MotoGP

La Honda, un potro de tortura: caídas y quemaduras en pies y manos

Honda pasa de favorita al título a un cúmulo de calamidades para los pilotos

La forma del carenado impide liberar el calor que genera el motor y quema a sus ocupantes

Marc Márquez sufre una aparatosa caída

Sergi Font

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Es una de las fábricas más poderosas del Mundial y era la gran favorita para ganar el campeonato, pero el potencial de Honda , cuyo primer piloto es Marc Márquez, se ha ido diluyendo por la dificultad de manejo de la RC213V, una moto indomable que ha generado numerosas caídas, heridas inverosímiles, quemaduras insólitas y las quejas de sus pilotos.

La marca japonesa tocó fondo en Sachsenring, el pasado 19 de junio, un circuito en el que siempre ganaba Márquez (el ilerdense no pudo correr al estar recuperándose de su cuarta operación en el húmero del brazo derecho). Tras enlazar triunfos en Alemania desde 2010, Honda fue incapaz de sumar un solo punto. Takaaki Nakagami, Pol Espargaró y Álex Márquez no acabaron la carrera y Stefan Bradl, probador y sustituto de Marc, quedó el último de los 16 pilotos que terminaron la carrera, a 22 segundos del penúltimo, Remy Gardner. Sachsenring puso fin a 633 carreras consecutivas (desde 1982) puntuando en la categoría reina. Una situación que pudo repetirse este pasado fin de semana en Assen. Nakagami (12º) y Álex Márquez (15º) entraron en los puntos por los pelos. Bradl (18º) se quedó fuera y Pol Espargaró ni siquiera participó.

El malestar en Honda es evidente y la preocupación, palpable. En solo once Grandes Premios ha sufrido 44 caídas (Álex Márquez, 12; Pol Espargaró, 10; Marc Márquez, 10; Nakagami, 6, y Bradl, 6), algunas de ellas tan graves que han obligado a los pilotos a perderse varias carreras. Es el caso de Marc Márquez, al que una dura caída en Mandalika le provocó un nuevo caso de diplopía que le impidió tomar la salida en Indonesia y correr también en Argentina. O de Pol Espargaró, cuyo accidente en Sachsenring tampoco le permitió competir en Alemania ni en Assen, al no soportar el fuerte dolor en sus costillas tras el impacto (este fin de semana vio en los libres que no estaba en disposición de participar).

Más allá de la ingobernabilidad de la Honda, los pilotos sufren una auténtica tortura cada vez que se suben a una moto del ala dorada. La forma del carenado impide liberar el calor que genera el motor y quema, literalmente, a sus ocupantes. Nakagami acabó con el pie abrasado en Malasia (le tuvieron que ayudar a quitarse la bota), al igual que Bradl y Pol Espargaró en Sachsenring. Causaron impacto las imágenes del pie derecho de Bradl con quemaduras en la planta y el empeine, o las de Pol Espargaró con su pie metido en un barreño con agua y hielo.

La moto genera un calor que alcanza los 100 grados y provoca unos 50 grados dentro de las botas. «Es inaceptable», criticó Bradl mientras lucía un vendaje y caminaba con chanclas. «Honda no ha sido capaz de desarrollar un carenado que permita a los pilotos sobrevivir con este calor. Este mensaje tiene que llegarles, no es aceptable, así no puede ser. He pasado por otras carreras difíciles y calurosas, pero esta realmente no sé ni cómo he podido acabarla», añadió el alemán.

Y dio más detalles: «Después de seguir al grupo en las primeras curvas, no podía frenar porque en mi mano derecha la palanca se calentaba mucho y no podía controlar la moto, me quemaba los dedos. Con tantas curvas hacia la izquierda, la mano derecha prácticamente no recibe aire, y eso hace que todo se complique todavía más. Después de diez vueltas, tenía el pie derecho quemado. La Honda es inconducible con estas temperaturas, hay que buscar una solución», advirtió el que fuera campeón de Moto2 en 2011. El discurso de Bradl lo comparte Pol Espargaró, que aseguró sentir «vergüenza» cuando quedó último en Montmeló hace tres semanas.

Honda no pone excusas

Desde Honda no ponen excusas y reconocen los problemas de una moto que no ha estado a la altura ni ha alcanzado las expectativas. Alberto Puig, team manager de Repsol Honda, se muestra crítico: «El balance de esta primera mitad de la temporada es claro, no es una buena temporada para nosotros y no hay nada que profundizar en la situación. Está claro que no somos competitivos y tenemos que mejorar, y eso es lo que estamos intentando hacer. Se pueden dar muchas explicaciones, pero lo cierto es que debemos mejorar y debemos cambiar nuestros procedimientos, y esto es lo que estamos intentando hacer. En la historia de Honda, hemos tenido más momentos buenos que malos, en cuanto a resultados, pero ahora estamos en uno malo. Así que tenemos que arreglarlo».

El hartazgo en el box de Honda es evidente y el descontento de los pilotos, notable. La fábrica japonesa ya no seduce como antaño y sus propios pilotos buscan un cambio de aires. Pol Espargaró está cada vez más cerca de regresar a Tech 3 de KTM y Álex Márquez ya ha anunciado que la próxima temporada defenderá los colores del Gresini Racing, equipo satélite de Ducati. El hermano pequeño de Marc no quiere seguir en el LCR, cansado de las altas dificultades técnicas que han lastrado su proyección durante las dos últimas temporadas y media. Lo demuestran sus resultados en pista: solo dos podios en 2020, uno en Le Mans, bajo agua, y otro en Aragón. «Estoy muy contento de poder anunciar que me uno al equipo Gresini de MotoGP. También estoy muy emocionado de empezar esta nueva aventura: era crucial para mí cambiar para recuperar el mismo tipo de motivación que tenía cuando subí a esta categoría», ha explicado el catalán en un comunicado, dejando claro su necesidad de abandonar Honda.

Con Marc Márquez como piedra angular del nuevo proyecto, Honda se remodelará completamente la próxima temporada y ansía el regreso del octocampeón antes de que acabe el año para poder desarrollar una nueva moto que no queme y les devuelva a la senda del triunfo. Joan Mir se perfila como su compañero de equipo tras el anuncio de Suzuki de abandonar el Mundial. Rins y Ogura, segundo en Moto2 y al que se le quiere promocionar desde Japón, formarían el equipo satélite. Nakagami se quedaría como probador.

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