival. Con Satoransky a los mandos, el artificiero del Barcelona fue su pívot, Sanli, que no sólo se las ingenió para dificultarle las maniobras a su homólogo en el Madrid, Tavares, sino que transformó en puntos todo aquello que le llegó. No tuvo miedo alguno. Se las jugó con mucha personalidad y llenó el granero azulgrana ante la abstención de sus compañeros: los once primeros puntos del conjunto de Jasikevicius llevaron la firma del otomano. Incluso anotó de tres. La circulación del balón y la generación de espacios a partir del bloqueo y continuación mejoró mucho en el Barça cuando envidó con Jokubaitis, Laprovittola y Kuric.
Con 17-15 se zanjó el primer cuarto, de ligera consumición, sin faltas ni tiempos muertos. El segundo fue su reverso. Todo espesura, al menos en los cinco primeros minutos, los que tardó el Madrid en anotar de nuevo. Menuda sequía. El Barcelona ya le había endilgado un 0-6 de salida y Kuric se había puesto la pila alcalina. Qué técnica tan académica y pura en el tiro, todo plasticidad. El estadounidense estiró la máxima blaugrana hasta el 23-31 y el Real Madrid, de la empanada, sólo reaccionó cuando Mateo devolvió a la pista a Musa, para que ejerciera de director de juego, y Tavares, punto final de cada ataque enhebrado por el bosnio.
El Barcelona, sin embargo, jugaba mucho más fluido a partir de una defensa de acero y colocó los diez psicológicos antes de que Musa, claro, lijara la renta hasta el 29-37 del descanso. Lo mejor para el Real Madrid es que seguía vivo con un discretísimo 30 por ciento en el tiro de campo y una horrible serie en el triple (1/9). Los azulgranas, por cierto, se dejaron por el camino cinco tiros libres (tres de Kalinic) y permitieron trece rebotes de ataque a su rival, opciones casi todas desperdiciadas por el Real Madrid.
Se notaba el cansancio del sábado y las alturas de la pretemporada. Son dos gigantes en rodaje. Juntar a Sergio Rodríguez, Musa y Deck fue la solución por la que apostó Chus Mateo al comienzo del tercer cuarto. Sanli no se enfrió. Su equipo defendía fuerte, con agresividad, colapsando al Madrid y Sanli seguía canjeando puntos, hasta los 17 (33-45). Definitivamente, el nivel defensivo marcaba las diferencias y el conjunto azulgrana había situado mucho más alto el listón de la permisividad. Cerrojos echados y ritmo paquidérmico del Real Madrid: malas lecturas y peores ejecuciones en el estático. Como no corría, el conjunto blanco se hacía un ovillo. Cómo sería su bloqueo en ataque que Yabusele se botó la pelota en el pie a ocho metros del aro y se le fue por la banda. Un regalo más que agradeció el Barcelona y tiempo muerto de Chus Mateo, once abajo (36-47) y con peores sensaciones de las que indicaba el marcador. Tiempo había. La incógnita era saber si el Madrid tenía fuerzas e ideas para escapar de su laberinto.
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Rebelión madridista
Para descongestionarse, el Madrid optó por correr. Dos canastas gratis de Musa, un cohete, devolvieron a los blancos al partido (40-47) y Jasikevicius lo paraba para sofocar la rebelión. Ahí cambió el encuentro. Laprovittola amplió a nueve, pero el Real Madrid hizo ajustes defensivos, echó los pestillos, lanzó gañafones en la transición y Llull se colocó la capa de superhéroe. De cómo se transformó el Real Madrid en esos minutos, pasando de cero a cien en cuestión de segundos, sólo puede explicarse cuando se habla de un equipo campeón. Multicampeón. Del 36-47 se pasó al 55-49 del final del tercer cuarto, un parcial de 19-2 que congeló al Barça. Llull dinamitó desde la larga distancia, con tres triples, en estado de trance, mientras el Barcelona se derretía y Jasikevicius juraba en arameo. De pronto, su rival tenía más energía, más piernas y más acierto. Fue toda una metamorfosis baloncestística. Un terremoto que sacudió los planes del Barcelona. De repente, la pelota estaba en su tejado, obligado a encontrar soluciones. Y de emergencia.
Sanli, de vuelta, sacó de su atasco al Barcelona, pero eso no bastaba para cambiar la dinámica. Rudy acertó de ocho metros, el Madrid se cargó de faltas en tres minutos y el Barça picó piedra para equilibrarlo todo: parcial de 3-10 y 58-59 a 6.30 del final. Dureza mental para salir del agujero tras el chaparrón. Llull, la bomba de relojería, estaba en el banco y su equipo notó su ausencia. Otro partido empezaba. Y del mismo se caía Rudy, que se lesionó la mano derecha en una caída. El grito de dolor, junto al soporte de la canasta, lo captaron los micrófonos. No pudo volver.
A tres y medio del cierre, movimientos de ajedrez. Llull a pista y Satoransky también. Al checo le tocaba bailar con la más fea porque para generar en el Barça ya estaba Laprovittola. Tavares explotaba el filón Tobey en un duelo desequilibrado y el argentino del Barcelona tiraba de picaresca para rascar faltas y visitar la línea del 4.60. El gigante caboverdiano le puso un tapón y luego anotó dos libres (71-69). Pero Laprovittola no se achicó. Él solo, culebreando en un ataque de 24 segundos, estuvo a punto de anotar con una caricia en un escorzo y luego, tras el rebote ofensivo, tiró de escuadra y cartabón para ponerle un pase con ventaja que Tobey canjeó con un mate (71-71). Era su decimocuarta asistencia y, como ante el Joventut, estaba dando otro clínic. Con un nivel de inspiración brutal. Quedaban quince segundos y Deck erró el tiro de la victoria que condujo a la prórroga.
En el tiempo extra, el partido se convirtió en un duelo de parejas: Llull y Tavares contra Laprovittola y Tobey. Con dos de ventaja para el Real Madrid (85-83), Tavares taponó a Sanli y Laprovittola, cansado, erró el triple. Luego, con más de 20 segundos y ya en el alambre, el Barcelona tardó mucho tiempo en hacer falta, Deck anotó los dos libres, luego atrapó el rebote definitivo y sentenció desde la línea para dejar amarrado el título. La quinta Supercopa Endesa consecutiva del Real Madrid, la novena de su historia y la primera con Chus Mateo liderando el banquillo.
Ficha técnica:
Real Madrid (17+15+26+16): Causeur (3), Musa (19), Deck (15), Yabusele (9) Tavares (24) -quinteto inicial-; Rudy (3), Hezonja (-), Sergio (-), Poirier (2), Cornelie (-), Llull (14), Ndiaye (-).
FC Barcelona (15+22+12+22): Satoransky (-), Laprovittola (12), Martínez (-), Tobey (9), Sanli (21) -quinteto inicial-; Pauli (-), Vesely (8), Kalinic (8), Abrines (4), Kuric (10), Jokubaitis (11), Nnaji (-).
Árbitos e incidencias: Hierrezuelo, Conde, Aliaga. Eliminados Vesely (m. 36) y Sanli (m. 45). Final de la Supercopa Endesa 2022. Palacio de los Deportes San Pablo, ante 5.855 espectadores.
Tiempo extra: 18-12.