Támara Echegoyen -Orense, 1984- forma desde 2013 equipo con Berta Betanzos -Santander, 1988- en su carrera por sumar una segunda medalla olímpica que la confirme como una de las deportistas españolas más laureadas de los últimos tiempos. Hace cuatro años lideró el equipo español de Match Race, en el que acompañada por Ángela Pumariega y Sofía Toro subió a lo más alto del podio en los Juegos de Londres, pero la desaparición de esa clase la obligó a reciclarse a marchas forzadas, como les ha ocurrido a infinidad de regatistas de élite. Sólo unos meses después cambió de barco y compañera para abrir una nueva etapa junto a Betanzos, excampeona mundial de 470, en busca de una nueva presea en Río de Janeiro. Se unieron así las trayectorias de dos navegantes absolutamente vocacionales que apenas levantaban poco más de un metro del suelo cuando se echaron al agua por primera vez, y que habían seguido hasta aquel momento evoluciones paralelas.

Echegoyen, graduada en Ciencias del Deporte -los mismos estudios que comenzó hace dos años su tripulante cántabra- y estudiante de Fisioterapia, reúne el perfil perfecto para salir al rescate de un deporte español necesitado de medallas. Si en las últimas ediciones olímpicas ha sido la representación femenina la que más medallas ha aportado, la vela es tradicionalmente la cabeza de playa desde la que la delegación española busca progresar en el medallero.

Acostumbrada a entrenar a caballo entre Palma de Mallorca y Santander, sede del CEAR de Príncipe Felipe y del equipo olímpico español, la gallega, que nunca ha abandonado su Pontevedra natal como residencia ‘de invierno’, llega a los Juegos en plena madurez deportiva y pletórica de confianza. Sus tres años junto a Betanzos las han convertido en una de las tripulaciones de referencia del 49erFX, algo así como los Fórmula 1 de la vela femenina, capaces de desarrollar una velocidad solo comparable a la de los catamaranes. Las españolas llegan a Río de Janiero como vigentes campeonas mundiales y, por lo tanto, convertidas en una de las opciones más claras de medalla, máxime si arrecia el viento. Sin embargo, el Europeo de Barcelona, en el que subieron al podio para recoger la medalla de bronce, sirvió como aviso a navegantes sobre la dura competencia a la que tendrán que hacer frente.

De ahí lo importante de estos últimos meses de preparación, durante los que han navegado ya en varias ocasiones en aguas brasileñas para afrontar la cita con las máximas garantías. Claro que si algo exige el bólido que patronea Echegoyen es una gran habilidad técnica, más allá de la capacidad táctica que se supone a cualquier regatista. Sus 173 centímetros llegarán muy finos a Río para una competición que a diferencia de lo que ocurre en otras clases exige tripulantes de poco peso y en la que la gallega, toda una enamorada del mar, aspira a demostrar su calidad en una clase completamente distinta a la que la encumbró a la gloria olímpica hace cuatro años.