Fabio Quartararo EFE

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En este 2020 convulso, nada mejor que la clama, la persistencia y la paciencia. Para la vida y para este Mundial de MotoGP que ha ganado Joan Mir en el Gran Premio de Valencia. Hasta mitad de temporada, el mallorquín apenas contaba para la afición, pendientes de un Fabio Quartararo que triunfó en las dos primeras carreras y se veía como el dignon sucesor de Marc Márquez. Pero Mir supo estar siempre ahí, constante en las plazas cercanas al podio primero, en el podio después y hasta con una victoria en el Gran Premio de Europa.

A su año medido y paciente se han unido un buen puñado de decepciones. Esos pilotos que, sin la presencia del seis veces campeón de MotoGP, un Márquez que dijo adiós al Mundial en la primera carrera por la lesión en el húmero, no supieron tomar la batuta de líderes.

Maverick Viñales

Desde que llegara a MotoGP y, sobre todo, a Yamaha, se esperan los duelos Viñales-Márquez. Como lo hacían de pequeños. Pero apenas se han visto un par de duelos sueltos en estos seis años de presencia de ambos en la categoría reina. En este 2020, Viñales ha vuelto a verse enredado en una montaña rusa de buenos resultados en entrenamientos y malas experiencias en carrera. Con problemas de motores en Yamaha, el de Roses inició el año demostrando que lo tiene todo para ser campeónn del mundo con o sin Márquez. Dos segundos puestos en los grandes premios de España y Andalucía aprovechando la ausencia del de Honda. Pero llegaron los malos momentos: decimocuarto en República Checa, décimo en Austria saliendo desde la pole, tirándose de una moto descontrolada en Estiria a más de 200 kilómetros por hora , sexto en San Marino desde la pole.

Tuvo por fin su alegría, como lleva haciendo desde su segundo año en MotoGP. Victoria en Emilia Romagna. Pero fue un espejismo: noveno en Catalunya, décimo en Le Mans, un cuarto en Aragón, séptimo en Teruel, decimotercero en Europa y décimo en Valencia. Cuando llegó a Valencia, su mente ya estaba en 2021: «Por supuesto que se ha acabado el Mundial. Ahora mismo nuestra mentalidad es mejorar para la próxima temporada porque no podemos seguir con esta irregularidad de ganar un fin de semana con mucho agarre y al siguiente estás sufriendo porque no hay grip. Llevo varios años con dificultades y sé que no se pueden cambiar en una carrera, tenemos que aprender y explorar otras áreas y para ello necesitamos dar muchas vueltas».

Andrea Dovizioso

Durante tres años fue la sombra de Márquez, subcampeón en 2017, 2018 y 2019, acechó al de Honda y acabó batiéndolo en algún duelo de última curva que presagiaba que podría ser el próximo campeón. Pero Andrea Dovizioso simplemente no ha aparecido en este curso. Bien por la situación en la que se encontraba en Ducati, sin posibilidad de negociar, decidiendo antes de terminar el curso que se tomaría un año sabático en 2021 , y ya se pensaría si volver en 2022. Bien por una Ducati que sigue siendo rápida, pero ya no solo vale esto para ganar, el italiano no ha conseguido la constancia de otros años. Inestable tanto en los sábados de clasificación como en los domingos de carreras.

Como mejores resultados: tercer puesto en el Gran Premio de España y victoria en Austria. Pero lo demás ha estado lejos del rendimiento que ha tenido en estos últimos años. Sobre todo porque Dovizioso es uno de los únicos pilotos que no se ha perdido ninguna carrera desde que entrara en el Mundial, lo que dice muy bien sobre su regularidad. Toda la que le ha faltado este año. Sexto en Andalucía, undécimo en República Checa, quinto en Estiria, séptimo en San Marino, octavo en Emilia Romagna, cero en Catalunya, cuarto en Le Mans, séptimo en Aragón, decimotercero en Teruel, octavo en Europa y octavo también en Valencia.

Fabio Quartararo

El francés ya había asomado su garra en 2019. Incluso le había arrebatado más de una pole a Márquez. Era el más rápido a una vuelta, pero le faltaba consolidar su velocidad en carrera. Y esa oportunidad llegó en 2020. Sin el de Honda en la pista, «el principito» cogió las riendas para convertirse en rey, y así lo demostró en las dos primeras carreras: victorias incontestables en el circuito de Jerez, con lecciones a los pilotos de fábrica, Viñales y Rossi y toda la ilusión y los números para convertirse en el siguiente campeón de MotoGP.

Pero la Yamaha satélite comenzó a fallar demasiado para sus aspiraciones. Séptimo en República Checa, octavo en Austria, decimotercero en Estiria, sin terminar en San Marino, cuarto en Emilia Romagna. Otro espejismo, como el de Viñales, con triunfo en Catalunya, para luego volver a desaparecer entre problemas mecánicos, de freno, de motor o de lluvia: noveno en Le Mans, decimooctavo en Aragón, octavo en Teruel, decimocuarto en el Gran Premio de Europa y caída en Valencia. «Hemos hecho más del doble de cambios que el año pasado y no funciona nada. Realmente pensamos en los cambios y creemos que tienen sentido, pero salimos a la pista y vuelvo a tener los mismos problemas».

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